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Entrevista a Antonio Ortuño: ‘La literatura individualiza’

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Los temas trascendentales para el escritor jalisciense Antonio Ortuño son el envejecimiento, el fútbol y la música, en especial, la música punk, aquella que inició a finales de los años 60 y comienzos de los 70, en Inglaterra y Estados Unidos. Sociedades saturadas de rígidas normas socioculturales, que intentaban ocultar la opresión social y cultural de la época que sufrían los jóvenes que no veían ningún futuro.

Antonio Ortuño fue ganador del V Premio Ribera del Duero, con el Libro ‘La Vaga Ambición’ (Páginas de Espuma, 2017), un dispositivo literario que propone la escritura como un método de resistencia. Ha sido incluido en ‘Breve Historia del Ya merito’ (Sexto Piso, 2018), “una franja de resistencia ante la tecnología del razonamiento estadístico y económico del juego”; y fue seleccionado como parte del Berliner Künstlerprogramm del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico) para realizar una estadía artística en Berlín durante un año. Precisamente, hablamos de ello en esta entrevista y sobre su tradición literaria, la violencia en México, los escritores nacidos en los años 80 y el panorama electoral para el 2018 en tierras aztecas.

“Mi tradición es la de los satíricos sociales, si tal cosa existe. Pienso en una línea imposible con Brecht, Amis, Céline, Waugh. Y sería la de Ibargüengoitia; el humor negro social; has expresado. ¿Reniegas de tu inclusión en la “Generación Inexistente” que plantea el escritor Jaime Mesa, una generación que “parece más bien una convivencia entre tíos y sobrinos”?

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La Generación Inexistente es una categoría de estudio, no un grupo de gente voluntariamente relacionada. Renegar de ella sería como renegar de aparecer en un censo. Pero no me entiendo como parte de ningún grupo. La literatura individualiza, al leer o escribir. Esa es su gracia.

Ganaste el V Premio Ribera del Duero, por el Libro ‘La Vaga Ambición’ (Páginas de Espuma, 2017). El jurado destacó el “gran dominio” que demuestras para desarrollar tus relatos y también tu “capacidad humorística”, que “no va en detrimento de la emoción”. Háblame de los personajes que habitan estos cuentos, del narrador, la escritura y la paternidad.

Son cuentos, los de ‘La vaga ambición’, relacionados entre sí por el narrador, que es un escritor cuarentón y de medio pelo que busca sobrevivir en el medio literario y padece las desdichas que todo el que escribe conoce de sobra: lecturas a medio llenar, anticipos que tardan, pagos que no llegan. Pero que también puede asomarse a la parte fundamental y trascendente de la escritura, que es la que sucede entre el texto y el lector. Arturo Muray, el narrador, relee su negro pasado y su gris presente con la ironía y la luz que le dan la derrota y el paso del tiempo. No es un escritor “maldito” y soberbio: es un sobreviviente, un luchador. Me dan risa los intentos, tan comunes, de sacralizar e idealizar la vida del escritor. Este libro va en un sentido contrario: la embiste y la desmenuza sin caretas pero también sin melodrama. Es un libro, creo, justo.

Has escrito sobre la quiebra del concepto de masculinidad en el siglo XX, la política, la sátira, el humor, las tragedias personales y las tragedias en la esfera pública. ¿De qué te falta escribir?

De las cosas realmente importantes en el mundo, que son el envejecimiento, la música y el futbol, claro. En eso estoy.

¿Si tuvieras que redactar la biografía de un ícono de la música punk, de quién sería?

Me gusta mucho el personaje de Paul Weller, de The Jam, que ni siquiera se sintió punk, que viró hacia el soul y ha seguido experimentando con la música. O, por qué no, Ian MacKaye, de Fugazi, esa suerte de punk tranquilo, sabio. Pero en el fondo, una biografía no es nada punk. Un punk de verdad escribe su autobiografía, como John Lydon, y no deja que nadie lo haga por él.

No te interesan ni los capos ni los sicarios, te interesan mucho más las víctimas de la violencia. ¿Cómo tocar estos temas desde la ficción sin vulnerar la susceptibilidad de los afectados?

Porque los afectados somos, en México, casi todos. Solo hace falta darse cuenta.

¿’Buzzcocks’ o ‘Sex Pistols’?

No hay por qué elegir. Ellos y muchos más. Pero los punks que más me latieron, siempre, fueron The Clash.

¿Qué opinión te merece la generación de los escritores nacidos en los 80, y a quién recomendarías seguirle las letras?

