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‘Procesador de textos’: Una entrevista con Pierre Herrera

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Ensayista, narrador, doctor en humanidades, programador eléctrico y bot literario, Pierre Herrera (Morelia, Michoacán, 1988) se define a sí mismo como un procesador de textos.

Al leer a Pierre, nos damos cuenta que la literatura y la ufología caminan de la mano, ambas son fenómenos auténticos de trascendental importancia para la humanidad, sin embargo, por alguna razón, se nos están ocultando, pero nos observan; o como diría Albert Chop (director adjunto de Relaciones Públicas de la NASA): “He estado convencido desde hace mucho tiempo que los platillos voladores son interplanetarios.

Estamos siendo observados por seres del espacio exterior”. Así mismo, Herrera (Al igual que Graciela Speranza) cree en los narradores supralunares, flaubertianos con telescopio que coexisten en la Luna; entidades alienígenas que escriben sobre la ya extinta vida humana.

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Algunos de los textos de Pierre Herrera han aparecido en revistas de literatura como Tierra Adentro y Punto de Partida, así como en libros de ensayos literarios y revistas de teoría literaria y cultural. Su último libro es ‘Pero quien es el soñador de sueños’ (Centro de Cultura Postdigital Jaime Maussan, 2018).

Aquí una entrevista con este escritor índigo, microcontrolador de contenidos y cpu en la editorial digital Broken English.

Háblame de tu interés del arte como una forma de desapropiación, pero también, de comunidad.

Afuera de la que fue la casa de mi padre y madre, todos los viernes se instalaba un pequeño tianguis, donde a veces comprábamos verduras, chicharrón y donde yo comencé a hacer mi colección de discos piratas.

Los domingos, por otra parte, íbamos en familia a otro tianguis más grande: el Audi, donde uno nunca encontraba lo que estaba buscando pero encontraba algo. Ahí me hice de casi todos mis libros hasta que dejé de vivir en Morelia.

Esos libros era más apariciones que resultado de una verdadera elección. En mi casa los libros eran escolares, y en una ciudad de provincia en los 90s, como había muy pocos lugares donde conseguir libros (no existía Amazon), me hice lector con lo que encontré que fueron ediciones maltratadas pero también descatalogadas.

Por supuesto esa caza de imposibles tenía mucho de criptozoología, y me encantaba, y me sigue fascinando. Todo esto sólo para decir que aquello que después repensé desde el arte, siempre había estado a mi alrededor; así, la precariedad de materiales y referentes culturales que podrían pensarse como una desventaja, en realidad yo las asumí como una oportunidad para crear sin ataduras. Es sabido, que los tianguis mesoamericanos se distinguen porque sus miembros se saben parte de una comunidad que se cuida.

¿Cómo es un narrador supralunar?

La idea es de Graciela Speranza, o al menos fue de ella de quién aprendí el concepto en un seminario que ella impartió en el Centro de la Imagen. ¿Te imaginas que el narrador flaubertiano viviera en la Luna y tuviera un telescopio, y en realidad fuese una entidad no humana que pudiera escribir sobre la vida humana como si ésta ya no existiera más y fuera sólo ese diminuto instante en el universo que es? Así.

“No quiero saber de qué miserias se alimenta la poesía”, escribe Felipe Polleri en Gran ensayo sobre Baudelaire (Tusquets, 2015). ¿Qué influencia tiene este autor uruguayo en tu literatura y de qué miserias crees que se alimente la poesía?

La primera vez que leí a Polleri fue porque un amigo me prestó, precisamente, el Gran ensayo. Esa vez pensé algo así como: Mierda, esto se puede hacer con la prosa. Creo que el arrebato de Polleri es un arrebato contra la escritura bien hecha, contra los buenos modales y la prosa de taller, contra todo valor burgués que pueda seguir reproduciendo la prosa que heredamos de Alfonso Reyes y Martín Luis Guzmán.

Creo que todo eso hiede como el tipo de miseria que sigue alimentando, no sólo a la poesía, sino a una forma muy utilitaria y elitista de pensar la literatura. Buena poesía, mala poesía, puf. ¿Encaja en tu idea de poesía? Entonces posiblemente no sea poesía.

En “Ficción como amistad, cruces de Vila-Matas y Pitol”, tu texto para el vol. VI 2 de Pasavento, revista de Estudios Hispánicos de la Universidad de Alcalá, ensayas sobre “la posibilidad de crear un espacio, más allá de las letras, donde la deuda de la amistad no se paga, sino que se posterga para seguir existiendo”. Más que de la relación entre Vila-Matas y Pitol, háblame sobre tu concepto de amistad.

