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Migrantes hondureños, mutilados por el tren, protestan por su situación

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MEXICO, D.F.- Algunos migrantes hondureños sin brazos, otros cojeando sobre escuálidas piernas prostéticas llegaron a la Ciudad de México esta semana para protestar por su situación.

Mutilados en México cuando intentaban subirse sobre un tren inseguro para llegar a Estados Unidos, se sienten olvidados, ignorados y con poca razón para vivir.

El domingo, los migrantes se reunieron bajo una enorme asta de bandera en el centro del Zócalo, o plaza central, agitando señales escritas a mano pidiendo apoyo. El lunes y el martes, protestaron afuera del Senado mexicano. Esperan continuar hasta la frontera norte para el final de la semana y llevar su mensaje a los Estados Unidos.

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“Nuestra visa [para entrar a los Estados Unidos] es nuestra mutilación, nuestra discapacidad, nuestros brazos y piernas perdidas”, dijo José Luis Hernández, de 29 años de edad, de Progreso, Honduras. Hernández se cayó del tren, conocido aquí como La Bestia, en Chihuahua, el estado fronterizo del norte; quedó atrapado bajo sus ruedas y su pierna, su brazo izquierdo y parte de su mano derecha fueron separadas de su cuerpo.

José Nayin tenía 19 años de edad en el 2010 cuando quedó atrapado debajo del tren cuando intentó saltar a bordo en el estado costero de Veracruz. Desde entonces no ha sido capaz de mantener un trabajo, después de regresar a una pequeña granja hondureña donde viven sus padres y tres hermanos.

“No hay trabajo”, dijo Nayin. “Me canso mucho por estar parado sobre una sola pierna”.

Los inmigrantes guatemaltecos y hondureños esperan sobre las vías del tren en el estado sureño mexicano de Chiapas el pasado mes de agosto. Esperan que el ferrocarril sea su paso hacia el norte a los Estados Unidos. (Michael Robinson Chavez / Los Angeles Times)

Este es el segundo año que los “migrantes mutilados”, como se llaman a sí mismos, han intentado llamar la atención sobre su terrible tragedia. El año pasado, una versión más pequeña del mismo grupo llegó hasta la Ciudad de México pero no consiguió la entrevista que buscaban con el presidente Enrique Peña Nieto.

Hernández dijo que calcula que unos 700 migrantes amputados o con otras lesiones ocasionadas por el tren viven sólo en Progreso. El gobierno mexicano ha estimado que alrededor de 300,000 centroamericanos intentan cruzar México cada año; recientemente, los hondureños huyendo de la pobreza, la violencia y el caos político han constituido el subconjunto más grande.

Su argumento es que si el gobierno mexicano ofreciera pasaje gratis a través de México, los migrantes no se verían obligados a viajar sobre el peligroso tren. Además del peligro de tener que aferrarse al techo o a los lados del pesado tren de carga, las bandas armadas y los policías rutinariamente atacan a los migrantes, robándoles su dinero, violando a las mujeres y en algunas ocasiones hasta aventando a los viajeros del tren.

Sin embargo, lejos de ofrecer un pasaje gratis, el año pasado el gobierno lanzó la “Operación Frontera del Sur”, la cual está destinada a prevenir que los centroamericanos se suban al tren o que viajen hacia el norte a través de México. Decenas de miles de centroamericanos fueron deportados.

El Instituto Nacional de Migración también dijo recientemente que estaba tratando de reducir el abuso por parte de sus agentes y que había despedido a 2,000 empleados, más de una tercera parte de todo su personal, por corrupción o por otras irregularidades.

A pesar de la represión, los centroamericanos todavía intentan entrar y cruzar México, a menudo con resultados trágicos.

Wilfredo Filiu, de 47 años de edad, había estado viajando sobre la Bestia por tres días, cansado, deshidratado y sin haber comido, cuando escucho “gritos”. Asumió que era una de las bandas que aterrorizan a los migrantes viajeros y así que decidió saltar del tren.

Fue jalado bajo las ruedas del tren, arrastrado y después arrojado a un lado. “Se sentía como si un perro me estuviera mordiendo, pero era que no tenía mi pierna”, dijo Filiu. “Traté de correr. Me desmaye”.

Pasó dos meses en un hospital mexicano antes de ser enviado a casa en Honduras. Al igual que la mayoría de los migrantes del grupo, fue equipado con una pierna prostética por la Cruz Roja.

“Discapacitados así como estamos, ¿qué trabajo nos daría alguien?

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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