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El arte es tiempo y el tiempo es vida para Rafael ‘Fallo’ Mareyna

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Rafael Fallo Mareyna pasa la mayor parte del tiempo pintando en su taller en Miramar.

A sus 88 años, una pequeña oficina y un galpón abarrotado de cuadros, pinturas, pinceles y caballetes son el espacio predilecto de este artista judío-mexicano.

Con El lago de los cisnes de Tchaikovsky y canciones de Frank Sinatra sonando de fondo, en las paredes del lugar pueden encontrarse algunas pinturas figurativas. Saltan a la vista la imagen de un cerdo con esvástica nazi sentado sobre calaveras humanas y un par de auto retratos de las décadas de 1950-1960.

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No obstante, la mayoría de las piezas que adornan el estudio son fieles a su estilo abstracto expresionista.

Algunos de los trabajos más recientes de Mareyna serán exhibidos del 20 de enero al 28 de febrero en la biblioteca La Jolla Riford. La colección consta de unas 25-30 pinturas, las cuales serán vendidas al mejor postor en una subasta silenciosa.

La exhibición lleva por título Art is Time, Time is Life y resume filosóficamente la existencia del artista.

“El tiempo siempre ha sido un misterio para mí”, comentó Mareyna. “He intentado entender qué es. La verdad es que nadie ha podido definir qué diablos es el tiempo, pero es lo más valioso que tenemos. Cada segundo que se va jamás lo vamos a recuperar”.

“Pienso que hay que aprovecharlo”, agregó. “Y a mi edad le doy más valor a la vida porque el tiempo me está ganando”, apuntó entre risas. “El arte es tiempo, tiempo útil para mí. Y el tiempo es vida”.

Lo recaudado con esta exhibición será donado a The Shriners Hospitals for Children, cuya labor con niños enfermos toca las fibras de Mareyna.

“Allí hacen milagros”, apuntó el pintor. “Los niños son lo más lindo que hay en la vida. Tan chiquitos y aprenden a hacer lo imposible. Yo siento que es difícil pintar. A ellos les ponen un lápiz en los dedos de los pies y dibujan”.

Oriundo de Veracruz, Mareyna estudió arte en Ciudad de México con pintores como Arnold Belkin y Bardasano. Durante su infancia llamaba la atención de sus maestros por su habilidad natural para dibujar. Comenzó a pintar con óleo y continuó durante 20 años, pero interrumpió su carrera artística para dedicarse a las finanzas.

“El arte no es una profesión que deje para vivir, mucho menos para vivir un poco mejor”, señaló Mareyna. “Tenía una esposa y dos hijos. No podía vivir de la pintura”.

Mareyna incursionó en los negocios hasta 1992. Se mudó con su familia a San Diego en 1998 y luego de retirarse comenzó lo que él llama su “tercer renacimiento”. Su hija, la también artista Becky Guttin, cuyo taller está contiguo al de Mareyna, lo entusiasmó en 2006 a retomar la pintura.

“Un día me pidió que viniera a su taller porque quería mi opinión sobre unos trabajos”, recordó Mareyna. “Lo primero que hizo fue mostrarme la mesa de trabajo que tenía 30 años atrás. Con pinturas, mi caballete y una tela. Ni sabía dónde había dejado eso”.

“Me dijo ‘papi ponte a trabajar’”, añadió. “Y eso fue lo que hice. Han sido 12 años de no parar y estoy feliz de la vida. Aquí me la paso de domingo a domingo y trato de pintar lo que pienso en las noches, que es cuando concibo las ideas”.

Mareyna no pinta sobre lienzos. Lo hace sobre tablas de madera las cuales muchas veces recorta en formas abstractas. Estas superficies no requieren de marco y lo ayudan a encontrar inspiración.

“Llegó un momento en el que pintar sobre tela no me llamaba la atención”, apuntó el artista mexicano. “Había algo que me molestaba. Finalmente encontré un material como el hardboard con el que me siento muy a gusto”.

El reencuentro de Mareyna con la pintura coincidió con un accidente cerebrovascular sufrido en 2005 que afectó el lado derecho de su cuerpo.

Tras un proceso de rehabilitación, el artista logró recuperar el 90 por ciento de la movilidad en su brazo y mano de pintar. Con su pierna derecha no tuvo la misma suerte.

“Quedó al 50 por ciento y cojeo, pero francamente ni me acuerdo”, destacó Mareyna. “Aquí en el taller nunca he tenido problemas. Cargo cosas y muevo pinturas de un lado a otro sin pensar en eso”.

“Sigo haciendo terapia y eso es muy bueno, prolonga la vida de la pierna”, agregó. “Porque uno va perdiendo facultades. El tiempo es canijo”.

Pero también es vida.

Art is Time, Time is Life

  • Rafael Fallo Mareyna
  • 20 de enero al 28 de febrero
  • Biblioteca La Jolla Riford
  • 7555 Draper Ave. La Jolla

Figueroa es periodista independiente.