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‘La ignorancia genera monstruos’

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De sonrisa rápida y saludo firme, Rosa María Catalá es hija de dos exilios: el de sus padres, de España a Argentina, donde nació; y luego el de toda la familia hacia México, cuando ella tenía apenas 13 años. Fue entonces que conoció uno de los frutos del exilio republicano español: el Colegio Madrid, del cual hoy es la directora.

¿Cómo se vive el doble exilio?

Viéndolo en retrospectiva, 40 años en México se viven como un sincretismo, como una circunstancia de vida que me enriquece mucho desde el principio. Yo nací en Buenos Aires, pero en mi casa y en mis calles se hablaba en catalán, pues vivíamos junto con otras 150 familias de inmigrantes, donde no sólo había niños españoles, sino también italianos, alemanes...

¿Y cómo fue el choque al llegar a México?

A los 13 años mi papá nos dijo: “tengo una oportunidad de trabajar en México; aquí (en Argentina) las cosas han visto que no están muy bien”. Mi hermano acababa de entrar a la universidad y eran tiempos muy difíciles. Sólo hasta que volvía a casa, estábamos todos tranquilos.

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¿Fue difícil el cambio a México?

Mi papá nos trajo antes. Nos dijo: “vengan a ver si les gusta, tampoco los voy a obligar”. Vinimos una navidad, nos gustó muchísimo, nos sentimos bien recibidos, me encantó México. Eran aquellos años en que realmente había recursos para traer inversión, se iluminaba toda la avenida Reforma, Chapultepec, el Castillo. Todo aquello me pareció fascinante y, sobre todo, la historia del país.

Cuando se tienen dos patrias, ¿dónde se tiene el corazón?

En la que se vive. Aquí está el corazón porque aquí está por lo que uno optó, por lo que uno decidió quedarse. Encontré en este país, a través del Colegio primero y, después, de la UNAM, de la Facultad de Química, un entorno seguro después de vivir dos guerras: una clara y explícita y una guerra sucia.

¿Por qué?

No es que México no tenga problemas, o que sea un país en donde las condiciones son ideales. Es en donde siento que lo que yo decidí ser como persona tiene más impacto, más valor. Estamos en el lugar correcto, haciendo lo que más nos conviene a nosotros y a nuestro entorno.

¿Usted se considera española, mexicana o argentina?

Me considero mexicana, entiendo a México más que a ningún otro país, pero evidentemente tengo un apego muy grande hacia la patria de mis padres.

¿Qué es para usted el Rey Felipe?

Es una persona respetable, un ciudadano español que nació, como nacen todos los reyes, con una herencia a la que tiene derecho a renunciar, pero a la que permanece unido por sus propios valores. Es una persona moderna que quiere dejar atrás muchas cosas y que ha sabido deslindarse, por ejemplo, de situaciones muy incómodas de su familia. Para una escuela republicana, el Rey Felipe representa lo que tiene que dejar de ser algún día.

¿Para usted también?

Para mí también.

¿Qué encontró el exilio en México?

Encontró cobijo, seguridad, reconocimiento, empatía, valor en su propuesta. Tan es así, que ha dejado como herencia un Colegio de México, un Colegio Madrid, un Colegio Luis Vives, un Ateneo Español... Creo que el exilio vino con un valor en sus pocas valijas: el saber. Es el valor de dejar atrás la ignorancia, porque la ignorancia genera monstruos.

¿Y, a cambio, qué recibió México?

Un baluarte de personas que venían a trabajar, que no venían a recibir la limosna de nadie, que mostraron enseguida su capacidad de adaptación y de búsqueda, de pertenencia. México obtuvo un modelo educativo, de intelectualidad, de vanguardia y de literatura que viene a sumarse a los movimientos que ya tenía, pero que de alguna manera lo hacen más internacional. Mucho de ese exilio también marcó el futuro democrático del país.

¿Hoy ve algún estadista con la estatura de Lázaro Cárdenas?