Me gusta pensar que todos lo grupos artísticos, todos los movimientos y escuelas, todas las disidencias compartidas, están antecedidas y precedidas de amistad, de esa confidencia para la hamartia.

“En cuanto a como se escribe hoy, principios del tercer milenio, impera el uso de procesadores de texto; ya sea en pc, en laptop, o en tablet. Qué lejos está Ocaranza, quien nunca escribió haciendo uso de medios electrónicos, como hago yo ahora”. Escribes en el apartado “Declaración poética” de tu libro de ensayos El otro Ocaranza (CONACULTA / SECUM, 2014), premio Michoacán de Literatura “María Zambrano”. ¿Cuáles son tus procesos escriturales a través de las nuevas tecnologías?

Comencé a escribir en una Compaq con Word 2000, que caía en espasmos cada tanto y que cubríamos con plástico para que no se empolvara pero aún así se empolvaba. Siento que cada dispositivo de escritura requiere un medio, un proceso, un cuidado y una salida particular. Esto no se trata de escritura por demanda. N

o se trata de moda, se trata de mantenerse en un espacio donde la materialidad sea determinante y relevante para la escritura. Por eso me encanta cuando Zurita escribió en el desierto y en esos acantilados negrísimos, ¿de qué están hechas esas palabras que podemos leer sólo desde el cielo, como un dron, o con Google Maps?

¿Confías en la palabra creatividad?

Existen muchas maneras de creatividad, algunas menos onerosas que otras y no por ello menos valiosas. Escrituras menores y corporales; escrituras afantasmadas y meméticas. El otro día vi a una paloma comer cheetos afuera de la Biblioteca México, y eso me hizo pensar en la adaptabilidad de lo vivo, y eso, a su vez, me recordó a la escritura de Cecilia Pavón, en específico, a su texto titulado “Hamartia” donde escribe que es muy tonto querer que alguien entienda la felicidad de la literatura o la felicidad a secas, porque eso es algo que no se puede explicar, sólo se puede experimentar, y siempre estará del lado de las personas que no quieren demostrar fuerza con las palabras.

Convérsame acerca de la interacción del lector con el texto, en Objetos no identificados (CONACULTA / Centro de Cultura Digital, 2017). Esa “idea de la página con materialidades digitales, la página es el soporte de una constelación”.

Ese libro nació de la interacción. Fue creciendo y tomando la forma que tiene ahora gracias a las pláticas con Mónica Nepote, Canek Zapata, los editores, con los chicos de Malaletra, quienes crearon el epub e hicieron posible esa constelación movible y ese subrayado para la relectura, y con Juan Pablo Anaya, quien escribió un texto de cierre y con quién hice la última corrección del texto; claro, hay más personas involucradas en la revisión y corrección del texto, y todas son personas muy queridas por mí.

No está de más decir que la constelación a la que me refiero es la que acabo de describir, y en la que está incluida la persona que se acerca al libro. Creo que la materialidad del éste tiene su igual en el proceso mismo que lo hizo posible. Interacción es otra forma para decir lazo, enlace, click, link, que es la forma para navegar ese objeto digital.

¿Qué mecanismos activa la obra de Augusto Monterroso en la escritura de Pierre Herrera?

Hace años escribí un texto, “Movimiento díptero”, en el que quería imitar las formas y desviaciones de Monterroso; creo que fue la primera vez que leí con un detenimiento especulativo, no para escribir sobre algo, sino desde el espacio que crea ese algo, en ese caso: la mosca, que en su dispersión obsesiva y su siempre toparse contra los límites, me identifiqué. Si embargo, creo que lo más importante de mi lectura de Monterroso fue notar el papel que tienen los animales en sus textos, y cómo, qué mecanismos creó para hacer un espacio para esas otras vidas.

“Puedes ser todo lo que quieras: un irreverente o un hijo de puta, un genio o un complejo idiota. Lo que sea, te digo, todo, excepto un mentiroso”. Apuntas en el relato “Porque parece verdad”, en el Nº 34 de la revista de literatura & cultura alternativa Clarimonda. Convérsame del concepto de originalidad y de la verdad en tu obra.

