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Carmen Aristegui, periodista mexicana: “Las mujeres tenemos primero que demostrar que no somos tontas”

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Carmen Aristegui es quizás la periodista más influyente en el México actual. Con su compromiso por el oficio y su implacable persistencia, ha puesto en el punto de mira las malas prácticas de algunas de las personas más poderosas del país.

En el contexto del Festival BBC 100 Mujeres que se celebró la semana pasada en Ciudad de México, la editora general de BBC Mundo, Carolina Robino, habló con ella en una plaza pública sobre feminismo, maternidad, cómo abrirse paso en un mundo machista y cómo incorporar a los hombres en la lucha por los derechos de la mujer.

Esto es lo que nos dijo:

Desde que llegué a México, todas las mujeres con las que me encuentro hablan de ti con una admiración muy grande. Me han dicho que eres una heroína más grande que la Madre Teresa.

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Hablaste con mi mamá, ¿no? (risas)

La idea que tenemos es compartir sobre el tema que nos reúne hoy: la mujer, y conocer un poco más sobre ti y sobre lo que piensas sobre este tema en particular. Carmen, cuéntanos un poco, ¿cómo te describes tú como mujer? ¿Siempre fuiste una mujer tan fuerte, tan inspiradora?

Bueno, no seré yo quien lo diga ¿Estás de acuerdo?

Yo me siento una mujer que se dedica al periodismo; una mujer que cree en lo que hace; una mujer que vive la vida con mucha intensidad; una mujer a la que se le han atravesado unos cuantos problemas últimamente y que los estamos sorteando, enfrentando y tomando el toro por los cuernos por un país como el nuestro que requiere, desde luego, que las personas, los hombres, las mujeres, tomemos decisiones, asumamos la responsabilidad que nos toca como ciudadanos.

Es un país que tiene muchas carencias, muchos desafíos, muchas esperanzas y que requiere que las mujeres y los que lo habitamos nos creamos lo que hacemos, nos creamos en serio que este país requiere voluntad, decisión, entusiasmo, trabajo. Y desde luego, cada quien en lo suyo. Nosotros, desde el periodismo y la comunicación.

Cuéntanos un poco en qué tipo de hogar creciste ¿Era un hogar donde te impulsaron como mujer?

Mira, yo soy hija de una familia de siete hermanos, una familia de clase media como tantas familias en esta ciudad y en este país que acudimos a las escuelas de la educación pública.

Fui a la primaria “Estado de Chiapas”, después cursé el Colegio de Ciencias y Humanidades, y llegué a la Universidad Nacional Autónoma de México, Yo soy parte de esa sociedad mexicana que ha tenido en la educación pública una enorme oportunidad.

De no tener en nuestro país una universidad como la UNAM o los espacios de educación pública como los que tenemos, muchos de nosotros no hubiéramos podido tener una carrera. Y ahora que estamos en un tiempo como el nuestro, con esta polémica reforma educativa, con miles de maestros protestando en las calles por una reforma educativa como la que hoy tenemos, nos obliga mirarnos al espejo: ¿qué ha significado para México y para mujeres como yo que pudimos acudir a las escuelas públicas mexicanas?

Tú has tenido una carrera claramente muy destacada, ¿tuviste que enfrentarte a momentos en que el machismo te echó para abajo o que sentiste que tenías que luchar más que los hombres por llegar a un cierto lugar?

Yo creo que sí, que las mujeres en general (y, desde luego, no soy la excepción), tenemos primero que demostrar que no somos tontas. Y luego de que más o menos creen que no somos tontas, entonces hay que empezar a trabajar, a abrir un espacio, a construir la posibilidad de estar en un mundo muy competido, muy dominado por la esencia de los hombres, por la cultura que coloca a las mujeres siempre en segundo plano, en una condición accesoria, decorativa en muchas ocasiones.

Desde luego que el trabajo de las mujeres, cuando queremos estar, participar, opinar, decidir, es doble, triple, cuádruple porque las estructuras culturales, sociales, e incluso las estructuras productivas, legales, conspiran contra la equidad.

Ha habido un trabajo enorme en el mundo, en las últimas décadas, pero falta muchísimo. Y hay mucho por hacer. Este encuentro, por ejemplo, es muy importante, porque es refrendar la batalla de las mujeres por la equidad.

Desde luego, hay muchos casos y situaciones hoy en México que nos hablan del abismo que existe todavía en comunidades indígenas. Aún existe la situación de mujeres jóvenes casadas a fuerza, por ejemplo, o mujeres (casi niñas) entregadas por una vaca.

Eso es la expresión más brutal de lo que significa la condición de mujer en muchas sociedades. Es uno de los grandes temas de la civilización.

Por eso hay que celebrar que estemos aquí hablando de mujeres.

Precisamente esta semana, nuestro corresponsal aquí en México, Juan Paullier, escribió una nota sobre los pueblos de México donde las mujeres aún no pueden votar, que también existen, increíblemente.

Increíblemente, y mujeres que si logran obtener una candidatura, después le es echada, precisamente porque los usos y costumbres están en contra de esa posibilidad. Increíble que suceda.