Si los hay, están en ciernes. Estamos en una política de “divide y vencerás”, y pareciera que todos la ejercen. Lo que hizo Lázaro Cárdenas fue unificar al país bajo. A lo mejor en esos tiempos era una cuestión muy paternal, de Tata Lázaro, pero un padre une a la familia. Y eso siento que no se ha vuelto a hacer.

¿A quién le dedica hoy el “no pasarán”?

A los violentos, a los que se han apoderado del miedo y lo usan para lastimar y para ganar.

¿Cuál es el secreto del éxito del Colegio Madrid?

Se llama sentido de pertenencia y de identidad. Esta construcción del conocimiento como la máxima aspiración que una persona puede tener para mediar su vida en el éxito personal y profesional.

¿De dónde surge?

La persona que encuentra en el Colegio Madrid su casa, creo que justamente lo hace por eso: porque al nacer de un exilio, le da oportunidad a todos los perfiles y porque a todos les dice “ábrete a los demás”.

Hoy muchas escuelas dicen que forman “líderes”, ¿ustedes qué ofrecen?

Aquí, si hablamos de liderazgo, es un liderazgo para transformar el entorno para el bien propio y de otros. Glenn Seaborg, un gran premio Nobel de Química, decía: “los mejores abajo, los mejores pronto” y a eso es a lo que apuesta el colegio. Es decir, si tenemos que pensar en dónde hay que colocar los valores máximos de la sociedad, tiene que ser en los niños.

¿Qué piensa de que al Colegio se le llame “el Desmadrid”?

Cuando yo entré al colegio, muchas personas decían: “en esa escuela todos son muy revoltosos”. Y mi padre les contestaba: “Pues mi hija no lo es, ella sabrá lo que tiene que elegir”.

Entonces, ¿todo es tranquilidad aquí?

Hombre, sí habremos tenido, como en todas las escuelas, algún personaje que era legendariamente asociado a pasarla bien. Pero ese golpeteo es porque aquí dejamos que la gente piense libre, que se desarrolle en una libertad que, por supuesto, no es libertinaje. No los induce a actuar mal, sino muy responsablemente. Y si eso implica llevar el pelo más largo, realmente al colegio no le preocupa.

El largo del cabello no es parámetro de evaluación...

Si alguien juzga mal el cabello largo es porque tiene las ideas cortas.

Van como a contracorriente de otras escuelas, por ejemplo, al seguir teniendo salones con muchos niños, más de 30.

Es una escuela que apuesta a ser una sociedad en formación. Con niños pequeños, hasta los 8 años, no hay ningún salón que rebase los 25 alumnos. En secundaria y bachillerato no pasan de 33. Pero tener grupos grandes también enseña muchas cosas, como que uno tiene que aprender a negociar la atención y el trabajo con otras personas.

¿No creen en la educación “personalizada”?

Estamos convencidos de que los grupos, del tamaño que los tenemos, dan suficiente espacio para estar bien en lo personal, estar bien en los grupos pequeños y comprender que toda intervención en la vida futura pasa por saber trabajar con otros, aceptar a otros y conocer a otros.

¿Cuál quiere que sea su epitafio?

Hay que seguir buscando, hay que seguir creciendo.

¿Qué canción le gustaría para hacer una película de su vida?

¡Uy! Los tangos son muy dramáticos, jajaja, pero Volver es el que nos identifica a todos los que tuvimos que emigrar algún día.

TABLA

CINCO DATOS

  1. Es Maestra en Ciencias Químicas por la UNAM.
  1. Es autora y coautora de más de 15 libros de texto sobre ciencias, para todos los niveles educativos.
  1. En el Colegio conoció a su hoy marido y sus hijos estudiaron ahí también.
  1. El Colegio Madrid cumplió 75 años. Fue fundado el 21 de junio de 1941.
  1. Entre los miles de egresados se pueden mencionar, por ejemplo, al cineasta Carlos Cuarón, el escritor Juan Villoro, la directora de orquesta Alondra de la Parra y los periodistas Lydia Cacho y Sergio Sarmiento.
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