Tras el anuncio del fin inmediato de la política ‘pies secos pies mojados’, que ampara a los cubanos que tocan suelo estadounidense, esta comunidad reacciona con sentimientos encontrados.
Algunos cubanos en Los Ángeles creen que el presidente Barack Obama debió conservar la ley mientras otros sostienen que si el acercamiento entre ambos países es amistoso, es justo que los cubanos también empiecen a hacer línea para adquirir sus documentos legales en Estados Unidos, así como cualquier persona de otra nación.
La política, que fue implementada en 1995 por la administración de Bill Clinton, permitía a los cubanos permanecer en este país de no ser interceptados en alta mar y llegar a tierra firme.
En Downey, Rafael Batista, un empresario que partió en una balsa a Estados Unidos hace 18 años, sostiene que “las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no le garantizan a los cubanos un trato justo”.
“Los arreglos entre los gobiernos son muy independientes entre cómo escojamos los cubanos tener una mejor vida. Con amistado o no amistad entre ambos países, si los cubanos siguen arriesgando sus vidas en el mar, es justo que al llegar aquí nos den una oportunidad. Si otros prefieren aplicar por sus documentos, entonces tienen el derecho de esperar”, dice Batista.
En un comunicado, la administración estadounidense señala que el gobierno de Cuba se compromete ahora a aceptar a los compatriotas interceptados, algo que no hacía antes.
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Haitian migrants in Tijuana, Mexico, wait in line to get appointments with American immigration officials. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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The sounds of French and Haitian Creole now mix with Spanish and English in Tijuana’s shelters, which only a year ago were filled mainly with migrants from central America and Mexicans recently deported from the U.S. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Haitian migrants crowd Tijuana’s shelters, budget hotels and rooms-for-rent, where they spend days waiting for appointments with American immigration officials. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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“We’re at breaking point right now,” says Father Patrick Murphy of the influx of Haitianmigrants to the Casa del Migrante shelter in Tijuana. “We never imagined it would go on for more than two or three weeks.” (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Nertho Thermitus, from Haiti,waits with fellow migrantsbefore crossing the bridge leading from Tijuana to the San Ysidro Port of Entry in San Diego. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Emmanuel Ngunyi spent days waiting at a Salvation Army shelter in Tijuana, Mexico, for an appointment with U.S. border officials. “They do take care of you well,” he said. “But this is not my destination.” (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Margarita Andonaegui, administrator of Tijuana’sDesayunador Salesiano Padre Chava shelter, tries to help a pair of migrants. The shelter has been struggling to feed and house thousands of Haitian and African migrants. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Nertho Thermitus, a migrant from Haiti, walks through Tijuana’s Red Light District in the early morning on his way to the U.S. border. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Migrants sleep in the street acrossfrom the Desayunador Salesiano Padre Chava shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Migrants head to their rooms at the Casa del Migrante shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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A Haitian migrant shaves at the Casa del Migrante shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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A Haitian woman checks her phone before going to sleep at the Desayunador Salesiano Padre Chava shelter. Women and children spread blankets on the floor in between the dining room tables to sleep atthe facility, which is filled to capacity. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Nertho Thermitus, a migrant from Haiti, says a silent prayer before leaving his hotel room in Tijuana for the U.S. border. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Haitian and African migrants sleep on bunks at a shelter operated by Movimiento Juventud 2000 in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Haitian and African migrants check their phones while staying at a small tent city operated by Movimiento Juventus 2000. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Emmanuel Philips, a migrant from Haiti, dreams of going to the United States. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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A Haitian migrant makes a call before going to sleep at the Casa del Migrante shelter in Tijuana, Mexica. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Emmanuel Philips, from Haiti, sits in the atrium at the Casa del Migrante shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Father Patrick Murphy celebratesMass at the Casa del Migrante shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Haitian and African migrants are staying at a small tent city operated by Movimiento Juventud 2000 in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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A Haitian child peers out of a tent where some families spend the day at the Desayunador Salesiano Padre Chava shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Migrants wave to their friends as they cross the bridge leading from Tijuana to the San Ysidro Port of Entry in San Diego. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Haitian migrants hand their paperwork to a Mexican official at a makeshift office set up near the U.S. border. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Migrantswait in line in Tijuana to enter the United States. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
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A Haitian man peers through afence at the Desayunador Salesiano Padre Chava shelter in Tijuana, Mexico. (Genaro Molina / Los Angeles Times)
A juicio de Ismael Álvarez, otros cubanos que llegaron Estados Unidos hace 23 años, “el cambio es justo”.
“Esta política era vieja y el gobierno saliente, en este caso Obama, siempre busca dejar una estampa de lo que hizo. En este caso como estampa de reconciliación, se promulga el fin de la política”, dice Álvarez.
El anuncio del jueves, fruto del proceso de acercamiento que iniciaron los gobiernos de Raúl Castro y Abana en el 2014, deja a la comunidad cubana en Estados Unidos dividida, sostiene Fernando Marquet, empresario, activista y preso político.
El argumento sobre la acción de Obama “está dividido un 50 por ciento. Cabe recordar que la ley fue designada para los cubanos que buscaban refugio y libertad del país comunista, para que pudieran asilarse y no tenían que comprobar nada. Se les daba la ayuda automáticamente”, dice Marquet.
Sin embargo, “en los últimos 15 años, está tan mal la situación económica en Cuba que la gente no huye de la pesadilla comunista sino en busca del sueño americano. La esencia de la ley para proteger a los reprimidos ya cambió”, enfatiza el activista.
“Yo diría que no se gana nada con finalizar la ley. Por un lado siento que habrá personas que de verdad estén huyendo de la represión y que no se les podrá ayudar como antes. Lo cierto es que hay que estar preparados porque se vienen muchos cambios en el país”, asegura Marquet.
Según el censo de 2010, en Estados Unidos viven alrededor de 1.7 millones de cubanos. De octubre del 2015 hasta agosto del 2016, casi 47 mil cubanos ingresaron a territorio estadounidense, el doble a comparación del año fiscal 2014 y unos 3 mil más que en el 2015.
Mario Guerra, ex alcalde de Downey, acota que el problema real es que “no existe una reforma”.
“El dar a conocer esta política en el último minuto descredita el trabajo de Obama, porque deja ver que es solamente política. La nueva administración debió ser parte de la plática. Por qué Obama no anunció esto temprano, es la pregunta”, dice Guerra.
Con el nuevo cambio, Estados Unidos elimina de forma inmediata los privilegios migratorios para los cubanos que entran ilegalmente al país. Asimismo, los cubanos sólo podrán entrar a este país con una visa válida, ya sea por tierra, mar y aire. De lo contrario serán deportados. De igual forma queda eliminado el Programa de Admisión Condicional para Profesionales Médicos Cubanos. De parte política toma la credibilidad.
Por otra parte, los cubanos que ya están en Estados Unidos no resultan afectados por esta medida. Sigue vigente el Programa de Admisión Condicional para Reunificación de Familias Cubanas.