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Veintisiete años después, la policía de Florida resolvió el caso de un payaso asesino

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La homicida, sostienen las autoridades, está casada ahora con el marido de la víctima.

La muerte golpeó a la puerta de Marlene Warren disfrazada de bufón. Durante 27 años, el extraño caso del payaso asesino de Wellington permaneció prácticamente sin resolver, aunque los detectives tuvieron a la presunta asesina en la mira durante los tres meses posteriores al hecho.

Era un sábado a la mañana, 26 de mayo de 1990, cuando Marlene Warren respondió a la puerta para aceptar un ramo de flores y globos por parte de un payaso que llevaba una peluca y una nariz rojas, guantes y una sonrisa pintada en su rostro blanco.

La mujer fue atacada a disparos, uno de los cuales pegó en su rostro. Después de la balacera, el payaso caminó tranquilamente hacia un Chrysler LeBaron blanco y descapotable, sin licencia, y se alejó del lugar. Marlene Warren, de 40 años, murió dos días después.

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Ahora, la policía afirmó que nuevas pruebas de ADN comprobaron que la persona disfrazada de payaso fue Sheila Keen Warren, actual esposa del viudo de Marlene, Michael Warren.

La atacante fue arrestada el martes en su casa, en las montañas de Blue Ridge, en Abingdon, Virginia. Sheila Keen Warren, de 54 años, está detenida a la espera de su extradición al condado de Palm Beach.

“Nunca pensé que esto finalmente ocurriría; siempre hay esperanzas, aunque yo preferiría recuperarla a ella en lugar de vivir todo esto”, afirmó el martes por la noche la madre de Marlene, Shirley Twing, de 87 años de edad y residente de Las Vegas. “Ella era una joven especial, una mujer joven hermosa, con largo cabello rubio”. “Está bien que hayan encontrado a la asesina, pero esto me genera muchos recuerdos y es un poco difícil”, expresó también. “Siento ganas de llorar, pero agradezco que haya terminado”.

Los Warren vivían en la casa de sus sueños, en el afluente barrio del Aero Club, con una pista de aterrizaje privada y calles directas a cada hogar. Michael Warren era propietario de Bargain Motors Inc., en North Dixie Highway, West Palm Beach. Marlene Warren pasaba sus días manejando las unidades de alquiler que ella y su esposo habían adquirido durante sus dos décadas de matrimonio.

Según un artículo publicado el 7 de septiembre de 1990 por el Sun Sentinel, la búsqueda del asesino se había enfocado en Sheila Keen, por entonces de 27 años. La mujer recuperaba automóviles para el concesionario de Michael Warren, con quien habían tenido un romance, descubrieron los detectives. A menudo ambos tomaban largos almuerzos juntos, y Michael había empezado a pagar la renta de Sheila cuando ésta se separó de su marido, en enero de 1990.

Empleados de una tienda de disfraces de West Palm Beach llamaron a los detectives en la noche del asesinato y reportaron que una mujer había comprado un traje de payaso, maquillaje, una peluca naranja y una nariz roja, dos días antes del hecho. Dos de ellos identificaron a Keen en una ronda de reconocimiento con fotografías.

Trabajadores de un supermercado Publix ubicado a menos de una milla del hogar de la sospechosa afirmaron que había comprado flores y globos unos 90 minutos antes del asesinato. Los detectives también se enteraron que había concurrido a una tienda de autopartes de Pahokee, donde era cliente regular, vestida como payaso.

A una semana del hecho, los detectives registraron la casa de Keen, donde hallaron fibras de una peluca anaranjada brillante. Fibras similares se hallaron en el coche de la huida, que había sido abandonado en el estacionamiento de una tienda de comestibles ubicado en los bulevares Okeechobee y Royal Palm Beach. El vehículo había sido reportado como robado por una agencia de alquiler de coches y más tarde fue vinculado con la concesionaria de Michael Warren.

Aún así, el caso quedó pendiente. “Necesitaban una causa probable”, señaló Teri Barbera, vocera de la oficina del Sheriff del condado de Palm Beach. Dicha agencia reabrió la investigación en 2014, realizó análisis adicionales de ADN y entrevistó a nuevos testigos. Fue entonces cuando los detectives supieron que Keen y Warren se habían casado y poseían un restaurante en Tennessee. “Nuestro escuadrón perseveró, trabajó duro, y la tecnología avanzó”, señaló Barbera. “Sus miembros tienen varios casos pendientes cada uno, todos ellos muy cercanos y especiales.

Por lo tanto, cada vez que se produce un arresto es algo importante. En este caso, nuestros detectives no se rindieron”, remarcó Barbera.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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