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La samba cumplió cien años

Un brasileño demuestra en un bar de Río de Janeiro que la samba todavía es joven y tiene mucho futuro por delante.

Un brasileño demuestra en un bar de Río de Janeiro que la samba todavía es joven y tiene mucho futuro por delante.

(MARCELO SAYAO/EFE)
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Derivada de los términos africanos semba o sambra, la samba -el samba, como se conoce en Brasil- tiene sus raíces en la religión de los esclavos llegados a Bahía y Río de Janeiro e incluso su coreografía se inspira en movimientos de las ceremonias de los orixas (dioses africanos).

Pero no fue hasta el registro de Pelo Telefone en la Biblioteca Nacional de Brasil, el 27 de noviembre de 1916, cuando se marcó una fecha de nacimiento de referencia.

Fue el primer tema registrado como samba carnavalesco y distribuido en los discos con la denominación de samba. Su éxito en el carnaval de 1917 catapultó el género y originó un nuevo estilo: la samba urbana, un ritmo sincopado que se toca y se baila en compás de dos por cuatro.

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Aunque hay muchas versiones sobre la autoría de Pelo Telefone, fue un conocido sambista de la época, Ernesto dos Santos, Donga, quien registró el tema.

Getúlio Vargas y la música oficial de Brasil

O chefe da polícia/Pelo telefone/ Mandou avisar/ Que na Carioca/ Tem uma roleta/ Para se jogar” (El jefe de la policía, por el teléfono, mando avisar, que en Carioca, hay una ruleta, para jugar), empezaba el tema.

La atrevida letra se atribuye al periodista Mauro Almeida aunque es, según los expertos, un trabajo coral resultado de las aportaciones de músicos y artistas que frecuentaban las casas de las Tías bahianas de la llamada Pequeña África, en las proximidades del puerto de Río, donde se instaló la población negra tras la abolición de la esclavitud.

Cuando se registró, para evitar problemas con las autoridades, el jefe de la policía pasó a ser O chefe da folia (el jefe de la diversión). Corrían tiempos difíciles. El ambiente portuario, los malandros y los músicos negros no gustaban mucho a la policía y había que evitar la provocación.

El éxito de Pelo Telefone contribuyó a sacar la samba de los límites de la Pequeña África y revalorizar un género que se veía como propio de zonas marginales.

Poco después, el apoyo del presidente Getúlio Vargas para la fundación de la primera escuela de samba, la Turma do Estacio de Sa, en honor al barrio considerado cuna del género, terminó por convertirla en la música oficial de Brasil.

Entre los nombres de oro del género, Ismael Silva, Ary Barroso, Ataulfo Alves, Ismael de Cartola, Paulinho da Viola y Aluisio Machado, creador de la popular Bumbum paticumbum prugurundum.

Aunque la samba es, en esencia, una producción coral. No tiene, como apunta la escritora e investigadora Helena Theodoro, una estrella indiscutible.

“Cien años después del registro de Pelo Telefone, ¿Cuál es la gran estrella de la samba? No tenemos. Los ingleses tuvieron a los Beatles, pero la samba fue de una cobertura enorme, con la participación de personas de las más distintas tendencias”.

“La samba se tornó una gran fuerza sin grandes estrellas”, continúa, convencida de que la mayoría de los sambistas siguen vinculados de alguna forma a la tradición religiosa de base africana, “porque no se puede disociar el aspecto religioso de la preservación de la samba carioca”.

Pedra do sal, cuna de la samba

Historia, religión y música se unen en la Pedra do Sal, en el corazón de la Pequeña África de Río de Janeiro, donde cientos de personas acuden para escuchar samba y bailar, al aire libre y gratis.

“Aquí se respeta la samba”. Una regla de oro que preside los conciertos de la Roda de Samba de Pedra do Sal, que nació hace una década de la decisión de un grupo de amigos de reunirse los lunes para compartir su pasión por la música.

Pero, la Pedra do Sal no solo es una cita obligada para los amantes de la samba. Tiene una carga histórica y religiosa que la convierten en un lugar único en Río.

Situada en el barrio de Saúde, próxima al puerto de Mauá, en la Pedra se instaló el mercado de esclavos de la ciudad. Cuando Brasil decretó el final de la esclavitud, en 1888, en la Pedra se desembarcaba la sal utilizada para conservar la carne. El nombre quedó para siempre.

La población negra, que en su mayoría trabajaba en el puerto, se mantuvo en la zona y creció con la llegada masiva de inmigrantes de Bahía.

