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Malas noticias: su 401(k) no le dará un retiro digno

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Por casi 40 años, hemos escuchado que los planes 401(k) son la clave para un retiro cómodo. Al otorgar una exención tributaria a los trabajadores que aportan parte de sus cheques de pago a sus ahorros, los planes fueron diseñados para complementar los beneficios del Seguro Social y las pensiones del empleador.

Pero en cambio, se han convertido en sustitutos, no en suplementos, de las pensiones de empleadores, y en baluartes contra los continuos ataques a los beneficios del Seguro Social. Una nueva encuesta del Center for Retirement Research, de Boston College, demuestra sin embargo que los planes 401 (k) están destinados a fallarle a millones de estadounidenses. No son ofrecidos por bastantes empleadores, no son considerados por suficientes trabajadores y, para la mayoría de la gente, sus saldos no son proporcionadamente grandes como para proveer un retiro decente.

Todos estos factores pesan especialmente en los trabajadores de ingresos medios y bajos, el segmento en el cual la tasa de participación y la acumulación de saldo son desproporcionadamente bajas.

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Las autoras de la encuesta, Alicia Munnell y Anqi Chen, señalan una importante diferencia entre los planes de contribución de tipo 401 (k) por un lado, y las pensiones tradicionales de beneficio y el Seguro Social por el otro. Estas últimas opciones proporcionan beneficios de por vida; los primeros brindan ingresos estables de jubilación sólo si son manejados cuidadosamente por sus dueños durante el retiro.

“Las personas se enfrentan al riesgo de gastarlo todo demasiado rápido y de sobrevivir a sus recursos, o a gastar muy conservadoramente y privarse de cuestiones necesarias”, escribieron Munnell y Chen. “Los individuos están por su cuenta en ello”.

Se trata de un tema importante porque apunta directo al corazón de la crisis de jubilación que enfrentan millones de estadounidenses. Los conservadores no se cansan de decir que esta cuestión es un mito, con base a su afirmación de que los jubilados han sistemáticamente reportado menos ingresos de los que perciben y que, de hecho, les está yendo bien. El subtexto de su argumento es que podrían recortar los beneficios del Seguro Social sin causar tanto dolor. Esta conclusión, como veremos, es errónea.

El aumento del 401(k) no sería un gran problema si estas cuentas proporcionaran una manera efectiva de administrar los activos para los períodos de jubilación que se vuelven más largos, o si el Seguro Social y las pensiones de los empleadores fueran tan seguros como solían ser. Munnell y Chen observan, sin embargo, que la edad plena de retiro del Seguro Social se está incrementando hasta los 67 años (para los nacidos en 1960 o más tarde), de los 65 tradicionales.

El cambio significa que aquellos sujetos a la edad máxima de retiro que de todas maneras se jubilen a los 65 recibirán el 86.7% de sus beneficios totales. En otras palabras, la mayoría de los nuevos jubilados se enfrentan a un recorte del beneficio, de una forma u otra.

El modelo de 401(k) tiene sus virtudes. Los planes son portátiles, por lo cual no vinculan a los trabajadores a un solo trabajador durante toda la vida. No son tan graduales como los planes de beneficios definidos, lo cual provee recompensas exponencialmente más altas a los trabajadores de alta longevidad. En una época en la cual los planes tradicionales de beneficios definidos son una especie en peligro de extinción en el sector privado, al menos son algo.

¿Pero qué tan buenos son para brindar seguridad al momento de la jubilación? No demasiado. A continuación sus antecedentes, con la ayuda de una serie de gráficos que acompañan el análisis de Munnell and Chen:

En primer lugar, el aumento de los planes de jubilación de contribución definida no ha compensado por la desaparición de las pensiones de beneficio definido. Desde 1999, observan Munnell y Chen, el porcentaje de trabajadores del sector privado a quienes sus empleadores les ofrecieron cualquier plan de retiro se ha desplomado, del 64% al 43%. El nivel es más bajo aún hoy que en 1979, en el comienzo de la era 401 (k), cuando al 59% de los trabajadores se les ofrecía un tipo de opción, o ambas.

El porcentaje de trabajadores a quienes se les ofreció algún tipo de plan de retiro ha declinado a menos de la mitad en los últimos 35 años (Center for Retirement Research).

Las últimas tres o cuatro décadas han visto casi la total desaparición de las pensiones de prestaciones definidas en el sector privado. En 1983, el 88% de los trabajadores estaban cubiertos por planes de beneficios definidos, incluyendo el 26% que también tenían acceso a planes de contribución. En 2016, el 17% estaban cubiertos únicamente por planes de beneficios definidos, y un adicional 10% tenían ambos planes. La proporción de trabajadores con planes de contribución definida de 401 (k) sólo ha aumentado del 12%, en 1983, al 73% hoy en día.

La vasta mayoría de aquellos a quienes se les ofrece algún plan pueden elegir sólo un 401 (k) de contribución definida (CRR).

¿Puede el 401(k) proveer ingresos confiables para una jubilación completa?

En el modelo 401(k), los empleados son responsables de decidir cuánto de sus ingresos derivan para sus ahorros jubilatorios. La contribución máxima es de $18,000 al año, lo cual es libre de impuestos el año en que se aportan (aquellos que se acercan a la jubilación son elegibles para contribuir con un adicional de $6,000 para ‘ponerse al día’). Normalmente, los empleadores igualarán una porción de la contribución de sus empleados.

