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Esquivel: Por mucho tiempo se nos hizo pensar que en la cocina no sucede nada

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Laura Esquivel regresa al universo de “Como agua para chocolate” con “Mi negro pasado”, novela con la que reivindica el saber que se puede extraer de la cocina, pese a que durante años se hizo creer a las mujeres que son lugares en los que “no sucede nada”.

De esta forma, Esquivel (Ciudad de México, 1950) cierra la trilogía que inició en 1989 y continuó cuando el año pasado publicó “El diario de Tita”.

En un principio, la autora tenía la idea de que “Como agua para chocolate” fuera una novela única. “Pero uno nunca sabe”, comenta la escritora en una entrevista con Efe celebrada en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

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“Mi negro pasado” está ambientada en la actualidad y cuenta la historia de María (quien es tataranieta de Tita, su emblemático personaje), una mujer con problemas de adicción a la comida en un momento de crisis emocional después del abandono de su pareja.

Mirando a las mujeres de su familia de generaciones anteriores, María intentará “encontrar las claves para salir adelante”. Un camino que, necesariamente, pasa por la cocina.

“Por mucho tiempo” se nos hizo pensar que en espacios como la cocina “no sucedía nada, no pasaba nada, que estabas perdiendo el tiempo”, afirma Esquivel.

Por eso, argumenta, “demostrar que uno era un ser pensante, que podía ir a la universidad, que podía hacer cosas más útiles, entre comillas” se convirtió en algo más importante.

No obstante, la autora, apasionada de la cocina tradicional mexicana -declarada patrimonio inmaterial de la Unesco- recuerda que “el conocimiento no solo está en los libros”, sino que su origen está precisamente en “la observación, la experimentación, la siembra, el ver qué pasaba”.

Como dijo alguna vez la poetisa novohispana Sor Juana Inés de la Cruz “si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito”, apunta la mexicana.

El libro también echa mano de otra de sus pasiones, tejer: “Tiene un gran significado estar enlazando, amarrando, uniendo en tiempos de fragmentación”. Es, además, una actividad que implica necesariamente “generosidad”, en lo que la autora considera un “mundo individualista al extremo y mercantilista”.

Si de algo le ha servido situar “Mi negro pasado” en el siglo XXI es para hablar de los temas que personalmente le preocupan. En primer lugar, las altas tasas de obesidad y diabetes que tiene México, lo que le hace preguntarse qué pasó con ese conocimiento heredado de la cocina tradicional, sustituida, al igual que en muchos otros países, por productos industriales.

El texto también es una excusa para reflexionar sobre el racismo y cómo México ha ignorado esa “tercera raíz” que constituyen los afrodescendientes.

Para ello la escritora parte de la cuestión racial “llena de prejuicios” que ya plasmaba en “Como agua para chocolate” -donde el personaje de Gertrudis era hija de un mulato, el verdadero amor de su madre-, y lo va “arrastrando hacia el presente”, explica Esquivel.

En esta ocasión, la autora tuvo que compaginar la escritura de la novela con su tarea de diputada federal por el izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Para crear la estructura de la narración, su punto de partida, pidió una licencia de mes y medio.

Durante esas semanas, la autora se encargó de hacer árboles genealógicos y cronologías año por año para saber dónde estaba cada personaje en ese momento y contextualizarlos en su época.

Una vez acabado esto, pudo darse “el lujo” de ponerse a escribir, eso sí, levantándose a las cuatro de la mañana para poder avanzar en el texto antes de entrar al Congreso a las nueve de la mañana.

“Fue muy pesado, muy agotador”, recuerda Esquivel, quien asegura que cuando acabe el periodo de sesiones el próximo abril, el trabajo como diputada “se acabó” para ella.

En su incursión en un mundo “totalmente diferente” como está siendo su paso por el Legislativo, reconoce que ha tomado muchas notas, ya que la Cámara es un regalo para una autora cuya literatura esté basada en el análisis de la conducta humana.

Sus apuntes, en un futuro, acabarán plasmados en un libro, en el que también piensa plantear algunas “respuestas” frente a un sistema que “ya se desmoronó”. “No sé cuándo lo voy a escribir, pero sí pienso escribirlo”, concluye la escritora.

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