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‘No somos criminales’, gritaron los vendedores ambulantes de L.A.

Caridad Vásquez grita desde lo profundo de su alma que los vendedores sólo quieren trabajar. Ella es uno de los 50 mil vendedores que hay en la ciudad.
Caridad Vásquez grita desde lo profundo de su alma que los vendedores sólo quieren trabajar. Ella es uno de los 50 mil vendedores que hay en la ciudad.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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LOS ÁNGELES.- Los vendedores ambulantes de comida se unen, pero esta vez no es para ofrecer sus antojitos, sino para quejarse de las autoridades de Los Ángeles que les extienden multas como si vendieran ‘hot-dogs’.

Con gritos de “No somos criminales” y “Necesitamos los permisos para vender ahora”, los vendedores también piden que la ciudad agilice una ley que les otorgaría permisos para ejercer su trabajo del día sin ser acosados por los agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD).

Con el fin de hacer que sus voces se escuchen, decenas de ellos salieron el martes pasado para protestar afuera de las oficinas principales del LAPD, y al mismo tiempo para entregarle una infracción simbólica al jefe Charlie Beck. En apoyo se manifestaron también varias organizaciones sin fines de lucro, que al igual exigieron respeto para los cerca de 50 mil vendedores que se estima hay en la ciudad.

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Patricia Gutiérrez dice ser “una víctima” entre estos miles de vendedores.

“No salgo a las calles a vender droga o armas; yo vendo pupusas. Hago esto porque perdí mi trabajo hace dos años y no he podido encontrar algo. Tengo que darle de comer a mis hijos y pagar una renta”, dijo Gutiérrez en una entrevista telefónica con HOY.

“Luego la policía llega y me quita mi carro o tira mi comida al suelo. Otros me dan multas y no me queda de otra más que seguir así. A mí me gustaría tener un permiso para no molestar a nadie y ganar dinero honradamente”, agregó.

Antonio Bernabé, vocero de la Coalición por los Derechos Humanos de Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), asevera que la venta ambulante es una forma más de ganarse la vida y no debe ser vista como un crimen.

“Hay una vendedora de agua de más de 80 años de edad en el centro de la ciudad, y el mismo policía -de unos 35 años y que podría ser su hijo- no ha tenido clemencia y le ha aplicado siete infracciones en una semana”, aseguró.

Cada multa va desde los 100 hasta los 800 dólares. Pero los vendedores no sólo tienen que enfrentar multas, sino también “acoso y abuso verbal”, declaró Bernabé.

Asimismo, Isela Gracián, de East Los Angeles Community Coalition, y quien lleva a cabo un movimiento para legalizar las ventas, señaló: “Llevamos años pidiendo los permisos. Lo único que estas personas quieren es trabajar”.

Con la situación simbólica, el grupo espera que el jefe de policía le prohíba a sus agentes levantar multas, así como el acuerdo que tiene la División Rampart en el área de MacArthur Park, y que permite las ventas mientras no haya bloqueo en las banquetas o entradas de negocios y no se vendan objetos pirata.

“Nos gustaría tener este acuerdo no solamente en un área sino en toda la ciudad, ya que se estima que hay hasta unos 50 mil vendedores que se podrían beneficiar con ello”, declaró la licenciada Cynthia Anderson-Barker, de National Lawyers Guild.

Sin embargo, los agentes de LAPD sólo obedecen códigos de la ciudad y el gobierno es responsable de la creación de las reglas, así que los vendedores tendrán que esperar hasta que un equipo especial de la ciudad termine de crear un programa de permisos detallado para que éste sea debatido por el Comité Económico del concilio de la ciudad.

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