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Siembran las fresas entre la depresión y el estrés: en peligro la salud mental y física de los trabajadores agrícolas

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La pobreza, el estrés y la discriminación parecen abatir más a los inmigrantes en las zonas rurales de la frontera entre México y Estados Unidos, una tendencia que pone en peligro su salud mental y física, sostienen los expertos.

Ann Cheney, profesora asistente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Riverside, enfatiza que los trabajadores agrícolas y sus familias enfrentan numerosas dificultades en sus vidas diarias que, cuando se suman, crean enorme estrés.

Este tipo de estrés crónico es a menudo un catalizador de enfermedades físicas, problemas de salud mental, violencia doméstica y abuso de sustancias, asevera Cheney.

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Entre el 2015 y 2016, la experta y su equipo entrevistaron a docenas de trabajadores agrícolas mexicanos, defensores de trabajadores agrícolas, líderes comunitarios y proveedores de servicios de salud, sobre los desafíos que viven los inmigrantes y el efecto que estos tienen en su salud.

Ahora Cheney sostiene que la depresión es una tendencia en este sector.

“Querer trabajar para tu familia, ya seas un hombre o una mujer, y realmente luchar para poder proporcionar... Creo que la tensión a veces se vuelve inmanejable. Puede llegar a ser abrumador y conducir a la depresión y la ansiedad”, dice Cheney.

Uno de los causantes de estrés más básico que enfrentan estos inmigrantes es el económico, ya que ganan muy poco, se les dificulta pagar el alquiler del hogar, los servicios públicos, y a menudo, viven en viviendas precarias, dice la experta.

A parte de estos problemas, mucha gente de este sector inmigrante es vulnerable a la explotación física, mental y salarial en el empleo, ya que son indocumentados.

Lo más preocupante de todo, asevera su informe, es que la comunidad no tiene seguro médico e inclusive no se toman días de descanso por miedo a perder el trabajo, lo que aumenta la presión arterial, los niveles de colesterol, la hipertensión y el tejido adiposo.

“Estas comunidades a menudo se caracterizan por viviendas deficientes, infraestructura deficiente, condiciones insalubres y agua potable pública insegura. En Estados Unidos, la salud rural es una disparidad de salud que a menudo se pasa por alto”, enfatiza Cheney, quien dirigió la investigación en el Valle de Coachella.

Los investigadores hallaron que muchos temen que se les cree un perfil racial simplemente por manejar en las carreteras o incluso dejar a sus hijos en la escuela, todo esto sin contar el sentimiento de aislamiento porque están lejos de sus familias y comunidades de origen.

El documento de investigación hace un llamado a la acción de la comunidad local, el cambio de la política de salud, y una mayor investigación en profundidad sobre las desigualdades estructurales en la salud entre los latinos nacidos en el extranjero.

“Las organizaciones sin fines de lucro, los sistemas de salud, los responsables de las políticas y los investigadores deben tomar medidas y abordar la desigualdad a nivel estructural en materia de salud”, dice Cheney.

“La salud de esta población latina es increíblemente importante, son la columna vertebral del sistema alimentario estadounidense. El este del Valle de Coachella, una de las áreas agrícolas más ricas del mundo, por sí solo contribuye con más de $600 millones en producción agrícola a nuestra economía”, agrega.

La experta apunta que el resto de la comunidad tiende a estar desconectados de la realidad, de que los alimentos que consumen son sembrados y cosechados por las personas más vulnerables.

“Cuando comemos nuestras fresas, no creemos que hayan sido inmigrantes en Eastern Valley, que son originarios de México, quienes están recogiendo esas fresas para que puedan cumplir con una cuota del día para poder llevar comida a casa, mantener a su familia y ser capaz de sobrevivir”, concluyó la experta.

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