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El escándalo es cosa de familia

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En pleno siglo 21, la vida de Cara Delevingne sorprende a los que se quieren escandalizar con algunos de sus desnudos y sus romances con mujeres. Pero, en comparación con su tía abuela, la modelo británica es casi una santa.

Doris Delevingne fue una socialité muy famosa en los años 30 y 40, en parte por su belleza, pero sobre todo por sus incontables aventuras, entre las que figura ni más ni menos que el Primer Ministro Winston Churchill.

El recuento de esa vida loca es el hilo conductor de The Mistress of Mayfair, una biografía de Doris escrita por Lindsy Spence y que se publicó recientemente en Inglaterra.

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La autora destaca que tenía tal reputación, que una de sus rivales sugirió que titulara sus memorias La Vuelta al Mundo en Ochenta Camas.

Pero eso no parecía importarle a la tía abuela de Cara. Por ejemplo, Spence relata que su vestimenta escandalizaba a muchos, pues en plenos años 30, ella utilizaba shorts, una prenda considerada “indecente”.

A Doris le encantaba el efecto que causaba entre hombres y mujeres, pues se sabe que tuvo aventuras con miembros de ambos sexos. También era propensa a alardear sobre su sensualidad.

Era tan liberal, que se jactaba de ser una excelente amante, capaz de satisfacer a cualquiera... incluso al fotógrafo gay Cecil Beaton.

“No existen los hombres impotentes, solo las mujeres incompetentes”, sostenía.

Algunos de sus amantes dieron testimonio de que Doris también era experta en técnicas sexuales, una de las cuales llamaba “el agarre de Cleopatra” y que juraba era sumamente efectivo.

Doris fue hija única de una pareja devota, que se ganaba la vida gracias a una mercería en el suburbio de Beckenham. Al terminar sus estudios básicos, se dedicó a vender vestidos de noche usados a las coristas que trabajaban en los teatros del West End, donde empezó a forjarse su fama de cortesana al trabajar en un burdel de lujo.

Pronto se vio llena de regalos ostentosos, como un departamento, joyas de Cartier y un Rolls-Royce con chofer. En 1928 se casó con Valentine Castlerosse, aunque su matrimonio nunca fue feliz.

Según la autora del libro, en 1930 conoció a Winston Churchill, quien tenía 56 años y era casado, pero aun así tuvo un encuentro sexual con Doris en el Ritz de París. Un par de años después, también se acostó con el hijo del Primer Ministro, Randolph, de 21 años (ella tenía 32).

A principios de la Segunda Guerra Mundial, se mudó a Nueva York, para estar con Margot Hoffman, una de sus amantes femeninas. Pero su codicia acabó por ser su perdición, y murió en diciembre de 1942, a causa de una sobredosis de barbitúricos.

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