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Cada vez es más clara la relación entre una dieta rica en azúcares y carbohidratos con el cáncer

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En agosto de 2016, el New England Journal of Medicine publicó un sorprendente informe sobre el cáncer y la grasa corporal: trece tipos de cánceres podrían estar relacionados con el sobrepeso y la obesidad, entre ellos algunos de los cánceres más comunes y mortales de todos: el del colon, cáncer de mama, tiroideo, ovárico, uterino, y pancreático y (en mujeres posmenopáusicas).

A principios de este mes, un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades agregó más detalles: Aproximadamente 631,000 estadounidenses fueron diagnosticados con cáncer relacionado con la grasa corporal en 2014, lo que representa el 40% de todos los cánceres diagnosticados ese año.

Parece que estamos perdiendo la guerra contra el cáncer, por lo que comemos y bebemos.

Estos nuevos hallazgos se entienden como una señal de advertencia de que lo que comemos está íntimamente relacionado con el cáncer. ¿Pero qué?

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Cuando la insulina aumenta a niveles anormalmente altos y permanece elevada, puede promover el crecimiento de tumores directa e indirectamente.

La posibilidad de que la mayoría de los cánceres tienen un nexo con la dieta no es una idea nueva. En 1937, Frederick Hoffman, un actuario de Prudential Life Insurance Co., dedicó más de 700 páginas a una revisión de todo el pensamiento médico sobre el tema en ese momento. Pero con poca evidencia, Hoffman solo pudo adivinar cuál de las muchas teorías podría ser correcta. Si hemos progresado poco desde entonces en la identificación de alimentos específicos que causan cáncer, es en gran parte porque los estudios de nutrición no son adecuados para resolver el problema.

Por lo general, un cáncer surge a lo largo de años o décadas, haciendo casi imposible llevar a cabo el tipo de estudio que podría establecer definitivamente la causa y el efecto (un experimento en el que las personas se asignan al azar a diferentes dietas).

La siguiente mejor opción, los estudios observacionales que rastrean lo que come un grupo específico de individuos y los miembros del grupo que luego son diagnosticados con cáncer, tiende a generar más confusión. Un día leemos que un estudio ha relacionado el consumo de carne con el cáncer; un mes después, un nuevo titular declara exactamente lo contrario.

Y, sin embargo, los investigadores han progresado en la comprensión de la relación dieta-cáncer. Los avances han surgido en el campo del metabolismo del cáncer, que investiga cómo las células cancerosas convierten los nutrientes que consumimos en combustible y en componentes básicos para las nuevas células cancerosas.

Ignorado en las últimas décadas del siglo 20, el metabolismo del cáncer ha experimentado un resurgimiento a medida que los investigadores han llegado a apreciar que algunos de los genes causantes de cáncer más conocidos, permiten no sólo que las células cancerígenas proliferen sin restricciones, sino que además, permiten que las células cancerosas “coman” sin restricción.

Esta investigación puede producir un tratamiento de cáncer de gran éxito, pero mientras tanto puede proporcionarnos algo igualmente crucial: el conocimiento sobre cómo prevenir la enfermedad.

Lewis Cantley, director del centro oncológico de Weill Cornell Medicine, ha estado a la vanguardia del renacimiento del metabolismo del cáncer.

La mejor explicación de Cantley para la conexión obesidad-cáncer es que ambas afecciones también están relacionadas con niveles elevados de la hormona insulina. Su investigación ha revelado cómo la insulina impulsa a las células a crecer y absorber la glucosa (azúcar en la sangre) mediante la activación de una serie de genes, un elemento que ha sido implicado en la mayoría de los cánceres humanos.

El problema no es la presencia de insulina en nuestra sangre. Todos necesitamos insulina para vivir. Pero cuando la insulina aumenta a niveles anormalmente altos y permanece elevada (una condición conocida como resistencia a la insulina, común en la obesidad), puede promover el crecimiento de tumores directa e indirectamente.

Los investigadores del metabolismo llegan a una conclusión lógica: el peligro puede no ser simplemente comer demasiado, como comúnmente se cree, sino comer demasiado de los alimentos específicos que con mayor probabilidad conducen a niveles elevados de insulina: carbohidratos fácilmente digeribles en general, y azúcar en particular.

Esto no quiere decir que todos los cánceres sean causados por demasiada insulina o que nunca más debemos volver a comer azúcar. Michael Pollak, un investigador del metabolismo y director de prevención del cáncer en la Universidad McGill en Canadá, dice que el mejor enfoque para el azúcar es pensarlo como una especia, algo que espolvorea de vez en cuando en los alimentos, en lugar de un ingrediente en casi todas las comidas y bebidas.

Los avances recientes en la investigación del metabolismo del cáncer nos están enviando un mensaje cada vez más claro sobre nuestra dieta. Ganar la guerra contra el cáncer depende de si queremos escuchar lo que ya claramente nos está diciendo la ciencia.

* Sam Apple enseña periodismo científico en la Universidad de Pensilvania y trabaja en un libro sobre el metabolismo del cáncer.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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