El 'Trump de Tijuana': el alcalde se defiende de los críticos

El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum.

Hoy Los Angeles

Feb. 4, 2019 8:28 PM PT

Cuando el alcalde de Tijuana se negó a disculparse por los comentarios que hizo sobre una caravana de migrantes centroamericanos, la coalición de grupos de derechos humanos que exigían su contrición no se sorprendió cuando no obtuvieron esa respuesta, pues el alcalde Juan Manuel Gastélum, un abogado de 65 años y nacido en esa ciudad fronteriza, nunca lo lamentó.

“No, no, no voy a disculparme”, dijo de manera desafiante. “Mejor que los que están en contra de Tijuana nos ofrezcan disculpas”.

Gastélum, miembro veterano del partido conservador de México Partido Acción Nacional (PAN), fue elegido alcalde de Tijuana en el 2016, año en que solo un tercio de los 1,29 millones de votantes de la ciudad emitieron su voto.

Ganó el puesto con menos de un cuarto de los votos.

Gastélum fungió como legislador estatal y federal. También se desempeñó como presidente de su partido político, PAN, en Tijuana. Desde su elección, el alcalde ha luchado con sus índices de aprobación.

Una empresa de encuestas mexicanas bien establecida, PluralMx, informó en marzo del 2018 que solo el 4 por ciento de los residentes de Tijuana aprueban a Gastélum.

Pero las encuestas y los observadores políticos señalan que su apoyo entre los residentes de Tijuana ha aumentado desde que habló en contra de la caravana de migrantes.

Una encuesta de PluralMx publicada el 9 de enero indica que Gastélum lidera a otros posibles candidatos a la alcaldía en varios puntos porcentuales.

Víctor Alejandro Espinosa, analista político de El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, lo comparó con el presidente Donald Trump, que galvanizó su base de votantes en los Estados Unidos.

Así como Trump gana apoyo entre un segmento específico de la población de los Estados Unidos cuando usa una retórica inflamatoria, hay ciertos segmentos de la población en Tijuana en los que Gastélum puede moverse y jugar con su discurso de temor a las poblaciones migrantes, dijo Espinosa.

“Es una pena, pero esto podría ayudar a explicar la trayectoria positiva de apoyo para el alcalde entre este segmento de la población de Tijuana”, concluyó.

Gastélum es el primer alcalde de Tijuana elegible para postularse para reelección bajo una reforma constitucional de Baja California que eliminó la antigua regla de no reelección entre alcaldes. Ya está como precandidato.

Gastélum, quien habla un inglés fluido en parte por haber asistido en quinto y sexto grado de primaria a la antigua escuela Robert E. Lee (ahora Pacific View Leadership) en San Diego, se sentó en su impecable oficina en el Palacio Municipal de Tijuana para una entrevista con el Union-Tribune.

“Tijuana es un pueblo migrante”, explicó. “Tenemos apenas 129 años. Mi mamá era migrante. Mis abuelos eran migrantes. Por lo tanto, no tenemos miedo de la migración. Lo que no queremos es un mal comportamiento”.

Gastélum define el “mal comportamiento” como fumar marihuana y amontonarse en la frontera, a lo que admitió que solo un pequeño porcentaje del grupo de migrantes participó en esas acciones.

Los funcionarios de Tijuana dijeron haber arrestado a aproximadamente 280 de los casi 6,000 inmigrantes centroamericanos cuyo viaje al norte se detuvo en Tijuana.

Esos arrestos fueron por delitos menores como posesión de drogas, intoxicación pública y perturbación de la paz. Algunos miembros de la caravana estuvieron de acuerdo en que un pequeño grupo de fumadores de marihuana, que se negaron a abandonar un área fuera de Benito Juárez, un refugio improvisado en un campo deportivo cerca de la frontera, dieron mala fama al grupo más numeroso.

Los centroamericanos están huyendo de la violencia y la pobreza en sus países de origen.

En Tijuana, e internacionalmente, el alcalde generó fuertes críticas cuando dijo que su ciudad no podía manejar la afluencia de personas, refiriéndose a la caravana como una “avalancha”.

Pero en lugar de disculparse, Gastélum parece estar doblando su comentario, y ha prometido que Tijuana “no gastará un solo peso” en otra caravana que se dirige hacia el norte a través de México hasta la frontera de los Estados Unidos.

“No voy a comprometer los recursos económicos de Tijuana para cumplir el deseo del gobierno federal de intentar mostrarse como muy humanitarios”, dijo.

“¿Por qué no los acompañan a Ciudad Juárez o Nogales o Agua Prieta? No, ¿en lugar de eso los escoltan aquí?”, se cuestionó.

El recién elegido presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha sido más tolerante con las caravanas de América Central, con la esperanza de atraer a migrantes con empleos para quedarse en el sur de México.

