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El rico abanico de términos mexicanos de las triquiñuelas políticas

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EFE

Según el lenguaje popular, el próximo 1 de julio, los colegios electorales de México abrirán llenos de urnas embarazadas, habrá casillas de zapato y ratones locos que intentarán votar por algún chapulín o destapado.

Tras décadas de fraudes electorales, los mexicanos han desarrollado un amplio repertorio de conceptos para referirse a todo tipo de irregularidades y corruptelas políticas, plenamente integrados en el imaginario colectivo mexicano.

El escritor y abogado Fernando Montes ha recogido cerca de un centenar de esos términos y los ha clasificado en el “Glosario para entender el tejemaneje de las elecciones en México”, un diccionario humorístico sobre la política mexicana.

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Tras buscar en hemerotecas, en noticias de periódico y, sobre todo, estudiando el habla coloquial de los mexicanos, Montes elaboró este glosario en el que ordena los términos alfabéticamente junto con su definición y un ejemplo chistosos de su uso.

“Se me ocurrió elaborar un glosario para que la gente sepa más sobre los nuevos términos que salen de las triquiñuelas políticas”, comentó el autor a Efe.

A unos pocos días de las elecciones, en las que 89 millones de mexicanos están llamados a las urnas para elegir al presidente, congresistas, senadores y miles de cargos locales, Montes considera que es bueno tratar la política de forma “didáctica y divertida”.

Asegura que el libro no busca señalar a ningún partido o candidato concreto sino hacer una radiografía general de la situación política mexicana a partir del lenguaje usado en la calle.

Entre los términos favoritos del autor está el de “chapulín” (insecto que brinca), que por analogía se refiere a los políticos tránsfugas que cambian de partido para no perder su cargo, dejando la ideología en un segundo plano.

Asimismo, se declaró fascinado por el concepto de “urnas embarazadas”, una irregularidad electoral que consiste en colocar votos por algún candidato dentro de las urnas antes de que abran los colegios.

También confesó que otro de sus términos favoritos es el de “ratón loco”, que define a un ciudadano que busca la casilla donde tiene que votar pero no la encuentra porque no fue registrado o fue borrado del censo.

Aparte de estos tres, y del cerca de un centenar de conceptos que figuran en el libro, hay muchos más términos popularizados entre los mexicanos, por lo que el autor confesó que “habría podido hacer un libro más largo”.

Una de las palabras más popularizadas es la del “destape”, que es un cuando un líder político confiesa públicamente quién le va a suceder en el cargo.

El fenómeno del destape era especialmente relevante durante los 70 años de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que terminó con la alternancia política del 2000, puesto que el candidato priista que “destapaba” el presidente de la República era quien iba a ganar los comicios con total seguridad.

A pesar de las reformas del Instituto Nacional Electoral, el uso de credenciales de elector infalsificable o la presencia de miles de voluntarios en el recuento de votos, los fraudes electorales siguen bien grabados en la mente de los ciudadanos.

No es extraño encontrar a mexicanos que definen el proceso electoral como un “carrusel”, en referencia a los grupos de personas que pasean por varias casillas electorales votando varias veces con credenciales de electores diferentes.

Las “casillas de zapato” se refieren a aquellas en las que, después de haber terminado el recuento de votos, solo tiene boletas a favor de un candidato o de un partido concreto.

La compra de votos mediante el reparto gratuito de desayunos tradicionales mexicanos recibe el nombre de “operación tamal”, mientras que los “chayotes” son las dádivas que reciben periodistas para evitar hablar mal de políticos.

También es rico el lenguaje que se refiere a la corrupción, siendo los “moches” y las “mordidas”, las palabras más popularizadas para referirse a los sobornos a políticos o policías.

A pesar de este amplio abanico terminológico, Mata no cree que el lenguaje mexicano sea “mejor” que el de otros países, ya que “cada lengua tiene su folclore y su sabiduría popular”.

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