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¿Por qué el huracán Irma no mató a más estadounidenses? Gracias a los meteorólogos

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Durante un huracán en 1900, una oleada de tormenta surgida del Golfo de México aniquiló a unas 8.000 personas en Galveston, Texas.

En 1935, al menos 408 personas murieron cuando otro ciclón se estrelló contra los Cayos de la Florida, muchas de ellas veteranos de la Primera Guerra Mundial que trabajaban en proyectos de construcción.

Y en 1957, las olas provocadas por el huracán Audrey se estrellaron contra las costas de Texas y Luisiana, matando a 390 personas.

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El huracán Irma, que entró a Florida durante el fin de semana, fue muy similar a esas tormentas.

Entonces, ¿cómo es que el número de muertes -en Florida, Georgia y Carolina del Sur hasta la noche del lunes- se mantuvieron en un solo dígito?

La respuesta es la ciencia del monitoreo y la preparación en contra de los huracanes, así como la planificación gubernamental han mejorado dramáticamente en las últimas décadas.

Un estudio en la revista Epidemiologic Reviews calculó que Estados Unidos sufrió un promedio de 1.400 muertes por huracanes por década de 1910 a 1939, 700 muertes entre 1940 a 1969 y alrededor de 250 muertes por década de 1970 a 1999.

“El número de personas muertas en los huracanes se reduce a la mitad cada 25 años, a pesar de que las poblaciones costeras han aumentado”, dijo Hugh Willoughby, profesor de meteorología en la Universidad Internacional de Florida en Miami

Los errores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en el rastreo de tormentas se han reducido a la mitad en los últimos doce años, dándole a los residentes un total de 36 horas de aviso previo de que se espera un huracán. Hace apenas 5 años, eran avisos de 24.

Irma fue una de las tormentas más poderosas que se han registrado en el Atlántico.

Después de pasar a través de las islas caribeñas con vientos de Categoría 5, matando a al menos a 37 personas, se debilitó ligeramente, y entró directamente sobre la Florida, un estado que ha tenido un explosivo desarrollo inmobiliario en las últimas décadas, convirtiéndose en el tercer estado con más población del país.

La Florida fue azotada con grandes oleadas de tormenta, vientos violentos y fuertes lluvias que golpearon la península de sur a norte, inundando ciudades y privando de energía eléctrica a millones de personas.

Pero lo más impactante de Irma puede ser lo que no hizo: matar en grandes cantidades.

La mayor amenaza de un huracán no proviene de sus vientos, sino de sus oleadas de aguas oceánicas que inundan las costas, dejando a los sobrevivientes sin rutas para escapar. Un estudio del Centro Nacional de Huracanes de 2014 estimó que el 90% de las muertes por huracanes en Estados Unidos estaban de alguna manera relacionadas con el agua, en su mayoría ahogamientos. Entre el 5% y el 10% de las muertes se debieron a los vientos, sin contar los tornados.

A lo largo de las costas del Golfo y Atlántico del estado, la gente escuchó las predicciones de los meteorólogos y las órdenes del gobierno y evacuó antes de que el peligro llegara.

“Este fue un evento extraordinario, y en algunos lugares tuvimos eventualidades mucho más grandes de lo previsto”, dijo Heather Carruthers, quien abandonó su casa en los Cayos de Florida y llevó a su familia a la relativa seguridad de Orlando. Partes de la cadena de islas fueron inundadas por varios pies de peligrosas oleadas.

“Cuando vimos el tamaño de la tormenta, supimos que no era algo con lo que se juega”, dijo Carruthers, un comisionado del condado de Monroe. “Creemos que hicimos la llamada correcta al solicitar la evacuación de la población”.

Richard Olson, director del Centro Internacional de Investigación de Huracanes de la Universidad Internacional de la Florida, dijo que las autoridades habían conseguido reducir el peligro para el público”, dijo.

En los tiempos modernos, la mayoría de las muertes por huracanes ocurren en zonas donde nadie esperaba inundaciones”, dijo Olson.

El ejemplo más reciente es el huracán Harvey del mes pasado, que arrojó varios metros de lluvia sobre partes de Texas y mató al menos a 70 personas, la mayoría en inundaciones.

En el huracán Katrina, que asoló Nueva Orleans en 2005 y sigue siendo la tormenta más mortal de Estados Unidos en décadas, un estudio de mortalidad encontró que muchas de las 1.170 víctimas murieron en inundaciones cerca de donde la tormenta rompió los diques artificiales.

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