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Cómo el virus zika se volvió tan peligroso cuando llegó a América Latina

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En 1947, un equipo de científicos que estudiaba la fiebre amarilla colocó a un mono rhesus en una jaula en el bosque de Zika, en Uganda.

El mono desarrolló fiebre y cuando los investigadores analizaron su sangre detectaron un patógeno que en 1952 llamaron “virus de Zika”. Dos años después, en 1954, se detectó la primera infección en un humano en Nigeria.

Durante 50 años, se documentaron sólo casos aislados de transmisión del virus en humanos en África o Asia.

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Hasta que en 2007 por primera vez se confirmaron casos de zika en una epidemia en la Isla de Yap, Micronesia. Después surgieron brotes en Melanesia, Polinesia y en la Isla de Pascua, Chile.

En todos estos brotes que surgieron desde que el virus fue identificado, se presentaban síntomas caracterizados por erupción, conjuntivitis y dolor de articulaciones e inicialmente la infección fue confundida con el dengue.

Durante los años que pasaron los científicos descartaron el contagio de virus zika como una infección leve y su atención se centró en los otros virus que propagaban también por el mosquito Aedes aegypti: el dengue y el chikungunya.

Mutación

Las cosas cambiaron en mayo de 2015 cuando las autoridades en Brasil notaron un brote de una enfermedad que no se había visto antes y que afectaba a unos 500 pacientes en el estado de Bahía.

Ésta fue confirmada posteriormente como zika, según informó el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU.

El virus comenzó a extenderse rápidamente, como nunca se había visto antes.

Y las primeras alarmas comenzaron a sonar cuando en octubre se informó de un aumento drástico en el número de bebés que nacían con microcefalia en el estado de Pernambuco, en el noreste del país.

Datos del Ministerio de Salud de Brasil muestran que en el estado de 9 millones de habitantes tienen lugar, en promedio, 129.000 nacimientos anuales, y entre éstos hay entre 10 y 12 nacimientos con microcefalia.

Pero tal como informó la Organización Mundial de la Salud (OMS), para diciembre de 2105, cuando el gobierno brasileño declaró una emergencia de salud, Perambuco había documentado 804 nacimientos con microcefalia.

Cuando los investigadores comenzaron a encontrar creciente evidencia del vínculo entre el zika y el trastorno congénito, la comunidad científica quedó anonadada.

¿Por qué no se detectó antes el vínculo con la microcefalia si el virus había estado en África y Asia durante décadas?

El profesor Paolo Zanotto, que dirige el Laboratorio de Evolución Molecular de la Universidad de Sao Paulo y está coordinando el grupo multidisciplinario que estudia el zika en Brasil, cree tener la respuesta.

El virus, dice, ha mutado y se ha vuelto mucho más eficiente y peligroso.

“Durante una investigación que realicé con científicos africanos en el Instituto Pasteur en África analizamos los patrones de movimiento del virus en África y vimos que éste sólo afectaba a monos contagiados por los mosquitos Aedes” explica el científico.

Pero notaron que cuando el virus logró escapar a Asia, a principios de la década pasada, éste estaba siendo transmitido por el Aedes albopictus.

Después se fue acercando gradualmente hacia América por el Pacífico. Y cuando fue detectado casi simultáneamente en la Isla de Pascua, Chile, y el noreste de Brasil, el virus había cambiado y se estaba propagando rápidamente en humanos.

“Vimos que el virus había sufrido alteraciones. Por ejemplo, vimos que en América del Sur el virus estaba siendo propagado por el mosquito Aedes aegypti, los mismos mosquitos de África y, lo más importante, notamos que el virus se estaba propagando mucho más entre humanos”, explica Zanotto.

Estas nuevas mutaciones, dice, han hecho que el virus se vuelva mucho más eficiente para reproducirse en las células humanas y de esta forma se han multiplicado las infecciones.
El profesor Scott Weaver de la Universidad de Texas en Galveston, está de acuerdo en que el virus ha cambiado.

Tal como le dijo a la revista New Scientist: “Quizás (el virus) ahora es capaz de infectar a los mosquitos más fácilmente o de multiplicarse con mayores niveles en los humanos”.

Sin inmunidad

Tanto el profesor Weaver como Zanotto subrayan que también es necesario considerar otro factor que pudo haber influido en la peligrosidad del zika.

Es probable, dicen, que el aumento en la transmisión se deba a la llegada del virus a un nuevo territorio, donde la gente no ha tenido exposición previa al patógeno y, por lo tanto, no tiene inmunidad.

Por ahora lo que es más preocupante, aseguran los investigadores, son las complicaciones que se están viendo con la infección, principalmente la microcefalia congénita, que impide el desarrollo cerebral del feto.

En estos momentos hay varios equipos de científicos en el mundo investigando si las recientes cepas del virus son más eficientes para contagiarse y cuáles son las mutaciones con las que lo hacen.

Pero los resultados tomarán tiempo y, mientras, el virus continúa propagándose: se calcula que desde que fue detectado en mayo de 2015 el virus ha infectado a hasta 1,3 millones de personas solo en Brasil.

Por eso el profesor Paolo Zanotto, que en breve presentará sus hallazgos para publicación, subraya la importancia de vigilar el virus y desarrollar mejores análisis de diagnóstico en la región.

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