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Un llamado a comprar que trasciende en Boyle Heights: “¡Ya llegó el churrito!”

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Algunos residentes de Los Ángeles asocian los sonidos de la ciudad con el tránsito, los trenes del Metro y los subterráneos. Pero para los residentes de Boyle Heights, los sonidos de su comunidad incluyen los gritos, el silbido y el llamado de los vendedores callejeros (pregoneros), como el de churros que anuncia: “¡Ya llegó el churrito!”.

César Aguilera vive en Boyle Heights y dice que escuchar el silbido del vendedor Eduardo Cuevas, conocido popularmente como el “churrero”, lo remonta a su infancia.

Allá (en Puebla, México), todas las cosas que comemos a veces también las anuncian así, con pregoneros”.

— Minerva Flores, residente de Boyle Heights.

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“Cuando era niño, pasaban los paleteros y los vendedores de chicharrones”, dice Aguilera de 32 años.

El chiflido de Cuevas se inspira en su abuelo, que hace muchos años atrás usaba un silbido semejante para mantener reunido al rebaño de ovejas y cabras que pastaba en Zacatecas, México. Recuerda que pensaba que el silbido era muy similar al canto de los pájaros, lo que le parece bastante curioso.

“‘Oye abuelito, parece como si los pájaros te remedaran’”, decía Cuevas, hoy de 50 años, a su abuelo.

Luis Rodríguez, poeta galardonado de Los Ángeles, considera los vendedores de la calle son como parte de la poesía de Los Ángeles, junto con el canto de las cotorras silvestres, el arrullo de las palomas y los sonidos de los diversos idiomas que se hablan en sus calles.

“Los Ángeles es una ciudad muy poética”, dice Rodríguez. “Los pájaros crean sus propios poemas a su manera. Algo en su arrullo es parte de la banda sonora de la ciudad”.

Rodríguez asocia el silbido de Cuevas con las raíces ancestrales mexicanas y dice: “los mexicanos son conocidos por sus silbidos, pero creo que tiene raíces indígenas, ya que las personas solían usar los silbidos para comunicarse entre ellas”.

Un claro ejemplo es la comunidad chinantec, al norte de Oaxaca, donde las personas a veces emplean un tipo de habla con silbidos en vez del habla tradicional, según un estudio realizado por el investigador social David Yetman de la Universidad de Arizona para el documental “En las Américas con David Yetman”. Al presente, son pocas las personas de la comunidad chinantec que continúan practicando el habla con silbidos, según las observaciones de Yetman.

Rodríguez señala que Cuevas encontró una manera de incorporar esa forma de lenguaje del pasado como un nuevo tipo de anuncio publicitario. “Es una manera de hacer algo creativo con el lenguaje, que además le agrega sonoridad”, dice. “Para mí, lo que está creando es poesía”.

Muchos residentes de Boyle Heights ya saben que Cuevas se acerca cuando oyen el silbido semejante al canto de los pájaros.

Durante la semana, Cuevas camina por el Parque Evergreen y el Parque Belvedere de Los Ángeles para vender sus churros. Con una camiseta de color liso, pantalones cortos que le llegan hasta la rodilla y un sombrero hecho de palma de estilo Fedora, Cuevas empuja un pequeño carro cargado de churros. En promedio, Cuevas gana $365 dólares por semana con la venta de 3 churros por un dólar, su única fuente de ingresos. Todos los días vende unos 200 churros y regala los sobrantes al final de la jornada.

Su original chiflido lo distingue del resto de los vendedores callejeros.

“Recién tostaditos, bien doraditos, bien calentitos”, silba Cuevas para vender sus productos.

Poco después de comenzar su negocio, adoptó este silbido como su sello característico. Después de vender sus primeros churros, se dio cuenta que su silbido atraía a más clientes.

“Por la forma en que anuncia su producto, como que llama más la atención”, dice Minerva Flores de 29 años, clienta frecuente de Cuevas. “Me llama la atención y a los niños también”.

“Allá (en Puebla, México), todas las cosas que comemos a veces también las anuncian así, con pregoneros”, dice Flores. “Como los elotes, chicharrines y camotes”.

La cantidad de felicitaciones y de elogios que Cuevas recibe por su original estilo de publicidad y la manera en que se gana la vida le da mucha satisfacción.

Ojalá en el futuro haya más personas así [vendedores], que vendan y hagan algo diferente”, dice Aguilera. Además, espera que a su hija este silbido también le traiga recuerdos similares de su infancia en Los Ángeles.

A pesar de no tener ninguna cuenta en las redes sociales, Cuevas apareció en un video de una página de Facebook llamada “Los Mejores Memes”, que recibió casi 150,000 visitas y 1,200 envíos para compartir con amigos.

Jénnifer López inicia sus estudios de primer año en UC Riverside este otoño y es periodista estudiante del Pulso de Boyle Heights.

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