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Columnista: Un seguro médico en EEUU debe de ser siempre un derecho y no un privilegio

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Me criaron con el entendimiento que la pobreza no debe afectar el acceso y la atención médica, las opciones de seguro, y la calidad de vida de una persona. Crecí en la cuidad de Hanford, California, viendo mi madre dolorosamente luchando con su salud y nuestra incapacidad de brindarle una mejor atención médica.

Mi madre, Mónica Córdova de Ramírez, fue diagnosticada con una enfermedad del riñón a la edad de 29 años y llegando a la edad de 30 años ninguno de sus dos riñones funcionaban. Nuestra familia era de bajos ingresos y no podíamos pagar el seguro de salud. Medi-Cal y Medicare salvó la vida de mi madre.

Su diagnóstico llegó en una época muy difícil para mi familia, porque mi papa y mama habían perdido sus trabajos. Sabíamos que mi madre necesitaba ver a un especialista para su tratamiento, pero sin seguro médico, el tratamiento no estaba al alcance. Dada nuestra situación familiar, apenas podíamos cubrir nuestras necesidades básicas y pagar costosas facturas médicas no era una opción. Si ella hubiera tenido acceso a chequeos regulares con el médico, la atención preventiva podría haber evitado la falla de sus riñones. Pero la realidad es, como lo es para muchas familias de bajos ingresos, que a menudo no buscaran tratamiento por el costo y en vez confían en la fe y esperan lo mejor.

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Creo firmemente que la capacidad de tener acceso a la salud médica es un derecho humano con el que nacemos y no es un privilegio

Sin dinero y sin seguro médico, mis padres no sabían a dónde acudir para recibir ayuda y siempre la desesperación les ganaba. Como su situación se empeoraba cada vez resultaba más difícil mantener la fe. Gracias a los programas de salud, como Medi-Cal y Medicare, mi madre pudo buscar tratamiento de increíbles especialistas en Los Ángeles, recibir gratuitamente medicamentos y herramientas de diálisis, y conseguir la salud y la esperanza que ella (y el de nuestra familia) necesitaba desesperadamente.

Mi madre fue muy afortunada de tener acceso a servicios de salud asequibles, médicos, tratamientos y medicamentos. Desde que mi mamá puedo recibir el tratamiento necesario para curarse de los riñones, recibe tratamiento preventivo, ya no está obligada a sufrir y puede seguir teniendo acceso a su cuidado médico.

Creo firmemente que la capacidad de tener acceso a la salud médica es un derecho humano con el que nacemos y no es un privilegio (como algunos declaran). Todo el mundo merece la oportunidad de vivir una vida sana y ninguna vida es más valiosa que la otra.

Mónica Córdova de Ramírez es una madre, una esposa, una amiga y una vecina. Está viva hoy porque nuestros legisladores estatales reconocen y valoran las contribuciones de nuestras comunidades vulnerables. No importaba cuánto trabajaba mi papa, nunca hubiera podido pagar las costosas facturas médicas por su propia cuenta, además de todo, sostener una familia.

Como los programas Medi-Cal y Medicare reciben financiamiento de La Ley de Atención Médica Asequible (ACA por sus siglas en inglés), temo por el futuro de la salud medica en California, especialmente en áreas como Hanford si es que ACA llegara a ser revocada por el gobierno federal. La pérdida financiara del Medi-Cal sería dañino para familias como la mía.

Sé que mi madre está aquí hoy con nosotros gracias a la salud médica, y para eso voy a permanecer fuerte y luchar para mantenerla. Todo el mundo merece la oportunidad de vivir una vida sana y la ley ACA hizo posible esa realidad para millones de californianos; no podemos permitir perderlo porque para muchos de nosotros significa perder nuestra vida.

Imelda Ramírez fue criada en Hanford y actualmente vive en Davis, California. Su familia continúa residiendo en Hanford.

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