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“Para nosotros los indigentes nada es basura”: Con plásticos y cobijas cientos de desamparados sobreviven la tormenta

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Hace tres días José escuchó en su radio de baterías que una fuerte tormenta amenazaba el sur de California con inundaciones peligrosas y severas ráfagas de viento.

Sin pensarlo dos veces, el indigente tomó su mochila y se fue a pedir limosna para comprar una cobija gruesa de una tienda de segunda mano y luego armar su vieja casa de campaña, la cual posee desde hace dos años que se quedó en la calle.

La necesidad y la rudeza del clima hace creativos a miles de indigentes que por una u otra razón no se van a los refugios de emergencia, asegura José, de 54 años de edad. No obstante, los retos son difíciles sin techo, comida, baño, teléfono de emergencia, dinero o auto.

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Por ejemplo, dice el mexicano que se ha plantado debajo de un puente en el Este de Los Ángeles: “Para los días como este, pongo cobijas encima de la casa de campaña para que sea más resistente al viento y me pongo varios suéteres para evitar los resfriados que me dan seguido”.

Respecto a la comida, el señor compra latas de alimento. Sin embargo, a la hora de necesitar el baño, dice José: “ese es un problema… hay que caminar cuadras para que algunos restaurantes me permitan usar sus instalaciones. Entiendo que hay albergues de emergencia, pero están lejos y no puedo transportarme solo por un día de techo”.

En el centro de Los Ángeles, Ramón no tuvo la misma suerte de José.

“No pensé que iba a llover tan fuerte y lo único que pude hacer fue comprar una lona de plástico y pedir otros indigentes más plástico para cubrir el suelo para que no se mojen las cobijas”, dice Ramón de 56 años de edad.

“Usualmente la gente pone sus casas de campana o lonas en contra de una pared, arboles o bancas públicas para cubrirse del viento o para sujetar sus techos… Yo me he puesto a lado de un árbol”, agrega Ramón, quien sostiene que prefiere quedarse en la calle antes que buscar refugio.

De acuerdo a la experiencia de Ramón, “los refugios son como ganarte la lotería. Puedes estar ahí por horas y tal vez no alcanzas cama. Lo que es peor, no te dejan entran con pertenecías como carritos de la calle o bultos grandes”.

Por ahora, varios refugios de emergencia han abierto sus puertas a través de la ciudad y el condado de Los Ángeles, pues en estas épocas mucha gente empieza a hacer línea desde temprano para alcanzar un espacio, pero no todos tienen suerte, dice Nadia Parada, vocera de Los Ángeles Misión, en Skid Row.

“Aquí en la misión, la gente empieza a llegar desde la 5 de la tarde y les damos cama por 15 días, pero todos los refugios tienen sus propias reglas”, señala Parada, revelando que el 30 por ciento de la gente que busca asistencia es latino, otro 55 afroamericano y el resto son de otras nacionalidades.

En todo el condado de Los Ángeles, 1,900 camas de emergencia están disponibles a través de LAHSA, debido al frío y lluvia, sostiene Naomi Goldman, portavoz de LAHSA. Los servicios se extienden en Highland Park, Pomona, Santa Clarita, Skid Row, West Los Angeles, South Los Angeles, Sylmar y Long Beach and Bell.

Sin embargo, el número de indigentes en el condado de Los Ángeles que se quedan sin refugio es de alrededor de 32 mil personas de los 46,874 indigentes en total.

En Skid Row, afuera de Fred Jordan Mission, un joven que no quiso revelar su identidad sostuvo que él nunca alcanza cama.

“Algunos indigentes se quedan hasta a dormir afuera de las agencias para ver si alcanzan un lugar. Yo he sido uno de ellos, pero todo está lleno. Así que para nosotros los indigentes nada es basura. Ando juntando cartón, periódico, plástico, ropa… todo es bueno”, dice el joven de 20 años de edad.

Sin lona de plástico ni casa de campaña, lo más caliente que puedo dormir es debajo de un puente por donde conecta el Rio de Los Ángeles.

“Es peligroso dormir debajo de esos puentes, pero no queda si no hay mucho con que protegerse más que cartones. En cuanto a la comida, cualquier dulce de dólar te quita el hambre. Para ir al baño, pues el agua se lo lleva todo”, dice apático a su situación.

Por su parte, las autoridades de Bomberos del condado de Los Ángeles, le advierten a los indigentes no dormir cerca de la desembocadura de los ríos, revelando que depende la superficie del suelo y el deslave, no toma más de 18 pulgadas de agua moviéndose a unas siete millas por hora para ser llevado por la corriente.

Alberto Méndez, integrante de Interfaith Communities United for Justice and Peace, le ha llevado comida a la gente indigente en el sur de Los Ángeles, pero reconoce que esta ayuda no es suficiente.

“La gente no necesita como primordial necesidad. Necesita un techo, un baño, un lugar donde esté seguro que despertará la mañana siguiente. Las lluvias no son las malvadas, es el sistema que no le ofrece suficiente al que lo necesita”, dice Méndez.

Para información sobre los refugios llamar al (800) 548-6047.

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