Anuncio

Las brujas de Los Ángeles en acción: trabajar para lograr la mejor versión de los clientes

Share

El Oráculo de Los Ángeles se sentía agotada.

Ya eran las 2 p.m. y no había tenido tiempo de preparar el almuerzo, mucho menos de limpiar las cenizas de su altar. Una clienta de tarot acababa de salir de su casa amarilla estilo craftsman, en la zona de West Adams, a juzgar por el olor a incienso que aún perduraba en el aire. Dentro de una hora debía reunirse con otro cliente con problemas para completar una tesis doctoral.

Mientras tanto, todavía tenía que prepararse para su podcast semanal, crear una ceremonia de purificación para un nuevo negocio, y arreglarse las uñas para aparecer en un programa de televisión de realidad. Cualquier tiempo extra sería consumido por la escritura: debía entregar a su editor el segundo borrador de sus memorias en una semana.

El Oráculo, cuyo nombre real es Amanda Yates García, es una ex docente de artes, con maestría en escritura, cine y teoría crítica, del California Institute of the Arts. Durante los últimos ocho años se ha ganado la vida como bruja profesional, realizando “curaciones energéticas”, “sesiones de empoderamiento intuitivo” y algún exorcismo ocasional, al tiempo que imparte talleres sobre el arte de la magia, tanto en línea como en su casa, en tiendas independientes y sitios como el Museo J. Paul Getty.

Anuncio

El Oráculo entiende el valor del marketing, por lo cual también dedica varias horas a la semana a realizar actividades de divulgación: redactar boletines, actualizar su sitio web y compartir consejos en las redes sociales sobre temas como romper una maldición utilizando la “energía disruptiva de un eclipse lunar”.

“Quien cree que ser una bruja es simplemente estar sentada haciendo hechizos todo el tiempo, se equivoca”, afirma. “La mitad de mi negocio es tener presencia en Instagram”.

¿En qué se piensa al escuchar la palabra “bruja”? ¿Sombreros puntiagudos negros? ¿Los juicios de Salem? ¿Los miembros independientes de la religión pagana Wicca?

Las brujas trabajadoras de hoy en día, cuya importancia aumenta gracias a las redes sociales, se ven principalmente a sí mismas como sanadoras. Ayudan a los clientes que tienen problemas para enfrentar los obstáculos de la vida (penas de amor, envejecimiento, misoginia, estrés laboral) y para quienes los remedios más aceptados culturalmente -como la terapia y la meditación- no son suficientes.

Quieren ayudarlos a ser su mejor versión posible o, como dice el Oráculo: “Mi contribución es cultivar la belleza y el amor en mis clientes, y ayudarlos a prosperar”.

No hay una lista oficial de tareas para brujas, ni un ente regulador estatal que tenga en cuenta los requisitos educativos o de capacitación necesarios (lo cual significa que los clientes proceden bajo su propio riesgo). Los servicios abarcan una amplia gama, desde talleres de hierbas hasta hechizos de amor y comunicación con guías espirituales. Algunas brujas cobran hasta $200 por hora por su tiempo.

Sara Benincasa, una comediante y escritora que comenzó a consultar el Oráculo en agosto pasado, dice que las sesiones son “parte de terapia, parte de ritual religioso”. “Yo diría que ella hace un entrenamiento espiritual”, afirma. “Puedes ir a verla de la misma forma en que podrías visitar a un rabino o pastor” (Yates García se apresura a remarcar que “las personas no deben usar la magia como una forma de evitar sus problemas”. “A veces, la ayuda clínica con un terapeuta, trabajador social, médico o asesor financiero es realmente lo que necesitan”, señala).

Quienes crean que toda esta cuestión de las brujas es un pensamiento marginal, se equivocan. Una encuesta de 2017 del Pew Research Center, que examinó las creencias de la New Age (nueva era) en Estados Unidos, descubrió que el 40% de los encuestados cree en los psíquicos y otro 40% cree que los objetos inanimados, como montañas y árboles, están imbuidos de energía espiritual. También encontró que el 33% de los estadounidenses cree en la reencarnación, el 29% en la astrología y el 60% tiene al menos una de estas creencias de la nueva era.

La evidencia anecdótica parece indicar que la cantidad de personas que se llaman a sí mismas brujas está creciendo.

“El interés en la brujería fluctúa, pero se está incrementando de nuevo, especialmente entre las mujeres jóvenes”, expone Helen Berger, profesora de la Universidad de Brandeis, que estudia temas de brujería y paganismo desde hace 30 años.