La Pedra se convirtió en un lugar de ofrendas para los orixas y en el escenario de ceremonias religiosas y fiestas populares de la mano de personajes como la Tía Ciata, una de las bahianas que dirigían los ritos y encabezaban los encuentros de músicos y artistas precursores de las escuelas de samba.

La música evolucionó y se transformó en la samba urbana propia de Río. Eran los tiempos en los que las tradiciones afrocubanas se miraban con desprecio por parte de la sociedad blanca brasileña y la samba se consideraba un género marginal.

Tiempos en los que los malandros del puerto se juntaban con los negros cariocas y los bahianos y armaban fiestas improvisadas en las que no podía faltar la música en casas como la de Tía Ciata.

Avanzado el siglo XX, las huellas africanas fueron desapareciendo mientras avanzaba la urbanización del centro de Río y caía la actividad del puerto, y la Pedra se fue apagando.

Hoy, los músicos de la Roda de Samba de la Pedra se acomodan alrededor de una mesa, como si de una reunión casera se tratara, y repasan en su repertorio la historia de la samba.

“Este es el lugar donde comenzó todo, donde nació la samba. Aquí recordamos a los primeros sambistas. Incluso Donga frecuentaba Pedra do Sal. Es donde nos reunimos porque es un emblema”, explica Junior Travassos, miembro de la Roda.

“Es un lugar de grandes arquitectos de la música brasileña, de grandes poetas”, añade, orgulloso de haber contribuido a recuperar el protagonismo de la Pedra. “Cuando el grupo empezó a reunirse para tocar, no había nada aquí. Hemos conseguido impulsar la zona”.

Una centenaria con mucho futuro

Cien años después del primer registro oficial de samba, el género es todavía joven y tiene mucho futuro por delante.

En este siglo se ha transformado y se ha reinventado, con el tambor, el cavaquinho -de cuatro cuerdas, similar al ukelele o al cavaco- y el pandero.

No hay aspecto que la samba no toque, desde la vida diaria, al amor, pasando por el futbol y la política.

Y tiene múltiples subgéneros: pagode (la más popular, la de las fiestas familiares), enredo (escuelas de samba), breque (humor), cançao (romántica) y sambalanco, que engloba samba rock y hasta samba-funk. Incluso la popular bossa nova puede verse como una derivación romántica de la samba.

“La samba, con certeza, tiene un gran futuro. Goza de muy buena salud. Hay mucha gente joven que está haciendo cosas muy buenas”, asegura Wando Acevedo, miembro de la Roda de la Pedra, que se siente un privilegiado porque es uno de los pocos músicos que vive de la samba.

Junior Travassos es otro de los afortunados, pero admite que “es difícil” vivir de la samba y toca todo tipo de música para mantenerse: “Trabajo de lunes a lunes. No tengo festivos, no tengo horarios”.

Convencido de que la samba “nunca va a morir”, Travassos apuesta por la innovación: “Debemos dejar de vivir de nuestros antepasados, hay que progresar. Los sambistas más antiguos tienen recelo de los nuevos por hacer la samba de una manera distinta. Están frenando a la gente con ideas frescas, que lucha por revalorizar la samba”.

“Para lograrlo, necesitamos ayuda del Gobierno”, reclama. A su juicio, las autoridades “usan la samba con fines lucrativos pero no se preocupan en realidad por la situación de los músicos ni el futuro del género”.

Acevedo admite que todavía hay mucho “preconcepto” sobre los sambistas: “Nosotros somos esto. Que lo acepte quien quiera. La samba no va a buscar a nadie a su casa, que venga quien quiera. Con respeto”, dice.

Juliane Rodrigues, impulsora del grupo de samba Mal de Raiz, que toca en la Roda de Samba de Ouvidor, otro templo de la samba popular carioca, sostiene que “la samba es música de negros, pero como brasileños todos nos rendimos a esta cultura, nos incorporamos a la ‘negritud’ de la samba”.

Mientras la música calienta las noches cariocas, las escuelas de samba se preparan para la fiesta más esperada de Brasil: el carnaval.

Se alistan para la fiesta de la alegría, como reza la popular Bumbum paticumbum prugurundum: “Vem, meu amor, manda a tristeza embora é carnaval, a folia, neste dia ninguém chora” (Ven mi amor/manda la tristeza fuera/ es carnaval, es juerga, en este día nadie llora).

Marín escribe para EFE.

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