Anuncio

El archivo alemán del Holocausto reveló en la web millones de sus documentos

Share

Dieciséis mujeres en el campo de concentración nazi de Buchenwald fueron obligadas por los guardias de las SS a trabajar como prostitutas para otros 86 presos, en la noche del 7 de agosto de 1943.

Stahlheber, Zange, Rathmann, Fischer, Kolbusch y Zimmermann -los apellidos de algunas de ellas- encarnaron una historia dolorosa, que fue ocultada largamente del público en general. Son vidas robadas, enumeradas en una sola página llamada “Recibos de burdel”; parte de más de 13 millones de documentos relacionados con el Holocausto que fueron recuperados de los campos de concentración al final de la Segunda Guerra Mundial y cargados en línea, el pasado martes, en formato digital por el Servicio Internacional de Rastreo en Alemania.

La organización internacional -que también anunció el pasado martes que cambiará su nombre a ‘Arolsen Archives- International Center on Nazi Persecution’, espera que poner los documentos ampliamente a disposición del público ayude a los investigadores y familiares a aprender más sobre la máquina nazi de la muerte. Es la primera vez que el enorme volumen de documentos son puestos a disposición en línea. Arolsen Archives se encuentra en la ciudad de Bad Arolsen, en el centro-norte de Alemania, unas 90 millas al norte de Frankfurt.

Anuncio

La página de “Recibos de burdel”, que también incluye el número de reclusos (de tres a nueve) con los que cada mujer se relacionó esa noche, fue escrita en inglés el 4 de mayo de 1945, presumiblemente por un investigador aliado, cuando terminó la guerra.

La lista también detalla cuánto recolectaron las mujeres (2 marcos imperiales por cliente, o poco menos de $1 dólar, según el tipo de cambio anterior a la guerra) y la proporción que debieron entregar a los guardias del campo de prisioneros, llamados Fricke, Koch y Gust: más de las tres cuartas partes de los 172 marcos imperiales que percibieron esa noche.

Arolsen Archives anunció la carga digital de una gran cantidad de documentos originales, que incluyen nombres y más información sobre 2.2 millones de personas; los deportados a campos de concentración y trabajos forzados, informes de muertes y testimonios de posguerra de muchos sobrevivientes. La entidad continuará con la carga de los dos tercios restantes de documentos en su poder -sobre muchos millones más de personas- en los próximos meses y años.

También hay documentos relacionados con algunos cuyas vidas y trabajo ayudaron más tarde a explicar a las generaciones de posguerra la insondable oscuridad del Holocausto: el industrial alemán Oskar Schindler, que intentó proteger a los judíos de la deportación y se le atribuye la salvación de aproximadamente 1.200 vidas; un premio Nobel de la paz, Elie Wiesel, y la joven alemana llamada Anne Frank, que escribió “The Diary of a Young Girl” (conocido en español como “El diario de Ana Frank”), publicado después de su muerte en el campo de exterminio de Bergen-Belsen.

Dirigida por la Cruz Roja después del final de la Segunda Guerra Mundial, la organización fue criticada durante mucho tiempo por mantener controles muy estrictos sobre la información. Los documentos fueron recuperados de los campos de exterminio nazis en toda Europa por las fuerzas aliadas y depositados en los archivos. La considerable presión posterior de Estados Unidos ayudó a forzar la apertura parcial de los registros, en 2007, un hito importante antes de la apertura total, el pasado martes, en la institución.

“Estos archivos son el testigo de las atrocidades nazis”, afirmó Floriane Azoulay, directora de Arolsen Archives, en una entrevista telefónica con The Times. “Es un día muy gratificante para todos aquellos que han luchado incansablemente durante décadas para que estos archivos se abran. Los sobrevivientes, sus hijos y nietos que vienen aquí, siempre nos dicen: ‘Nunca dejen que estos archivos sean olvidados. Manténganlos a salvo y muéstrenlos al mundo’. Eso es lo que estamos haciendo hoy”.

Azoulay, una francesa de 49 años y que fue directora de la institución durante tres años, espera que la publicación mundial del primer tercio de los documentos ayude a los académicos y sobrevivientes, así como al público en general, a aprender más sobre la magnitud del Holocausto -en parte gracias al meticuloso registro de los nazis comandados por Adolf Hitler-. Los registros también sirven, tácitamente, como un baluarte contra quienes intentan negar el Holocausto, lo cual, a pesar de las garantías constitucionales de libertad de expresión, se considera un delito grave en Alemania y es castigado con largas penas de prisión.

“Antes de 2007, los archivos no estaban realmente accesibles para los investigadores o el público”, relató Azoulay. También señaló que las solicitudes de información de sobrevivientes o académicos a menudo demoraban mucho, y que los documentos originales no estaban disponibles a raíz de -según se argumentaba- las estrictas normas de protección y privacidad de datos de Alemania.

Los archivos, una de las colecciones más grandes que involucran persecuciones nazis llevadas a cabo en cualquier parte del mundo, alcanzarían las 16 millas de longitud si fuesen alineados, y permanecen guardados en cuatro grandes edificios en Bad Arolsen, una pequeña ciudad balneario con una población de 15.000 habitantes.

“Antes de 2007, tomaba mucho tiempo y la institución no siempre estaba del todo receptiva ni era transparente con respecto a las búsquedas de información”, agregó. “Era difícil para los familiares de las víctimas o sobrevivientes obtenerla. En ese momento, estaba bajo el control de la Cruz Roja y su decisión era mantener los archivos mayormente cerrados, por razones de privacidad. Afortunadamente, todo eso cambió”.

La presión de Estados Unidos -en particular en una audiencia en Washington, de un Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, en 2007- ayudó a abrir los archivos para los estudiosos y familiares de las víctimas, más adelante ese mismo año.

Arolsen Archives, establecidos en 1943 para ayudar a localizar a personas desaparecidas, incluye casi toda la colección de documentos recuperados de los dos principales campos de concentración nazis en Alemania: Dachau y Buchenwald. La organización también colabora con Yad Vashem, de Israel, y el museo del Holocausto en Washington.

La organización es más grande pero menos conocida en Alemania que otra agencia, la Oficina Central para la Investigación de los Crímenes Nacionalsocialistas, ubicada en la ciudad de Ludwigsburg, al suroeste del país. Esta última fue creada en 1958 para llevar a los criminales nazis a la justicia y supervisa 1.7 millones de registros de sospechosos, lugares y unidades militares de las SS.

“Arolsen es una de las colecciones de archivos más importantes del mundo sobre el Holocausto y muestra lo masivo y metódico que fue”, aseveró Hajo Funke, politólogo de la Universidad Libre de Berlín y autor de un nuevo libro, “The Struggle Over Memory” (la lucha por la memoria), sobre el decreciente interés en estudiar la era nazi en Alemania. “Los documentos estuvieron ocultos e inaccesibles durante demasiado tiempo”, afirmó en una entrevista, y agregó que sólo hubo un interés limitado en la Alemania occidental de posguerra para llevar a los criminales de guerra nazis ante la justicia. “Es una muy buena noticia que pongan todo en la web, a disposición del mundo”.

Kirschbaum es corresponsal especial.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio