Anuncio

El Tiburón que nada en una tormenta en la Liga MX

Share
EFE

Una figurita tallada en madera de San Judas Tadeo fue la única sobreviviente del voraz incendio que el pasado domingo arrasó con los vestuarios de los Tiburones Rojos del Veracruz de la Primera división del fútbol mexicano.

Las cenizas en que se convirtieron los ‘lockers’, con todo y botines, calcetas y uniformes, fue la última jugada de una serie de vicisitudes que ha debido enfrentar el conjunto del oriental estado de Veracruz.

El equipo “escualo” no sólo ha debido emplearse a fondo para mantenerse en la Liga Mx, pues ocupa los últimos lugares de la tabla de descenso, sino que los jugadores, cuerpo técnico y directivos han debido unirse para impedir que los adversarios, dentro y fuera de la cancha, los aplasten.

Anuncio

Cuatro asaltos a mano armada para robar su nómina, siete casos de daños a sus vehículos oficiales y revisiones de autoridades locales para exigir pago de impuestos por cada aficionado que ingresa a su estadio, solo son algunos de los embates que recibieron.

Uno de los ataques llegó en forma de auditoría fiscal a jugadores, a quienes les congelaron sus cuentas bancarias. Los defensas Miguel Ángel Cancela y Hugo Cid; los volantes Juan Albín y Luis Antonio Martínez y el delantero Daniel Villalba, se encuentran bajo la mira del gobierno estatal que revisa sus movimientos fiscales sin causa aparente.

“Los arponazos no nos han tirado los dientes”, asegura el centrocampista Luis Antonio “Toño” Martínez.

Con sus vestuarios llenos de hollín por el reciente incendio, ocurrido después que se ofreció una misa en el lugar, el equipo, dice Martínez, se mantiene más unido y concentrado en salvarse.

“Desde el inicio nos daban por muertos y seguimos vivos, lucharemos hasta el final y si Dios quiere podemos salvar esto”, agregó tras terminar un entrenamiento en playas del Golfo de México.

En cada partido que enfrentan los Tiburones en su estadio Luis “Pirata” Fuente, funcionarios del municipio de Boca del Río se colocan en los accesos y cuentan uno por uno a los aficionados que para, posteriormente cobrar un 3 por ciento de impuesto por persona.

“Una temporada difícil, una temporada donde hay muchos factores de todo tipo”, admite Fidel Kuri, el temperamental presidente del club que goza de una de las aficiones más leales del balompié nacional.

“Señores yo tengo huevos / yo tengo aguante / yo sigo a los Tiburones a todas partes / el rojo es un sentimiento que se lleva en el corazón / daría toda mi vida por ser campeón”, gritan en las gradas en cada enfrentamiento.

El Club fue fundado en 1943 y desde entonces ha obtenido dos campeonatos de liga (1945-1946 y 1949-1950), además ganó una Copa México (1947-1948) y un campeonato de la Copa MX (Clausura 2016).

Hoy se ubica en el último lugar de la tabla de descenso, con un cociente de 1.0510 que le obliga a ganar sus últimos cuatro partidos para salvarse sin depender de los resultado de su principal rival, el Lobos BUAP.

El empresario Kuri mantiene una disputa pública política con el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, del Partido derechista Acción Nacional.

“No he tenido suerte con los gobernadores”, dice el hombre que también tuvo una relación ríspida con el gobernador de su propio partido, el PRI, Javier Duarte (2010-2016), hoy preso acusado de delincuencia organizada y lavado de dinero.

“El gobernador quiere desaparecer al equipo, pero también hay que aceptar los errores que uno cometió”, admite Kuri, quien ha sido suspendido dos veces por la Federación Mexicana de Fútbol, un año por agredir a un asesor de la Comisión Disciplinaria y 8 meses por confrontar a un reportero.

Veracruz es la cuna de la santería en México, pues en la región de Catemaco docenas de brujos ofrecen limpias y misas negras y blancas, pero Kuri se niega a recurrir a esas artes porque su refugio, dice, es Dios.

“Dios le va a Los Tiburones”, remacha.

Ahora, afirma, el equipo es un Tiburón Blanco, porque esa especie jamás deja de moverse y defenderse.

“¿Irreal la historia? quiero saber en qué equipo de fútbol está pasando esto, pero nos vamos a salvar porque hay unidad y vamos a aguantar: el Tiburón no se muere”, advierte.

El partido pasado se fue la luz en el estadio, se quemó el vestuario y ahora apareció otro reto: al césped del estadio lo atacó un hongo y ha comenzado a ponerse amarillo.

Anuncio