Hay muchos ochenteros interesantes en la narrativa ¿no? Creo que Fernanda Melchor es una crack. También me late lo que hacen Franco Félix, Gabriel Rodríguez Liceaga, Tizano, Saldaña, Garba... Y hay un fenómeno crucial, si hablas de los ochenteros, que es la abundancia de escritoras con voces singulares y un reconocimiento crítico en aumento: ya hablaba de Melchor. Y Valeria Luiselli, que es famosísima en EU, y Brenda Lozano, Ave Barrera, Jáuregui, Jufresa, Gerber, Torres Olivares, Jongitud…

Háblame de tu texto en ‘Breve Historia del Ya merito’ (Sexto Piso, 2018), una antología que “cumple con el requisito de todos los buenos libros de futbol, que puede permitirse hablar de lo que sea —de la infancia, del padre o la madre, por supuesto de la amistad, y de historia—, y de literatura, y de la iniciación sexual y de drogas y alcohol”, como escribe Julio Patán.

Es una memoria del mundial del 86, el que viví como el mundial de mi infancia, y el que más he sufrido en la vida. Intenté contarlo llanamente, sin adornitos ni farsas, y los disfruté bastante.

¿En qué proyecto trabajarás durante tu estadía artística en Berlín, como parte del ‘Berliner Künstlerprogramm’ del ‘DAAD’?

Si aprendo a escribir en otro sitio que no sea mi propia casa, como he hecho toda la vida, pues trabajaré en una novela. Siempre estoy escribiendo una novela. Cuando no lo hago me siento un homeless en busca de cuatro paredes y un tejado.

La historia de ‘Méjico’ (Océano, 2015) se repite una y otra vez: “el conflicto México-España no se resolverá nunca”. La historia de dos anarquistas que llegan a México huyendo de todo y la de un mexicano hijo de españoles que por el clima de violencia de Guadalajara se tiene que ir a vivir a España; ¿es tu historia ahora con lo de la estadía en el extranjero?

No precisamente. Yo no huyo de México: me voy un tiempo a una residencia en el extranjero. Mi familia sí se fue de España en busca de una vida mejor, como tantos millones de migrantes. Y así acabé mexicano, cosa que me parece muy bien. Es complicado, por la historia común, que es a veces atroz, eso de ser mexicano y llevar encima la ascendencia española y no renegar de ella. Para mí fue un conflicto de años. Ahora lo tomo con humor, porque a fin de cuentas uno no está atrapado fatalmente en la historia y sus secuelas. La literatura, ya lo dije hace rato, singulariza. El escritor tiene un pasaporte en blanco siempre. Si se enamora de su nacionalidad, me interesa mucho menos. Que se ponga a vender artesanía.

¿Cuál es la responsabilidad de un escritor como Antonio Ortuño frente a los asesinatos de los tres estudiantes de cinematografía: Salomón Aceves Gastélum, Daniel Díaz y Marco Ávalos; y de la nueva ola de violencia en Jalisco?

Bueno, la pregunta es rarísima, ¿no? Mi responsabilidad directa no es ninguna. En todo caso, los crímenes son culpa de quien los comete y en segundo plano, de la autoridad que los permite. La sociedad de Jalisco no es mejor que la de ningún otro lado de México: es igual de egoísta y desentendida. Solo una parte muy menor se preocupa y se aflige con lo que pasa. La mayoría prefiere voltear a otro lado y seguir con su vida hasta donde los dejan. Yo creo que un escritor debe comprender lo que pasa a su alrededor y no mentirse sobre ello pero no puede hacer mucho más que no ignorarlo. El escritor súper-héroe activista me parece un personaje innecesario y nocivo para la literatura. Respeto lo suficiente a los activistas para no querer robarles cámara haciéndome pasar por uno de ellos.

¿Qué opinas del caso de Armando Segovia Romero, alias “El Manyus”, de la banda de punk ‘Los Atheos’ de Guadalajara?

Todo crimen me parece atroz, de entrada. Pero qué puedo opinar de un crimen que involucra gente que solo conozco o conocí de vista. Sé lo que me han contado otros. Ojalá se investigue a fondo y ojalá el culpable pague según lo que dice la ley. En medio de la impunidad nacional sería un pequeño consuelo que hubiera justicia. Pero me parece que sería tonto opinar más. No soy cercano.

¿Cuál es tu panorama electoral para el 2018?

Es siniestro. No voy con ninguna fuerza mayoritaria. Siempre he odiado al PRI. El PAN me parece igual de malo. Y no veo a Morena distinta. Ojalá me equivoque, porque parece que ellos van a ganar, pero mi voto no lo han ganado. Yo votaré por María de Jesús Patricio para la presidencia. O sea, anularán mi voto. Mis únicos votos efectivos serán para los independientes de Jalisco. Pedro Kumamoto para senador y los candidatos a diputado local y federal del grupo de wikipolítica. Y nada más.

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