¿Qué les dirías a las mujeres que se enfrentan a estos espacios de machismo? ¿Cómo lo hiciste tú para seguir adelante? ¿Qué le puedes decir a mujeres que no lo tienen tan claro cómo enfrentarse a esas situaciones?

Yo diría que hay que creer, desde luego, en lo que significa la inteligencia de las mujeres, la voluntad, la fuerza de las mujeres. Hay que decidirse a serlo, hay que decidirse a actuar, hay que tomar en serio nuestro papel, nuestra posibilidad de estar influyendo, decidiendo, opinando, participando, formando parte de una sociedad que requiere de nosotras.

Un país como México, desde luego, no podrá ser lo que queremos que sea, una democracia, un país con justicia y equidad, si no nos tomamos en serio el papel que nos toca. Y lo primero que diría es eso: hay que creerse ese papel, hay que actuar en consecuencia. Y no hay que pedir permiso, eso es muy importante. No hay que pedir permiso para hacer lo que uno quiera hacer, no hay que esperar a que nos toque el turno. Hay que tomar el turno, el espacio y ocupar con decisión esos lugares.

Uno de los temas que a nuestras lectoras, cuando abrimos foros, les preocupa más es: ¿cómo compatibilizar la maternidad y el trabajo?, ¿cuánta ayuda puedes tener del hombre?, ¿cómo exigir? Tú eres madre y has hecho una carrera muy exitosa ¿Cómo fue para ti ese equilibrio?

Bueno, eso es todo un tema, el de la maternidad. Yo soy mamá de Emilio. Es mi más grande orgullo en la vida: Emilio, un chico de 17 años. Bueno, es un hijo que ha crecido con una mamá como yo. Ni modo. Qué le va a hacer. Es lo que le tocó.

Pero yo lo que creo es que la sociedad, las empresas, los espacios donde las mujeres y los hombres actuamos tienen que maternizarse.

Hay toda una teoría, en el mundo, de la maternización de las economías. Tiene que crearse la situación apropiada para que las mujeres que trabajamos, que tenemos hijos, que queremos ser madres y trabajadoras a la vez, como millones en el planeta, tengamos las mejores condiciones para ello. Que no nos dé pena amamantar en una oficina, que no nos dé pena decir “voy por mi hijo a la escuela”. Esta carga de culpa que traemos en los hombros las mujeres que trabajamos, esta carga de ocultar la responsabilidad de mujer y de mamá, hay que sacudírsela.

Eso hará a las sociedades mucho más plenas. Hará que la posibilidad de trabajar, de estar en espacios productivos, culturales, políticos, los que sean, esté de la mano de la maternidad y que no sea precisamente un obstáculo. Debemos entender y aprender a que eso coexista, a que una mujer debe vivir a plenitud la maternidad y lo que representan los otros desafíos y retos de su existencia.

¿Tú te defines como una mujer feminista? ¿De qué tipo de feminismo?

Pues si feminista es defender el derecho de las mujeres, sí, desde luego que sí. Si feminista es defender nuestro derecho a ejercer nuestras libertades, sí, desde luego que sí. Si feminista es lo que todos defendemos como una batalla histórica por el voto, por la libertad de opinión, por la libertad de participar, por ser parte fundamental y en condiciones de equidad, sí desde luego que soy y hay que ser feministas.

Feminista implica una batalla adicional. Feminista implica reconocer que hay distancias que no se han superado. Ser feminista representa la posibilidad de actuar para disminuir las brechas. Ser feminista, sería la decisión de hacer lo que se pueda, lo que tengas a tu alcance para que esa distancia, esos abismos, esas barreras y esas brechas se acorten cada vez más.

La batalla es de todos. Feministas deben ser hombres y mujeres por igual.

Eso te iba a preguntar, precisamente. En BBC Mundo hemos recibido muchas preguntas y participación de hombres que se sienten muy atacados, disminuidos. ¿Estamos incorporando a los hombres en el proceso de cambio y de empoderamiento de las mujeres? ¿Qué deberíamos hacer?

Creo que no (lo estamos haciendo) con suficiencia, porque la misma pregunta tuya ya lleva “jiribilla”. Cuando dices: “¿eres feminista?”, entonces significa que ya te encasillaste en una manera de entender eso y es justamente lo que hay que repensar. Y si tenemos que cambiar el concepto, hay que cambiárselo. Si la palabra “feminista” causa ruido porque se satanizó, pues inventemos otra o reinventemos la palabra.

Pero, evidentemente, hay un problema serio. Al decir “feminista” se involucra solo a las mujeres. Ese es un grave error. El tema del feminismo como lo entiendo, como lo comparto, tiene que ver con una batalla cultural de todas y de todos. Si no, no va a salir. Es una batalla cultural de hombres y mujeres en donde empujemos para el mismo lado, y finalmente lo que encontremos es la equidad, la condición plena para todos en una vida de armonía, de posibilidades amplias, de desarrollo en la economía, en la cultura, en lo personal, en lo individual.

Es una batalla cultural. Y si la palabra hace ruido, pues discutamos la palabra. Pero la batalla es de todos.

¿Y se te ocurre un nombre?