Al menos media docena de libros sobre brujería se han publicado en los últimos seis meses. Museos y universidades como LACMA, UCLA, UC Berkeley y Smith invitan a brujas a dar conferencias y dirigir talleres en sus campus.

Y hay más sitios que nunca para comprar cristales, velas, incienso y otras herramientas del comercio de brujas, tanto en línea como en tiendas físicas. Aquí, en el sur de California, el local de suministros mágicos House of Intuition abrió sus puertas en Echo Park en 2010. En los últimos años se ha expandido en una cadena completa, con establecimientos en Pasadena, Long Beach, Santa Mónica, Highland Park y West Hollywood.

Instagram también ha ayudado a difundir el tema. Al buscar el hashtag #witchesofinstagram (brujas de Instagram) se encuentran 2.6 millones de publicaciones, que incluyen afirmaciones espirituales, selfies góticas y una gran cantidad de gatos.

“Instagram ha sido clave para que la magia y el misticismo sean accesibles a todos”, expresa Bri Luna, que es conocida con el nombre de “Hoodwitch” y tiene 420.000 seguidores en la red social. “Las viejas brujas intentan descartarlo, pero internet ha hecho posible que las personas negras, morenas y trans sean también parte de esta comunidad y este movimiento”.

Para Sabina Magliocco, antropóloga de la Universidad de British Columbia en Vancouver, el creciente interés por la magia y la brujería es una respuesta natural a un momento cultural en el que muchas personas se sienten marginadas y silenciadas.

La pérdida de la fe en las instituciones, particularmente en el gobierno y la religión organizada, llevó a grandes sectores de la población a sentirse desamparados, como si el mundo ya no tuviera sentido, explica. “Los estudios han demostrado que las personas recurren a la magia y al ritual en situaciones de alto riesgo y estrés”, dice Magliocco. “Y eso describe el mundo para muchos en este momento. La gente está un poco loca”.

La bruja queer, apodada Loba Loca, se especializa en herboristería y masaje tradicional. Sin embargo, gran parte del trabajo de Loba consiste simplemente en hablar con los clientes: “asesoramiento puro.

Loba creció en Perú y Chile, y ahora vive en un apartamento, en un primer piso cerca del Parque MacArthur, con un extenso jardín al frente. Dentro de su sala de estar con poca luz hay docenas de recipientes de flores y hojas secas sobre los estantes de metal. Algunos de estos se aplican a los exfoliantes, humectantes y aerosoles faciales que vende en su sitio web.

Loba aprendió el oficio de sus pares, y en viajes a México y Sudamérica, hablando con familiares y curanderos. Ellos consideran su trabajo -de enseñanza y apoyo principalmente a personas de color y homosexuales- como feminista, antimisógino y político, todo lo que se ha asociado ancestralmente con la práctica de la brujería.

“Hago todo un taller sobre cómo las personas que fueron quemadas, por ejemplo las supuestas brujas en Europa, participaban activamente en el desmantelamiento del gobierno”, relata Loba.

Más aún, intenta mantener los precios bajos: cobra $45 por una consulta de una hora sobre plantas o salud sexual, o $150 por un masaje corporal tradicional. “Esta es mi única fuente de ingresos”, explica Loba. “Cuando comencé, no cobraba básicamente nada, porque vivía en un garaje y no tenía que pagar mucho por la renta; pero a medida que crecí y tuve que gastar más dinero en la vida, debí aumentar mis precios”.

Durante la mayor parte de la historia, “bruja” se ha asociado con la malevolencia, especialmente en mujeres. Las brujas son condenadas en el Antiguo Testamento. Las antiguas leyes nórdicas y romanas prohibían la magia con propósitos infames.

El surgimiento del cristianismo desató vigorosas prohibiciones contra la brujería (y muchas iglesias continúan denunciándola). Los historiadores estiman que al menos 50.000 personas fueron juzgadas y encarceladas o ejecutadas por brujería en Europa occidental en los siglos XVI y XVII. Hasta el 80% de ellas eran mujeres.

Los europeos que colonizaron el Nuevo Mundo trajeron el miedo a las brujas y la brujería, temor que desembocó en la Massachusetts colonial. En un lapso de aproximadamente 15 meses, a partir de febrero de 1692, 15 mujeres y cuatro hombres fueron ahorcados después de que las acusaciones de brujería alcanzaran un punto frenético en la ciudad de Salem.

Incluso hoy en día, las brujas pueden inspirar miedo y enojo. “Esto pone a la gente muy nerviosa, la posibilidad de que las brujas tengan poderes”, expone Berger. “Si tienen el poder de curarte, ¿también tienen el poder de hacerte daño?”.