Ese viejo cuento que citas trata sobre Maradona y sobre un tipo de redención soterrada que intuía en su figura. Ahora estoy leyendo mucho a Mario Levrero; él tenía la idea de que hay hechos luminosos que determinan etapas y decisiones vitales, son momentos mínimos, como destellos de luciérnagas, que sin embargo al ser llevados a la escritura suenan superfluos y obvios. En general, consideramos las obviedad como una perdida de tiempo. Yo las creo muy importantes; perder el tiempo es vital. En cada detalle existe la posibilidad de encontrase con un tipo de verdad que tal vez no podamos compartir directamente pero que es importante y tal vez, de manera indirecta.

La oportunidad de crear ficciones es la oportunidad de reincidir en esas obviedades para descubrir algo que siempre estuvo ahí, y no habíamos notado.

Háblame acerca de los talleres de autor, y cuántos conoces como éstos; tema que desarrollas en Dafen: dientes falsos (FETA, 2017).

He trabajado como escritor fantasma y eso es lo más cerca que he estado en una situación parecida en el campo literario. Los talleres de autor, cualquiera que sea su campo, son la capitalización de un estilo, de una historia; son infraestructuras violentas de usura que invisibiliza trabajos y procesos. ¿Podríamos pensar en una figura opuesta a estos talleres? ¿Formas de contribución no centradas en el capital económico y cultural? ¿Organizaciones subalternas de disidencias y resistencias?

“¡Y nadie hace nada!”, decía Jaime Maussan en Tercer Milenio (él asegura que nunca pronunció la frase), programa que trata temas sobre extraterrestres y el fenómeno ovni. ¿Por qué nombrar a una editorial como Centro de Cultura Digital Jaime Maussan?

El CCDJM es el centro de operaciones de Broken English, que es movible, porque toda fiesta es movible. En Brkn nos encanta lo que está cifrado en Tercer Milenio: la posibilidad de la vida extraterrestre, la especulación sobre espacios cotidianos, la idea de que algo maravilloso e inexplicable puede ocurrir frente a ti, las teorías de conspiración, los discursos populares que se entremezclan con cierta materialidad de la tecnología, mensajes cifrados en código binario, cámaras de video, tecnologías obsoletas que se resisten a desaparecer, colores marcianos, imaginación utópica, formas de vida más allá de la humana, una cierta arqueología del futuro, y una nostalgia por los 90 de la que no podemos separarnos.

Hablemos de Broken English, una editorial donde participan los memes y donde los bots son artistas conceptuales en redes.

¿Qué es Brkn?, nos preguntan constantemente en nuestro grupo de shitpost de Facebook y cada persona da una interpretación, y eso es Brkn, un espacio multiplataforma comandado por bots, de memética y poesía, de arte, equívocos y código, de glitch y glitter. Aunque para mí, también es una comunidad de afectos. Quiero aprovechar para mandar un saludo a Canek y David Martínez, y a Sara Cuevas, que vio un ovni en Metepec en 1993.

¿Puede un meme ser referente académico?

¿Sólo uno?

¿Ben Lerner, Cecilia Meireles, Chelsea Martin, Simon Armitage, Tao Lin, Angélica Freitas, Sam Ray, Arnoldo Antunes, Carol Ann Duffy o Mimoza Ahmeti (o todos juntos en gang bang)?

He leído la alt-lit y me divierte y me ha conmovido mucho. Y su deseo de desacralizar mecanismos de escritura y formas de distribución, me parecen interesantes pero funcionan porque existen en un espacio donde la industria editorial permite ese tipo de posicionamientos no canónicos y no por ello se les tilda de no-literarios.

Es claro que el campo económico determina muchos de estos aspectos, y aún así siento que en español se sigue prefiriendo la seriedad borgeana a la irreverencia gombrowicziana.

En México, la cosa es distinta que en EUA; se sigue creyendo, mayormente, que la experimentación, la interacción con materiales que no sean libros y palabras está más relacionado con el arte que con la literatura, en el mejor de los casos. Lo cual es absurdo, como es absurdo esa separación entre la academia mexicana y las investigaciones como las de Hito Steyerl. Crear espacio posibles donde uno pueda ser quien quiera ser y hacer lo que uno desee, sin ningún tipo de recriminación o agresiones, es una de las tareas más complicadas pero creo que son las necesarias, y son posibles.

¿Es Pierre Herrera un poeta, un ensayista, un narrador, un Doctor en Humanidades, un programador eléctrico o un bot?

Soy un procesador de textos.

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