López Obrador también está solicitando la inversión de unos 30 mil millones de dólares a lo largo de cinco años para estimular el desarrollo económico en los países del Triángulo Norte de El Salvador, Guatemala y Honduras.

Si bien el plan parece prometedor, hasta ahora los empleos actuales no se han materializado en Chiapas, un estado del sur de México.

Mientras tanto, una nueva caravana salió de San Pedro Sula en Honduras el 14 de enero y comenzó a llegar a la frontera Guatemala-México en los últimos días y semanas.

Las autoridades mexicanas han dicho que más de 12 mil personas, en su mayoría de Honduras, han solicitado visas humanitarias en el sur de México, desde entonces.

Muchos dicen que planean usar sus visas como una forma de viajar a lo largo de México a una frontera norte donde esperan cruzar a los Estados Unidos.

Para el jueves 31 de enero, un grupo de 2700 personas ya había salido de la Ciudad de México hacia el norte, dijeron funcionarios de los Estados Unidos y la Policía Federal de México al Union-Tribune.

Mientras tanto, Gastélum ha presentado una apelación ante el tribunal federal de México donde se opone a la decisión que le prohíbe a él y a otros funcionarios municipales hacer comentarios despectivos respecto a los centroamericanos sobre la base de que viola su libertad de expresión.

Enrique Morones, presidente de Border Angels con sede en San Diego, una organización sin fines de lucro para la defensa de los derechos humanos, se ofendió por algunas de las palabras de Gastélum sobre la primera caravana, incluso acusándolo de promover la violencia contra los migrantes, principalmente de Honduras.

Morones dijo que se sintió especialmente ofendido cuando Gastélum se refirió a la caravana como un “tsunami” de personas y cuando advirtió a los migrantes contra el comportamiento criminal.

“¿Cómo se atreve a llamar criminales a los migrantes?, ¿trayendo enfermedades? Él está promoviendo la violencia”, dijo Morones. “Las palabras de odio llevan a acciones de odio”.

Sus preocupaciones y palabras hicieron eco en el fallo del tribunal federal que prohíbe a los funcionarios del gobierno municipal emitir declaraciones “contrarias a la protección y el respeto de los migrantes”.

A los inmigrantes en Tijuana les tiraron piedras mientras dormían. En otra ocasión, arrojaron un bote de gas lacrimógeno a un refugio donde dormían los migrantes. Dos adolescentes hondureños fueron brutalmente asesinados después de dejar su refugio para menores no acompañados.

Gastélum, quien tiene estrechos vínculos personales y políticos con el gobernador de Baja California, dijo que solo estaba defendiendo los derechos de las personas de Tijuana, y admitió que gran parte del comentario en contra de los migrantes se basaba en el temor.

Comentó que le preocupaba que 50 mil residentes de Tijuana pudieran haber perdido sus empleos en los Estados Unidos si la frontera hubiera estado cerrada durante varios días.

“La gente preguntó qué hizo que la gente de Tijuana odiara a los migrantes”. Y explicó: “No, no, no… teníamos miedo. La gente de Tijuana temía que cerraran Estados Unidos. Que cerraran sus puertas y sus fronteras”.

Agregó que otras ciudades solo tuvieron que lidiar con la caravana durante dos días, ya que pasaba por la ciudad, mientras que Tijuana tuvo que abordar el tema a largo plazo.

“Han estado lidiando con ellos muy bien, muy bien. Los aman. Bueno…. porque no tenían que tratar con ellos indefinidamente”, dijo. “Ellos solo estaban de paso. Ahora, aquí es donde entro yo”.

Gastélum, casado y padre de cuatro hijos que mantiene una residencia en Bonita, cerca de Chula Vista, alcanzó los titulares internacionales cuando se le vio usando una gorra roja con “Make Tijuana Great Again”.

El alcalde descartó las preocupaciones sobre la gorra y dijo que se la puso después de que una niña se la entregó.

Señala que el eslogan es similar al de San Diego como “la ciudad más bella de Estados Unidos”. “¿Por qué no podemos soñar con ser una gran ciudad? ¿Por qué no?”, cuestionó.

“Quiero hacer de Tijuana un gran pueblo. Al menos, ser la mejor ciudad de México. De ahí en adelante, ¿por qué no ser la ciudad más grande de México?”.

Etiquetado por los críticos como el “Trump de Tijuana”, Gastélum se ríe cuando escucha su nuevo apodo, que algunos dirían que no es tan malo como su apodo de la infancia: ‘El Patas’.

“¿Qué tiene de malo?”, preguntó refiriéndose a su nuevo apodo. “Él es el presidente de tu país y lo respeto”, dijo Gastélum. “No me importa que me llamen como él”.

Recibió su primer apodo, ‘El Patas’, en la primaria, como burla a su tono de piel más claro. Originalmente era ‘Güero patas saladas’. A lo largo de los años, la frase se redujo a simplemente ‘El Patas’. Apodo que tampoco le incomoda a Gastélum.

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