Anuncio

Diabéticos debaten entre comer y medicarse

David Burns, de 38 años y quien padece diabetes tipo 1, prepara su insulina para inyectarse en casa.
(NIKLAS HALLE’N / Getty)
Share
Kaiser Health News

Los altos precios de los medicamentos de venta con receta son un tema político importante, y medicamentos como la insulina surgen como un símbolo del problema.

Tras casi duplicar su precio de 2012 a 2016, el medicamento para la diabetes ha llamado la atención bipartidista en el Capitolio e incluso ha merecido una mención en un reciente programa de comedia de Netflix.

Los votantes dicen que frenar estos precios debería ser una prioridad para los legisladores, y los candidatos presidenciales demócratas les prestan atención.

Anuncio

En una asamblea pública de CNN el 22 de abril, la senadora Kamala Harris de California, una de los demócratas que compiten por la nominación de 2020, respondió a una pregunta sobre la atención médica destacando el precio disparado de la insulina.

“Uno de cada cuatro pacientes diabéticos en nuestro país no puede pagar su insulina”, declaró.

Ese es un número sorprendentemente alto, señalan investigadores, y podría convertirse en un tema de discusión al cual los demócratas regresen a lo largo de la temporada de campañas. El costo de la insulina resuena particularmente dadas las tasas de incidencia de diabetes.

Según la Asociación Americana de la Diabetes (ADA), alrededor de 1.25 millones de estadounidenses sufren de diabetes tipo 1 (menos común que el tipo 2) y no pueden vivir sin insulina.

Con eso en mente, decidimos profundizar para ver si es posible verificar la declaración de Harris.

Tres conjuntos de datos diferentes respaldan la afirmación de Harris

Cuando se le preguntó acerca de esta declaración en particular, la oficina de campaña de Harris citó un estudio revisado por otros científicos y publicado en diciembre, el cual analizó a las personas con diabetes que reciben tratamiento en el Centro para la Diabetes de Yale en New Haven, Connecticut.

De 199 participantes, 51 (poco más del 25%) informaron que redujeron o dejaron de tomar insulina debido al costo.

El estudio es pequeño y se limita a un área metropolitana. Pero es probable que muestre una imagen más o menos precisa a nivel nacional, estimaron tres investigadores académicos de atención de la salud.

“Las características de las personas incluidas parecen razonablemente bien distribuidas en relación con los parámetros en que pensamos, como edad, tipo de seguro, raza y origen étnico”, detalló Stacie Dusetzina, profesora asociada de política de salud en la Universidad de Vanderbilt. “Probablemente, son justo el objeto de estudio”.

El estudio también corresponde con otros sondeos, aunque estos también tienen limitaciones.

Uno, encargado por la Asociación Americana de la Diabetes y publicado en mayo, encuestó a unas 530 personas en línea cuyas características demográficas correspondían a los datos nacionales de las personas con la enfermedad.

Alrededor del 27% de los encuestados sugirió que el precio de la insulina “afectó su compra o uso de insulina durante el último año”.

También hay una encuesta de inclusión en línea administrada por T1 International, un grupo activista a favor de personas con diabetes.

Sus resultados y metodología de 2018 son revisados por otros científicos y aún no se publican en su totalidad, advirtió James Elliott, uno de los fideicomisarios de la organización. Sugirió que probablemente al final apoyaría el dato “uno de cada cuatro” de Harris.

Hay algo de extrapolación, pero el punto es “más cierto que falso”.

La salvedad es que el comentario de Harris se basa en datos limitados y sólo uno de los estudios fue verificado por otros científicos.

Aunque el precio de la insulina se ha disparado en los últimos años, ninguna encuesta o estudio nacional importante ha dado seguimiento a la asequibilidad de la insulina, comentó el doctor Jing Luo, un instructor de la Escuela de Medicina de Harvard que participó en el estudio de Yale e investigó los precios de la insulina de manera más general.

Eso quizá limita cualquier esfuerzo para formular un argumento en torno al acceso a la insulina en todo el país o, como mínimo, requiere una extrapolación.

Dicho esto, la cifra uno de cuatro es “más cierta que falsa”, aseguró Luo.

“Es tan preciso como lo permiten ver los datos disponibles”, agregó Luo. “Es una estimación razonable. Realmente, no hay datos que sugieran lo contrario”.

También preguntamos sobre la selección de palabras específicas de Harris: “no pueden pagar su insulina”. Todas las investigaciones que examinan este problema no hacen esa pregunta precisa, sino que preguntan si el costo ha dado lugar a que un paciente compre o use menos cantidad del medicamento.

Eso, según los analistas, es, de hecho, un buen indicador de si las personas no pueden pagar la insulina, y puede subestimar el problema, añadió la doctora Kasia Lipska, la endocrinóloga que dirigió el estudio de Yale, ya que no tiene en cuenta a las personas que siguen comprando el medicamento pero escatiman en comestibles u otras necesidades como resultado.

Nuestro veredicto

La falta de un estudio nacional es un problema, sin duda, y hasta cierto punto limita la medida en que podemos confirmar la cifra de Harris de “uno de cuatro”. También es importante recordar que se refiere a un grupo más estrecho (sólo pacientes con Tipo 1) en lugar de todas las personas con diabetes.

Pero los expertos sugirieron ampliamente que los hallazgos en los tres informes a los que se hace referencia (un artículo académico verificado por otros científicos y dos sondeos) apoyan ampliamente su afirmación.

Y el amplio significado de la frase “no pueden pagar” significa que el problema pudiera ser más importante de lo que sugieren estos conjuntos de datos, ya que solo miden a las personas que no toman su medicamento, no a aquellas para quienes los precios de la insulina quizá creen otros problemas financieros.

Esta declaración es precisa, pero necesita información adicional. Calificamos esta afirmación como Principalmente Cierta.

Anuncio