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El sello del creador de la Torre Eiffel se puede apreciar en México

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EFE

Al norte del estado de Baja California Sur, México, en la comunidad de Santa Rosalía, se ubica una de las joyas arquitectónicas más interesantes de la región, la iglesia de Santa Bárbara, edificio que, se presume, perteneció a Gustav Eiffel, quien diseñó la mundialmente famosa Torre Eiffel en Paris.

En una pequeña y antigua ciudad minera que tuvo su auge económico con la explotación de el oro y el cobre, en el siglo XIX, se encuentra la enigmática iglesia.

De estructura totalmente de metal la iglesia es una verdadera obra de arte y de ingeniería y arquitectura en la que destacan sus delicados y detallados vitrales color azul y marrón que resaltan lo expresivo de las vigas y remaches.

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Para sus habitantes es un legado inigualable de sus antecesores y está considerada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia como Patrimonio Histórico de la humanidad.

La iglesia se ubica en la zona centro y más antigua de Santa Rosalía. Según versiones, la iglesia fue trazada en 1884 pero fue construida hasta 1887 para ser exhibida junto a la Torre Eiffel en la Exposición Unversal de París 1889 y años más tarde fue trasladada a la península de Baja California.

Tras permanecer unos años en Bruselas, Bélgica, la obra fue comprada en 1895 por la compañía el Boleo que la desarmó y trasladó en barco a la península, específicamente a Santa Rosalía, para ser armada por las manos de los indígenas yaquis que trabajaban en las minas y nuevamente bautizada con el nombre de Santa Bárbara.

La iglesia llegó al lugar en 1896 en un velero que tomó la ruta de Cabo de Hornos para llegar desde Europa.

El arquitecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, Enrique González asegura que “la importancia arquitectónica de Santa Bárbara es tal que solo existen tres construcciones similares en el mundo”.

Consideró que a la construcción “muy especial” porque tiene la firma de Eiffel.

Aunque es altamente resistente en conjunto, el paso del tiempo ha hecho su parte en algunas partes ya se puede apreciar cierto desgaste. En su interior se muestran llamativos e interesantes vitrales de color azul y amarillo intenso y sobre el altar un gran mosaico de cristal brillante con imágenes religiosas.

En el techo se observan las vigas curvas características de la arquitectura del siglo XIX que lo sostienen, sus paredes están recubiertas con caoba oscura que contrasta con el claro del metal.

Se cuenta que la iglesia se instaló en la región gracias a que las esposas de los altos funcionarios de la compañía minera, que se ocupaba de extraer el cobre de la región, solicitaron a la compañía un templo católico donde practicar su religión.

Posteriormente el templo fue adoptado por los habitantes de Santa Rosalía y fue cuidado por los ciudadanos franceses hasta 1954 año en el que cerraron la mina y la compañía abandonó la península pasando a manos de los locales y las autoridades eclesiásticas en turno.

Actualmente para sus habitantes la Iglesia de Santa Bárbara tiene una doble importancia, pues los últimos años se ha posicionado como uno de los principales atractivos turísticos.

“Los visitantes se interesan por la estructura y por quien la realizó, llegan personas de todo el mundo y el pueblo se siente orgulloso de tenerla en Santa Rosalía”, señalaron habitantes del lugar.

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