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La ausencia hiela la Navidad de padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa

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Abrumados por el dolor de la ausencia, los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa pasan la tercera Navidad sin sus hijos realizando una caravana por México que busca seguir removiendo conciencias y sin la tradicional comida con sus seres queridos ni la ilusión de decorar el árbol.

“Las 43 familias están reunidas para que nuestra voz llegue al Gobierno, porque nosotros no paramos ni en las fechas más importantes. Llegar a casa implica sentir la ausencia de nuestro hijo”, cuenta a EFE en una conversación telefónica Hilda Legideño, madre del estudiante Jorge Antonio Tizapa, con voz entrecortada.

Su hijo tenía 20 años cuando desapareció, y a un día de cumplirse 27 meses del suceso, los padres siguen reclamando lo mismo desde esa trágica noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, en el sureño estado de Guerrero: saber dónde están los 43.

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Por ello, familiares de los jóvenes iniciaron el martes pasado en Guerrero la “Caravana +43 por la memoria y la esperanza”, una serie de actividades con las que recorrerán este diciembre localidades del estado de Guerrero (sur) y Morelos (centro), hasta llegar a la Ciudad México para recordar que los estudiantes llevan más de dos años desaparecidos.

La mujer recuerda que Jorge Antonio tiene una hija que lo está esperando. “Hay mucha gente que está sufriendo esta ausencia”, reflexiona, y esta situación impide a los familiares ir a sus casas a festejar la Navidad como hicieron toda la vida.

La voz de Hilda suena suave y firme, pero se hiela cuando revela que el Gobierno mexicano, por medio del estado de Guerrero, fue a cada una de las casas de los familiares y les ofreció 1,2 millones de pesos (58.111 dólares) a los pocos días de la oscura desaparición con un único fin: que dejaran de buscar a sus hijos.

“¿A nosotros de qué nos sirve eso si la vida de nuestro hijo está en juego?”, sentencia.

Según la versión oficial, la noche del 26 de septiembre de 2014 seis civiles perdieron la vida en Iguala, incluidos tres alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Además, 43 estudiantes fueron arrestados por policías municipales de la localidad y entregados a miembros del cártel Guerreros Unidos, quienes los asesinaron y quemaron en el basurero del municipio vecino de Cocula y arrojaron los restos al río San Juan.

No obstante, esta línea de investigación ha sido severamente cuestionada por varios organismos internacionales e investigaciones periodísticas, que apuntan a que hubo enormes irregularidades en las pesquisas de la Fiscalía mexicana y denuncian incluso la presencia de miembros del Ejército y la Policía Federal en el suceso.

Es por ello que Hilda, al igual que Clemente, el padre del normalista desaparecido Christian Alfonso Rodríguez, desconfía de las instituciones nacionales y pone sus esperanzas en la investigación que lleva a cabo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a través de un mecanismo especial de seguimiento al caso.

Estas fechas son muy tristes para Clemente, natural de Tixtla (Guerrero), pues hasta 2013 siempre había festejado la Navidad con Christian, sus tres hijas y su mujer, pero desde que su hijo no aparece ya no pueden hacerlo: le falta él, pero también sus 42 compañeros.

La voz de Clemente se congela de rabia, al igual que la de Hilda, cuando habla del Gobierno mexicano, a quien señala como el principal responsable de que lleve más de dos años “sufriendo y llorando” sin poder celebrar la Navidad ni el cumpleaños de su hijo, quien tenía 19 años cuando desapareció.

La caravana, que empezó en Guerrero y continuó su trayecto en Morelos, finalizará este lunes con una misa en la Basílica de Guadalupe de la capital.

A la Virgen Morena, patrona de México, Clemente le pide lo mismo cada año: “Que (los jóvenes) puedan escapar e ir con sus familiares”.

Dicha ceremonia, idéntica a la que celebraron los padres en este recinto el 26 de diciembre del pasado año, será oficiada en esta ocasión por el obispo de Saltillo, Raúl Vera, y Carlos Garfias Merlos, actual arzobispo de Morelia y arzobispo de Acapulco hasta noviembre pasado.

Tanto Clemente como Hilda agradecen el apoyo moral recibido durante más de dos años y en especial en el recorrido de la caravana, pero piden a los mexicanos que no olviden a los 43 compañeros que, donde quiera que estén, “tienen que regresar”.

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