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Uso excesivo de la fuerza policial en México

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La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México dijo el miércoles que la Policía Federal incurrió en uso excesivo de la fuerza con resultado de cinco muertes y en una ejecución extrajudicial en un enfrentamiento con civiles en la ciudad de Apatzingán, al oeste de México en enero y pidió que se abra una investigación criminal sobre el caso.

La madrugada de Reyes, el 6 de enero, la Policía Federal desalojó los alrededores de la alcaldía de Apatzingan, donde alrededor de 100 personas mantenían una acampada de protesta desde el 20 de diciembre por el precio de la electricidad y porque habían sido despedidos de la Fuerza Rural, una policía creada por el gobierno para desmovilizar y desarmar a las autodefensas que a finales de 2013 tomaron el control de parte del estado y expulsaron al cartel de los Caballeros Templarios de la zona.

Durante una rueda de prensa el miércoles, Luis González Pérez, Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) criticó el modo en que las autoridades gestionaron el desalojo. La policía federal siempre ha negado que incurriera en abuso de fuerza en este incidente y no respondido a los señalamientos de la Comisión.

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Los que escaparon de la primera confrontación en el ayuntamiento, donde ya se produjo un fallecimiento “por golpe en la cabeza” pidieron apoyo a través de sus radios, se coordinaron y reagruparon. “Vimos pasar las patrullas de la federal y decidimos seguirlas”, explicó entonces a The Associated Press Pedro Emilio, de 18 años, uno de los miembros del grupo de civiles.

Los federales, cuatro o cinco camionetas, según los testigos, tomaron rumbo norte por la Avenida de la constitución y el convoy de unas 30 camionetas, cargadas de civiles, les siguió.

A un kilómetro y medio del ayuntamiento los federales se detuvieron y comenzó el enfrentamiento en el que murieron las 9 personas que la CNDH señala como víctimas del uso excesivo de la fuerza policial.

“Ellos se detuvieron entonces, nosotros también y nos bajamos con los palos”, dijo Emilio. “Antes de que pudiéramos llegar ya empezaron a tirar desde arriba de sus camionetas y nos tiramos al suelo y escapamos como pudimos”.

“Nos paramos buscando resguardo. Corremos para que nos vean. Para que paren de disparar. En ese momento dispararon a diestra y siniestra desde sus camionetas contra nosotros. Nos resguardamos como pudimos, nos metimos en casas. Las camionetas estaban delante y en una calle aledaña a la derecha”, añadió Carlos Vázquez, de 36 años, otro de los integrantes del convoy de civiles que iba en una camioneta desde donde pudo ver lo sucedido.

Dos camionetas encabezaban el convoy civil cuando comenzó el tiroteo, una blanca, adelantada, y una negra un poco más atrás. Los disparos de la policía venían del flanco derecho de las camionetas.

En su momento, el entonces Comisionado de Seguridad para Michoacán mostró vídeos de cámaras de seguridad ubicadas en la avenida en los que se ve cómo las camionetas de los civiles se detienen, algunos hombres se bajan y corren en dirección norte y en pocos segundos regresan, se montan de nuevo en sus camionetas y huyen en dirección sur. En las imágenes no se aprecia a ningún hombre armado.

“Los occisos no poseían armas de fuego y no se encontraron armas cerca de los cuerpos. No representaban amenaza para la vida de los miembros de la Policía Federal” confirmó el miércoles Eslava.

De las nueve personas fallecidas, tres iban en el vehículo blanco, cinco en el negro. Otra de las víctimas estaba en el interior de un restaurante. De esta última “no hay evidencia de que estuviera armada y hubiera participado en el enfrentamiento”, dijo Ismael Eslava, primer visitador de la CNDH.

Quienes iban en la camioneta blanca, que recibió 70 impactos de bala, “levantaron las manos en señal de rendición, gritaron que no les mataran y estaban desarmados”. Cerca del vehículo aparecieron varias armas. Según el informe de la CNDH “las armas (...) fueron puestas por la PF”.

En las imágenes del día del enfrentamiento, junto a los cadáveres de la camioneta blanca, se observaba una escopeta y tres cartuchos rojos sin percutir. También tres cargadores de un arma que no se corresponde con el fusil.

En dos fotos diferentes de la misma escena se observan los cargadores y los cuerpos en posiciones diferentes lo que indica que alguien los movió.

En el caso de los pasajeros de la camioneta negra, que recibió 44 impactos de bala, uno de ellos era Miguel Ángel Madrigal, considerado líder del grupo, que iba acompañado por su esposa, otros dos familiares y un empleado.

Uno de ellos fue ejecutado según el informe de la CNDH. La víctima “gritó que no contaba con armas y se rindió. No portaba arma alguna ni había arma alguna cerca del cadáver y tenía 14 heridas por arma de fuego, dos de ellas cuando ya estaba sobre el piso, con el victimario delante y de pie” agregó Eslava.

“Miguel Ángel estaba adelante de todos con su familia, era la cabeza de todo y por eso murió y porque también sabían que era jefe. Ellos ya estaban hincados en el suelo cuando les dispararon”, dijo entonces Vázquez a The Associated Press, aún traumatizado y rompiendo a llorar por lo vivido.

Una vez finalizado el tiroteo, varios videos grabados en el lugar mostraban como los vecinos comenzaron a salir de sus casas y se agolparon alrededor de la escena, recriminándole su comportamiento a la policía en una escena cargada de tensión.

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