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Golosinas para los sinsabores en el frente

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En la cartelera ubicada en la entrada de Piece-A-Cake Bakery, reposan los testimonios agradecidos de miles de soldados que han recibido las generosas porciones de galletas y otras golosinas con sabor de hogar que Diane y Roger Ahrens donan desinteresadamente desde hace unos cuatro años.

Desde las dos reposterías de su propiedad, una ubicada en East Dundee y la otra en Gilbert, Illinois, la pareja ha remitido, según sus cuentas, unas 6,000 libras de delicias en forma de galletas con caritas felices o de corazones decorados con la bandera estadounidense, entre otras, y todo en envíos de unas 20 a 30 cajas mensuales.

“En el otoño de 2004 enviamos 5,000 galletas a través de Great Lakes USO y luego comenzamos a hacerlo para familiares de nuestros clientes y amigos que estaban en servicio y se corrió la voz. Ahora enviamos de cinco a seis diferentes golosinas empacadas en cajas de 50 unidades cada una”, aclara Diane.

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Los sinsabores del frente de guerra es algo que esta pareja conoce bien. Roger, un instructor sénior de la Marina de Estados Unidos que sirvió 12 años durante la guerra de Vietnam en dos rondas (1968 y 1980), conoció a Diane en el otoño de 1979 en un bar de música country en Parris Island, Carolina del Sur, en tiempos en que ella prestaba servicio como policía militar.

Se casaron un año después con el plan de abrir una panadería y pastelería en East Dundee, en el Condado de Kane, 35 millas al noroeste del centro de Chicago y a unos 15 minutos en auto desde Elgin. Veinticuatro años después de satisfacer el gusto de las personas del suburbio y los alrededores, amasaron la idea de llevar a cabo la iniciativa conocida desde entonces como “Operación diente dulce” (Sweet Tooth Operation).

El procedimiento para hacer llegar las delicias de esta repostería hasta el frente es verdaderamente sencillo como lo han comprobado cientos de familias de soldados de todas las nacionalidades. Según cuenta Diane, la gente “puede ordenar su pedido personalmente, vía telefónica o por internet”, pagando únicamente el costo del envío y manejo. A partir de ahí Piece-A-Cake dona las golosinas y se encarga del resto.

Por esta dulce labor, además de certificado, placas y hasta una bandera estadounidense que ondeó en Irak, Diane, de 52 años, y Roger de 57, reciben fotos, cartas y mensajes electrónicos hablando de la satisfacción que han producido, firmados por soldados, suboficiales y oficiales, algunos de ellos latinos ya que en las cercanías de East Dundee, sobre todo en Elgin y Carpentersville, se han concentrado en un buen número.

“Ya tengo un par de álbumes de recortes en donde nos agradecen por hacerles llegar el sabor de hogar”, agrega Diane, quien aseguró que “nuestra meta es hacerlo hasta que la labor esté cumplida”. •

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