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Un horrible caso de estudio remarca los peligros del turismo de células madre

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Los reguladores médicos vienen advirtiendo que la desventaja de los tratamientos con células madre no probados no es simplemente que estos no funcionen, sino que pueden poner en peligro la vida.

Un equipo de médicos canadienses acaba de informar un ejemplo especialmente espantoso de aquello que puede salir mal cuando pacientes desesperados buscan curas milagrosas en lo que se conoce como el turismo de células madre. El sujeto es un hombre de 38 años de edad, de Terranova, quien quedó parapléjico a los 20 años, después de un accidente en un trampolín que le lesionó la columna vertebral. Seis años más tarde, viajó a Portugal para efectuarse un tratamiento con células madre. Los especialistas de allí trasplantaron células de la mucosa olfativa, extraídas de sus conductos nasales superiores, al sitio de su lesión espinal. El hombre nunca mejoró, sino que años después comenzó a empeorar.

Los médicos de Memorial University of Newfoundland descubrieron que las células olfativas nunca se habían diferenciado en células neuronales, como aparentemente esperaba la clínica portuguesa, sino que seguían creciendo solas y habían generado un tumor de células nasales que ya era demasiado grande para ser extirpado quirúrgicamente.

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“Este era un hombre joven, con una lesión que le había cambiado la vida, y habría intentado cualquier cosa por caminar de nuevo”, afirmó Nanette Hache, una de los médicos. La intervención portuguesa le costó $50.000, y posiblemente mucho más en viajes, alojamiento y apoyo postoperatorio. Los doctores dieron a conocer el caso (con el consentimiento del paciente) “porque queremos asegurarnos de que no le suceda lo mismo a nadie más”.

Se han identificado otros tres casos similares en informes de revistas científicas, según Leigh Turner, un especialista en bioética de la Universidad de Minnesota, que sigue la proliferación de tratamientos con células madre no probados desde hace varios años. Todos fueron a la misma clínica en Portugal, que afirmó haber tratado a más de 120 pacientes.

Expertos médicos han comenzado a advertir la seriedad de los peligros del turismo de células madre. Mientras reguladores en EE.UU, Canadá y partes de Europa toman medidas enérgicas contra quienes practican los tratamientos con células madre que no tienen validez científica, las clínicas en lugares menos controlados han ingresado en un vacío. Estos promotores no sólo tienen poca responsabilidad ante la supervisión del gobierno, sino que a menudo evitan informar los resultados negativos de su trabajo, que podrían alertar a las posibles víctimas.

El año pasado, investigadores con sede en Berlín compilaron una lista de 35 incidentes adversos resultantes de tratamientos con células madre no probados que fueron realizados principalmente en China, Tailandia, Argentina, México, Costa Rica, Egipto, República Dominicana y Rusia. Otros se hicieron en Alemania, Australia y también en Estados Unidos. Los resultados negativos incluyeron tumores, ceguera, hemorragias cerebrales, accidentes cerebrovasculares, neumonía y muerte.

Los investigadores observaron, sin embargo, que su lista estaba incompleta, en parte porque se desconoce el verdadero número de tratamientos. Sin embargo, la evidencia en cuestión indicaba “una explotación sustancial del paciente mediante el uso del poder de la esperanza”.

Los informes de los medios de comunicación crédulos se suman a los peligros. Consideremos la experiencia recientemente reportada de Caroline Wyatt, una destacada periodista de la BBC, que a los 49 años se sometió a un tratamiento con células madre para la esclerosis múltiple (EM) en México, en 2017, atraída por informes (de la propia BBC) de “resultados casi milagrosos”. Así, recaudó $84.000 entre amigos y familiares, porque el sistema de salud de Gran Bretaña no cubría el procedimiento. Un mes después de su régimen, declaró en un programa de noticias de la BBC que “se estaba sintiendo mejor que en mucho tiempo”.

Pero la mejoría no duró. En un informe de seguimiento, en febrero, reconoció que “hoy, a menudo me siento peor que antes”. De los pacientes con los que ha estado en contacto, algunos reportaron mejoras, pero otros, pocos cambios. “Algunos han dicho que ahora se sienten peor que nunca... y desearían no haber efectuado el régimen”, relató. Como ella reconoce, las causas de la EM -y por lo tanto, los tratamientos adecuados- son desconocidas.

En EE.UU, las clínicas que ofrecen la panacea de la salud basada en células madre suelen utilizar células derivadas de grasa, extraídas mediante liposucción y supuestamente tratadas para concentrar las células madre, que luego se inyectan en el cuerpo de un paciente.

El uso de células olfativas parece ser una aplicación relativamente nueva para las lesiones de la médula espinal. El proceso no está totalmente desprovisto de lógica científica. Las células de la mucosa olfativa tienen características neuronales y se sabe que se regeneran a sí mismas, lo cual sugiere que podrían cumplir la función de las células espinales -que no se regeneran- al menos en teoría.

“No está claro del todo”, afirmó Hache. “Se está realizando una investigación legítima, pero en cuanto a la siguiente etapa, que es trasplantarla a los pacientes, todavía no hemos llegado ahí”.

Un problema que se hizo evidente en el caso de Terranova y otros es que los tumores causados por los trasplantes pueden no desarrollarse durante años. La clínica portuguesa, que informó sobre las experiencias de 20 pacientes en 2010, dio seguimiento a estos sólo durante un promedio de aproximadamente dos años, pero a ninguno por más de cuatro.

Sin embargo, el tumor del paciente de Terranova no se hizo evidente hasta más de siete años después de su trasplante, y sólo se descubrió porque su condición empeoraba a medida que el tumor crecía.

La lección, dice Turner, es que “si colocas las células equivocadas en el lugar erróneo, pueden ocurrir cosas muy malas, incluso si los síntomas no se manifiestan de inmediato”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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