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Artfinder, la plataforma para comprar arte, abre oficina en Miami

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La plataforma global Artfinder, que empareja a artistas con amantes del arte o simplemente con quienes buscan algo que tenga “más alma” que un cartel enmarcado, logró ventas por 6,5 millones de dólares el año pasado con un modelo diferente al tradicional de galerías, curadores y elitismo.

Más de 10.000 artistas de 108 países, la mitad hombres y la mitad mujeres, tienen obra expuesta en Artfinder.

Creada en Londres en 2013, Artfinder, que cuenta con un catálogo de 400.000 obras originales en venta y una base de datos con 600.000 potenciales compradores en casi 100 países, acaba de abrir en Miami su primera oficina en Estados Unidos, el país que desde 2016 ha desbancado al Reino Unido como su principal mercado.

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El crecimiento de las ventas en Estados Unidos en 2016 fue del 198 %, según cifras de la compañía, que a finales de ese mismo año cerró una ronda de inversión de 2,2 millones de dólares.

La hispano-ecuatoriana Ángela Roldán, que es la encargada de la nueva oficina, afirma que se escogió Miami porque todavía el mercado del arte está en desarrollo y hay espacio para hacer cosas, mientras que en Nueva York está “saturado”.

También se tuvieron en cuenta los nexos de Miami con América Latina, una región con “abundante talento artístico” pero rezagada en el comercio electrónico, según dice en una entrevista con Efe.

Además, Florida es de todos los estados de EE.UU. el que tiene más artistas en la plataforma y la lista de las diez ciudades estadounidenses con más compradores está encabezada por Tallahasse, la capital floridana, y Tampa y Miami ocupan puestos importantes.

Estados Unidos, Europa y Australia son los países donde más compradores de arte a través de Artfinder hay.

Artfinder cobra una comisión por obra vendida -”hay que pagar las cuentas”, dice Roldán-, pero su objetivo no está exento de idealismo: hacer que más artistas puedan vivir de su trabajo y que más personas posean obras de arte.

Desde su creación ha enviado más de 15 millones de dólares en pagos por sus obras a artistas de todo el mundo y en los últimos 12 meses se ha vendido mensualmente a través de Artfinder más de 3.000 obras.

A juicio de Roldán, son necesarias las alternativas al arte exclusivo y restringido que representan las galerías y los curadores, “un modelo ya roto”, según sus palabras.

Al principio Artfinder hacía “reclutamiento”, pero ahora el artista debe solicitar la admisión en esta galería online.

En la selección no se tienen en cuenta estilos o tendencias artísticas ni juicios de valor sobre las obras, sino si el artista es un “profesional”, lo que Roldán define de manera simple como alguien que “aspira a vivir de su arte”.

Los precios los ponen los artistas, que son además los que se encargan de los trámites y el envío de la obra. El valor promedio de la obras expuestas en Artfinder es de 600 a 800 dólares y el rango más alto de precios es de 15.000 a 18.000 dólares, con excepción de una obra valorada en un millón de dólares.

El interesado puede regatear el precio o comunicarse con el artista por cualquier motivo antes de hacer una transacción a través de la misma plataforma.

Artfinder, que se encarga de la seguridad de las transacciones, está pensada para que “la gente se sienta cómoda comprando arte”.

Roldán señala que ideas como “el arte es muy caro, no es para mí” se caen cuando una persona entra a la plataforma y comprueba que puede tener una obra original y con “alma” por el mismo precio o incluso menos que lo que cuesta comprar un cartel enmarcado.

Además, Artfinder ofrece la posibilidad de pagar en cuotas mensuales sin interés cualquier obra de más de 200 dólares.

Para quienes no compran arte en internet porque no se quieren arriesgar a que algo que no han tocado ni visto les desilusione, Artfinder tiene una política de devolución gratuita como la que implantaron las tiendas de ropa.

Pero, “el porcentaje de devoluciones de ropa es del 45 % y el nuestro apenas del 3 %”, señala Roldán con orgullo.

La ejecutiva hispano-ecuatoriana reconoce, no obstante, que “comprar arte es muy diferente que comprar otra cosa. “Es como buscar al hombre de tus sueños”, señala.

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