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Novela negra, del rechazo a ser clave para entrar al mundo editorial español

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De ser ignorada por las editoriales, la novela negra en España pasó a experimentar un “boom” que le ha vuelto central dentro del panorama del país; un fenómeno que tiene como parte negativa la explotación comercial del género, coincidieron hoy los escritores Lorenzo Silva y Marta Sanz.

En el marco de la mexicana Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, los autores españoles mantuvieron una charla en la que recordaron que, hace unos años, publicar novela negra no era fácil.

Silva, conocido por sus libros sobre los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, relató que con el primer volumen que escribió de la saga obtuvo un “rechazo unánime, al considerar (los críticos) que la novela policiaca no era un género apreciado por el lector español”.

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Con algunos de los editores, señaló, ni siquiera pudo hablar, sino que le devolvieron el manuscrito sin más.

El panorama editorial cambió cuando irrumpió la saga Millennium, del sueco Stieg Larsson, que vendió millones de ejemplares.

“En España empezaron a volver sus ojos rápidamente hacia ese género, en un primer momento de una manera un tanto histérica”, valoró el autor, quien opinó que hubo una tendencia a “traducir a cualquier sueco que hubiese hecho una novela de crímenes”.

Al respecto, Sanz refirió que desde el cambio que produjo Larsson, a veces tiene la sensación de que ciertos autores “tienen la obligación de escribir novela negra o utilizar tramas negras para poder entrar en el mundo de las editoriales”.

En este “renacimiento” del género, diferenció dos tipos de novelas. La primeras, que surgen para adaptarse “a esas exigencias del mercado”, y las segundas, que “surgen con esa sana vocación de iluminar los ángulos muertos de la realidad, las zonas oscuras, que cada vez son más oscuras en los países en que vivimos”.

Durante la charla, los escritores recomendaron autores de novela negra que les parecen interesantes. Silva puso en su lista al español Manuel Barea, en particular su novela “Vertedero”, y al estadounidense Don Winslow, quien trata nuevas realidades como los crímenes cometidos por los veteranos de guerra que regresan a su país sin encontrar su sitio.

Por su parte, Sanz recomendó los apuntes de Raymond Chandler sobre novela policiaca, y destacó el punto en que habla de la “novela enigma”, que representa por excelencia Agatha Christie.

En este tipo de narraciones, afirmó la autora de “Black, black, black” remitiendo al texto de Chandler, “siempre existe una trampa, pero hay que saber hacerla muy bien”.

Cuando uno de los asistentes les preguntó dónde encuentran inspiración para sus tramas, Silva respondió que la realidad “suministra los elementos más poderosos”, pero que utiliza la ficción para “llevarlos al límites”, cosa que con el periodismo no se podría hacer.

“En la literatura puedes ir a tumba abierta, porque los personajes de ficción no te pueden demandar”, bromeó.

Sanz argumentó que para encontrar elementos susceptibles de convertirse en el centro de una novela, negra o no, no hay más que “abrir las ventanas de casa”.

“Estamos rodeados de violencias cotidianas, de abandono de personas mayores, enfermas, feminicidios, gente pidiendo en las calles, parados de larga duración”, enumeró la autora.

La FIL, que se celebra hasta el próximo 3 de diciembre, reúne a más de 700 escritores de 41 países, con Madrid como invitado de honor.

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