No tengo una palabra, pero a lo mejor aquí en el público (que está participativo) se nos ocurre una buena palabra.

Deberíamos inventarla.

Deberíamos inventar una buena palabra.

Carmen, tú eres una mujer muy admirada, me gustaría saber a qué mujeres admiras

Bueno, yo tengo a mujeres muy admiradas. Hace un rato platicaba sobre Mónica González, déjame traerla a colación. Mónica González es una extraordinaria periodista chilena a la que quiero y admiro muchísimo. Estuvo, por cierto, hace poco en México. No le fue bien. Tuvo una mala experiencia y desde aquí, si de casualidad nos está escuchando en Chile, o en París, o donde se encuentre, le mandamos un gran abrazo con la pena de que en un país como el nuestro le haya ocurrido una situación lamentable con su nieta, aquí en tierra mexicana.

Una mujer como Mónica nos habla de alguien que se tomó verdaderamente en serio su papel de periodista.

Mónica González es una periodista chilena que ha desentrañado grandes casos de corrupción en Chile, que ha arrojado luces a través de la investigación periodística de muchos temas, desde luego queda para la historia su tarea investigadora sobre el caso Pinochet, sobre lo que significa el papel de un dictador, no solo como dictador y violador de derechos humanos y asesino, sino también como ratero y corrupto.

Ella encontró vertientes de la biografía de Pinochet que dejaron al personaje a la mirada del mundo como el dictador y corrupto, entre otras cosas.

Mónica González me parece una figura a seguir, inspiradora como pocas, con una gran fuerza, con una gran inteligencia, con una gran calidez. Es una mujer fuerte, dura, pero cálida, todo junto. Y eso la hace admirable.

Hablemos un poco de lo que pasó en las elecciones de Estados Unidos…

¿Qué pasó? ¿Pasó algo en Estados Unidos? (risas)

¡Una sacudida mundial!

Centrémonos en el trato que Donald Trump hizo de las mujeres. ¿Cómo ves eso?

Indignante, indignante que haya tenido tal volumen de votos de mujeres un hombre que quedó registrado en la historia como un machista, como un hombre que encuentra en las mujeres un objeto, alguien que es capaz de decir lo que dijo en esa conversación, que fue grabada y que él no se percató que estaba siendo grabado, lo retrata de cuerpo entero.

Ese Trump de hace algunos años, no puede ser muy distinto de este Trump 2016. Creo que es un rasgo de algo más que personalidad. Es rasgo de un hombre que llega al máximo poder político del planeta. Es el país más poderoso del planeta todavía. Hay ya cambios geopolíticos muy importantes pero sigue siendo la gran democracia, el gran país militar, la gran economía, y que llegue un hombre como Donald Trump, que ha tenido expresiones denigrantes con las mujeres, que ha tenido expresiones absolutamente fuera de época para efectos de un liderazgo mundial como el que debe tener el presidente futuro de los Estados Unidos, creo que es muy lamentable.

Y retrata también a una sociedad como la norteamericana. Retrata una complacencia o una aceptación de cosas absolutamente inaceptable. Aceptar lo inaceptable es el gran signo de lo que pasó.

Una de las cosas que a veces es complicado en el tema de las mujeres es el exceso de victimización que tienen muchas ¿no?, de echarle la culpa de todo al hecho de ser mujer. ¿Cómo salimos de ese círculo?

Pues empezando a hablar del tema así, precisamente. Asumir la condición de mujer como una casi ventaja, tendríamos que decir. Tendríamos que encontrar cómo disfrutamos más el ser mujer, cómo potenciamos más el ser mujeres, cómo no sufrir sino gozar el ser mujeres, cómo no sentirse inferiores sino al revés: no superiores, pero sí fuertes.

Si ser mujeres nos da una posibilidad -por las razones que queramos- respecto al resto de la humanidad, eso es lo que hay que destacar. Y subrayar evidentemente eso por encima de lo que podrían ser elementos que puedan ser considerados de desventajas en la condición actual de la cultura y las mujeres.

Una última pregunta: ¿qué es lo que más disfrutas de ser mujer?

Estar aquí, con ustedes, ser periodista mujer, poder encontrar esta comunicación hablando de mujeres.

Normalmente, me paso hablando de temas que tienen que ver con la política, con la economía, con Donald Trump, con Enrique Peña Nieto… Y me gusta también esta posibilidad de que hablemos de esta parte que tiene que ver con el diseño de una humanidad como la nuestra, que tiene que ser repesando, que tiene que ser ajustado, redibujado, para que hombres y mujeres quepamos en el mundo en condiciones de mejor equidad para todos y todas.

Creo que el ser mujer arroja, en la experiencia vital, enormes satisfacciones, estímulos para trabajar, para seguir adelante, para relacionarnos. Y no nos va nada mal siendo mujeres. Y hay que defender eso: hablar de mujeres con hombres y con mujeres, en este caso, en esta plaza pública. Es lo mejor que podemos hacer en una tarde como esta, agradeciéndole a la BBC esta organización fantástica.

Muchas gracias, Carmen. El público está muy contento. Fue un placer.

Un gran gusto, un gran abrazo y lo mejor para todos.

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