Cifras de Vanguard, el mayor gestor de cuentas de 401(k), indican que la mayoría de los trabajadores no maximizan sus contribuciones. Vanguard sostiene que sólo el 10% de sus titulares de cuentas lo hacen; Munnell y Chen especulan que debido a que el universo de esa firma abarca cuentas relativamente importantes -pertenecientes a los empleados más ricos- el porcentaje general podría ser menor.

Los trabajadores contribuyen una parte más pequeña de sus cheques de pago a sus planes (barras grises); las tasas globales de contribución, incluidas las de los empleadores, se han estancado (CRR).

La tasa de contribución media del empleado ha declinado gradualmente desde 2007; las expertas señalan que puede ser la consecuencia involuntaria de un cambio de la ley, en 2006, que alentó a los empleadores a hacer la inscripción al 401(k) automática, aunque los empleados podían elegir cancelarla si así lo preferían. La idea era incrementar la tasa de participación, y al parecer ha funcionado.

La desventaja es que “muchos de aquellos que están inscritos a tasas de contribución bajas permanecen en esas tasas”, dicen las autoras, sin actualizar su inversión a medida que sus necesidades cambian y sus carreras evolucionan.

Un modesto incremento en las contribuciones de los empleadores ha compensado esta disminución, pero no ha ayudado a potenciar el ahorro; las contribuciones combinadas de empleados y empleadores fueron alrededor del 10,9% el año pasado, no muy lejos del nivel promedio que se registró en 2007. Además, ambas contribuciones son volátiles; en el año posterior a la recesión, 2009, cayeron tanto que la tasa combinada descendió a apenas el 9.8%, el nivel más bajo en una década.

Para todos, excepto para los trabajadores más antiguos, los saldos medios de retiro han caído en los últimos años, a pesar del mercado de valores en alza (CRR).

Si ponemos todos estos factores juntos el resultado es una nación de exiguos ahorradores para el retiro. Los hogares trabajadores que se acercan a la edad de jubilación no han ahorrado lo suficiente para proporcionarse un estilo de vida acorde con el de sus años de empleo. La media entre los hogares en el rango de edades de 55-64 es de $135,000. A los precios de hoy, eso es suficiente para una anualidad conjunta (joint-and-survivor), que continúa cubriendo a un cónyuge después de la muerte del beneficiario principal, de $600 por mes, sin protección contra la inflación.

Por otra parte, Munnell y Chen resaltan, es probable que eso sea todo lo que obtendrán de la Seguridad Social, “porque el hogar típico no tiene prácticamente activos financieros más allá de su 401(k)”.

La situación es especialmente grave para los trabajadores de bajos ingresos. Este es el secreto sucio de la revolución del 401 (k), que beneficia más a los ricos. Entre el 20% de trabajadores de menores ingresos y de edades comprendidas entre los 55 y los 64 años, sólo uno de cada cuatro posee un plan 401 (k) y su saldo promedio es de $26,700. Entre el 20% con mayores ingresos, cerca del 70% posee 401(k), y el saldo promedio es de $780,000.

Los planes de 401(k) funcionan esencialmente para las clases media y alta, que tienen las mayores tasas de participación y los saldos más importantes (CRR).

Estas cifras no han disuadido a los políticos conservadores, que buscan más razones para recortar el Seguro Social. Al parecer, encontraron algunas para su argumento de que los jubilados son ricos de un análisis publicad este verano por Adam Bee y Joshua Mitchell, de la Oficina del Censo, que documentó que el ingreso medio de los hogares de jubilados era un 30% superior al calculado anteriormente. El artículo inspiró titulares como éste, de Andrew Biggs, del American Enterprise Institute: “New Research confirma: No hay crisis para los jubilados de hoy”.

Eso puede haber sido cierto hasta cierto punto, pero no en general. Por un lado, al hablar de la ‘crisis de la jubilación’ rara vez se hace referencia a los jubilados de hoy en día; casi siempre se refiere al futuro de los empleados de la actualidad.

Bee y Mitchell dejaron en claro que su análisis no abordó ese tema. Como su estudio sólo cubrió a personas que se encontraban en proceso de jubilación en 2012, señalaron, “enfatizamos que nuestros resultados no pueden ser fácilmente extrapolados a futuros cohortes”.

No cabe duda de que esos futuros jubilados se enfrentan a condiciones más duras. La próxima generación de ellos perderá algunos de los recursos de sus predecesores, como la equidad de la vivienda. Tal como resaltó el mes pasado Dean Baker, del Center for Economic and Policy Research, los propietarios con ingresos medios en el grupo etario de entre 55-64 años tenían una participación promedio en los hogares del 54.6% de su valor. En 1989, esa cifra era del 81%.

Los trabajadores de la actualidad, por otra parte, han pasado gran parte de su vida laboral luchando con deudas crecientes y el estancamiento de los ingresos, lo cual produjo una presión en la clase media, con enormes consecuencias sociopolíticas. ¿Qué le hace pensar a quienes dicen que no hay crisis, que una vez que estos hogares se jubilen, su condición económica de repente se volverá resplandeciente?

El hecho es que la crisis del retiro es real, y que está llegando a toda velocidad. Las pensiones están desapareciendo y los 401 (k) no nos salvarán. El ataque a la Seguridad Social daría por resultado que millones de estadounidenses jubilados se queden prácticamente con nada.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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