En los últimos años, a las personas que se autodenominan brujas se les ha hecho un poco más fácil, especialmente en el sur de California, donde se unieron a una próspera comunidad de parapsicólogos, trabajadores de la energía y otros curanderos. También se han encontrado y han sido influenciadas por personas que aportaron su creencia en la magia desde otras regiones y culturas de todo el mundo. En algunos casos, esto ha provocado acusaciones de apropiación cultural.

Además de ser objeto de escépticos, cínicos, ateos y ciertas denominaciones religiosas, las personas que se promocionan como practicantes de magia a veces atraen la atención de las fuerzas del orden.

En enero pasado, la oficina del fiscal en el distrito del condado de Los Ángeles emitió una advertencia sobre una estafa en la que se les decía a las víctimas -muchas de ellas personas mayores, en comunidades inmigrantes- que a su familia le ocurriría una terrible desgracia a menos que se realizara una ceremonia de bendición sobre sus objetos de valor.

Un jubilado puso más de $70.000 en efectivo y joyas en una bolsa, para que fueran bendecidos. Al devolverle la bolsa, le dijeron que no la abriera por dos días. Cuando finalmente lo hizo, ésta estaba llena de hojas de periódico.

“Siempre hay personas que podrían ser charlatanes”, afirma Berger, “pero según mi experiencia, la mayoría de quienes se consideran brujos creen que están ayudando a los clientes, y estos creen que están recibiendo ayuda. Así se piense que es “real” o no, no hay nada de malo en eso”.

En un miércoles reciente, la bruja y médium Aja Daashuur preparaba su hogar para un taller mágico al que asistirían 10 mujeres, incluida su asistente.

Había velas encendidas. Docenas de rosas rosadas de tallo largo estaban dispuestas en un círculo, en el centro de la habitación. Música meditativa se reproducía suavemente de fondo. ¿Su tarea final? Barrer la energía negativa de su casa centenaria, en las colinas del noreste de Los Ángeles.

Mientras empujaba la escoba a una pulgada por encima de los pisos de madera, murmuraba una oración en voz baja:

Sólo la luz y el amor pueden entrar por esta puerta.

Protéjanla de la energía negativa, los ataques paranormales y la energía de baja vibración.

Pido al sol y la luna, ya que soy hija de ambos...

Daashuur es ex músico y estilista de celebridades, que ahora se gana la vida canalizando espíritus y compartiendo sus ideas con sus clientes. Ella se considera a sí misma como una ‘entrenadora de guía espiritual’.

En los últimos dos años ha visto a clientes privados varias veces a la semana en un pequeño espacio con forma de pirámide, en el terreno de su casa. Las sesiones, de 75 minutos, cuestan $200.

Daashuur y sus clientes comienzan con una ofrenda a los espíritus (velas, flores, salvia, chocolate) y una meditación. Luego, dice, ella entra en un trance ligero y comienza a comunicarse con los guías espirituales. “Me imagino que estamos todos sentados alrededor de una vieja mesa de cocina de los años 1970”, explica. “Tenemos una charla”.

Al Oráculo de Los Ángeles le gusta decir que la magia no desafía las leyes de la física. “No meneas la nariz y tu vida se vuelve completamente diferente”, expone. “Trabajamos gradualmente. Si alguien quiere ganar un Grammy pero aún no ha escrito una canción, tenemos mucho por hacer”.

Así, les dice a sus clientes que la magia es una forma de tomar lo que todos tenemos en nuestras mentes y llevarlo al mundo material, donde podemos verlo y lidiar con él.

Eso podría significar escribir un recuerdo doloroso en un trozo de papel y luego quemarlo, o lanzar una joya al océano para liberar las emociones asociadas con una relación difícil. A menudo, le da a sus clientes “trabajos”, que espera que hagan a su tiempo. “Si quieres ganar más confianza, tendrás tareas como tomar un curso para hablar en público”, explica.

Esto puede parecer más un consejo práctico que una brujería, pero Magliocco sostiene que así es como funciona la magia tradicionalmente: “Creo que cuando la gente se burla de la “magia”, es porque no entiende cómo se usa. Funciona en esas partes de uno que no son verbales, que son preverbales, que responden a imágenes, olores, metáforas e historias”.

Yates García lo expresa de esta manera: “La magia y el ritual son una forma de enfocar la propia energía”.

Luego mira su teléfono; un cliente llegará en pocos minutos. También debe dedicarse a sus memorias. Los mensajes directos por Instagram comienzan a acumularse. El Oráculo de Los Ángeles debe volver a trabajar de inmediato.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio