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Madres y familias deportadas en acción

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Cuando Ixehel Solano fue repatriada a Tijuana, Baja California en el 2014, nunca imaginó que esto significaría la desintegración de su familia como hasta ese momento la había concebido en los Estados Unidos.

“No solo soy yo la separada de mis hijas, sino ellas que habían crecido en un núcleo familiar, siempre juntas, tienen que dividirse porque una quiere estar conmigo y la otra no quiere cruzar diariamente”, agregó Solano. “La menor, de 14, se queda allá en Michigan donde estudia. Es una inestabilidad la nuestra, pero tengo que respetar sus decisiones, mi otra hija de 17 años cruza todos los días a la escuela en San Diego, a las cuatro y media de la mañana ya estamos en la línea”.

Como ella, miles de madres migrantes son separadas cada año de sus hijos, que se quedan en Estados Unidos, ante la indiferencia y falta de ayuda del Estado Mexicano. Pero Solano decidió tomar acción y dejar de ser una víctima más. Se unió a un grupo de mujeres en su misma condición y se organizaron para crear una agrupación de apoyo a migrantes denominada; Madres y familias deportadas en acción.

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“Cuando fui deportada busqué un grupo de apoyo que me guiara, puesto que no sabía qué hacer en esta ciudad (Tijuana) que no conocía, encontré un sitio al cual acudí un par de veces, pero decidí dejar de hacerlo porque me di cuenta de muchas cosas, entre ellas que lucraban con las historias de las familias, fue así como conocí a la trabajadora social María Galleta y nos organizamos para abrir este espacio”, aseveró Solano.

Galleta ya tenía experiencia trabajando con personas deportadas que vivían en la canalización del río Tijuana, donde pudo conocer sus necesidades inmediatas, como obtener un teléfono para avisar a sus familiares sobre su situación, ayudarlos a encontrar un espacio donde vivir y un trabajo mientras decidían qué acciones tomar. Fue en mayo del 2016 cuando empezó a funcionar la asociación en Tijuana, operando con financiamiento propio, después de meses ha crecido con la ayuda de voluntarios.

“Ixehel es mi mano derecha, tenemos dos voluntarios de planta y otros más que nos ayudan con asesoría legal, psicológica para que la adaptación en Tijuana sea más rápida. Además impartimos clases de inglés y español para las madres y sus hijos que sí pueden cruzar a Estados Unidos. En total somos diez personas que trabajamos aquí”, aseguró Galleta.

En un inicio se concentraron en las madres migrantes que eran deportadas, pero la necesidad creció con la llegada de centroamericanos y hace unos meses con el arribo de manera masiva de migrantes haitianos y de algunos países de África. La demanda de apoyo ha aumentado al grado que la pequeña oficina del Chaparral, adaptada para albergar a la asociación, recibe a diario a 20 personas.

“Ellos vienen necesitados, sin dinero, están perdidos, por eso andan en la calle, no saben a dónde ir, entonces nosotros hablamos a personas que conocemos, que pueden ayudarles para que les den albergue, nosotros les damos ropa y todo el tiempo tenemos cafecito”, expresó Galleta.

Recientemente la asociación inició cursos de cultura de belleza para las madres deportadas, a fin de que dominen el oficio, se autoempleen y tengan ingresos para mantenerse. Así como clases de español e inglés para los migrantes haitianos. Algunos de ellos, a cambio donarán su tiempo y conocimientos del idioma francés para impartir talleres y buscar su estancia en Tijuana ante la negativa del gobierno de Estados Unidos para otorgarles asilo humanitario.

“Ese es el objetivo de esta oficina, que ellos se sientan tranquilos, protegidos, que no estén afuera tan vulnerables. Quisiera ver más gente trabajando, no en las calles, ese es un sueño mío”, concluyó Galleta.

Para despedir el año, la asociación realizó un convivio en diciembre. Invitó a 40 niños y a sus padres. Hubo cena, regalos y varias piñatas donadas por los voluntarios, ente ellos madres deportadas que encontraron en ese sitio un nuevo hogar. Como Ixehel que lleva a su hija a la oficina diariamente y en donde continúa su proceso legal pensando en algún día regresar a Estados Unidos, cuando se le otorgue el perdón, tras un plazo de diez años.

“Una deportación no para tu vida, la cambia, pero no la detiene. En esta situación he encontrado que el amor de los hijos no tiene límites, no importa cuántos muros nos pongan, nadie va a cambiar ese cariño y ese amor entre mis hijas y yo”, concluyó Ixehel.

La asociación sigue creciendo y tiene planes para ampliar sus servicios y talleres en el 2017. Por lo pronto continúa con celebraciones en fechas especiales. Además ayuda a los hijos de madres deportadas, nacidos en Estados Unidos, a solicitar becas estudiantiles en Estados Unidos, entre otros servicios.

¿Quiere ayudar?

Madres y familias deportadas en acción no cuenta con el apoyo de ningún organismo privado, ni del gobierno, solo recibe donaciones voluntarias. Se localiza en la Plaza Viva Tijuana, a unos cuantos metros de la garita de San Ysidro y frente al cruce del Chaparral. La oficina está abierta de lunes a domingo de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Las personas que quieran unirse o apoyar esta asociación civil pueden comunicarse por correo electrónico a madresdeportadasenaccion@gmail.com, por Facebook bajo el nombre de Madres y familias deportadas en acción y su teléfono en Tijuana es (664) 976-7541.

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