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Machu Picchu de cerca

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CUSCO, Perú.- Antes de que le estalle la burbuja y comience su vida de adulto, dice, de terminar la universidad y empezar a trabajar en el DF, Francisco, decide viajar a Perú para unas vacaciones diferentes.
Al día siguiente, este veinteañero originario de Mexicali -a punto de graduarse de economía en Stanford- se reunirá con sus amigos en Lima, a una hora en avión desde Cusco, donde coincidimos.
En el recorrido que ofrece la compañía de trenes Perurail, vamos hacia el Santuario Histórico de Machu Picchu, el testimonio arquitectónico más atractivo de la civilización inca, Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad desde 1983 y, desde 2007, una de las siete nuevas maravillas del mundo.
La temporada alta, que va de mayo a octubre, está por comenzar y coincide con el tiempo de secas. Dentro de ella, los mejores meses visitar son mayo y junio, cuando la temperatura durante el día ronda los 20 grados centígrados.
Antes de subirnos al tren que nos llevará a Aguas Calientes, el pueblo más cercano al Santuario, vamos en autobús por la montaña.
El silbido dulce de la zampoña y las cuerdas de la bandurria cusqueña suenan a través de las bocinas, como una canción de cuna andina que arrulla a quienes se levantaron a las cuatro y media de la mañana para emprender la excursión.
El trayecto está salpicado de curvas, picos nevados y cerros verdes arropados por nubes espesas; la mayoría de los pasajeros duerme. Francisco, no. Entusiasmado, con una gorra de su universidad y una mochila con la figura de Yoda descansando a sus pies, no imagina viajar a este país y no estar frente a la mítica ciudadela inca, descubierta oficialmente por el explorador estadounidense Hiram Bingham, el 24 de julio de 1911.
En la estación de Pachar nos separamos para subir a diferentes vagones del tren Vistadome, con destino a Aguas Calientes, mejor conocido como el Poblado de Machu Picchu.
Para desayunar se sirve té de coca -remedio contra el mal de altura-, fruta y pan con mermelada de saúco. A través de las ventanas panorámicas, ya se ven algunos senderistas cruzar el puente del famoso kilómetro 82, en el Camino Inca. Van con sus mochilas a cuestas y acompañados de “porters” o personas que les ayudarán con el equipaje, a montar los campamentos e incluso a cocinar.
Después de caminar cuatro días y dormir entre las montañas por tres noches, llegarán al santuario. Mientras tanto, nuestro tren sube la montaña. Estamos a hora y media de descubrir el tesoro de piedra que le robó el aliento a Bingham, hace más de 100 años.

Micro 1
En la ruta
Otros atractivos que se pueden visitar en el trayecto hacia Machu Picchu:

Estación Ollantaytambo
La estación está en el pintoresco pueblo homónimo, también conocido como Ollanta. Aquí abordan algunos pasajeros que han llegado con anticipación para pernoctar y conocer el parque arqueológico Ollantaytambo, cuyas terrazas sirvieron como fortaleza contra los españoles en el siglo 16. En la parte superior de la construcción hay un templo.

Kilómetro 82
Famoso por ser el punto de partida de la ruta del Camino Inca que lleva a pie hasta Machu Picchu. Los senderistas avanzan durante cuatro días y tres noches, acampando en las montañas. Para este recorrido lo idea es contratar a través de una agencia los servicios de guías especializados y “porters” o personas que ayudan a los viajeros con el equipaje, la instalación de los campamentos y hasta la preparación de alimentos.

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Chachabamba
Este es otro punto de partida para recorrer el Camino Inca. Es el ideal para quienes buscan una probadita de la experiencia, pues pues la caminata hacia el santuario tiene una duración aproximada de seis horas. Aquí también se visita el sitio arqueológico Wiñaywayna.

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