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Millones no pueden adquirir medicamentos debido al alto costo; así lideran esfuerzos para reducir los precios

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Aproximadamente tres de cada 10 personas en Estados Unidos, omiten medicamentos o aplazan las dosis debido su alto costo, sostienen activistas.

El problema se agudiza anualmente, por ejemplo, entre el 2008 y 2015, los precios de las marcas de medicamentos más comunes escalaron un 164%, mientras que la inflación de la economía fue del 12% en el mismo periodo, según el Institute for Healthcare Informatics.

Para “atacar” estos aumentos, una coalición nacional compuesta por 12 organizaciones que representan a consumidores de atención médica, sindicatos y proveedores de atención médica, lanzaron formalmente la Coalición por los Precios Justos de los Medicamentos.

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El esfuerzo empuja el deseo colectivo de responsabilizar a todos los que están a cargo de la formulación de políticas para controlar los altos y crecientes precios de los medicamentos recetados.

Entre las organizaciones se encuentran Community Catalysts, Center for American Progress, Doctors for America, SEIU, Public Citizens y Health Access California.

Frederick Isasi, director ejecutivo de Families USA, y cuya organización forma parte de la coalición le llamó a los precios altos una “crisis”.

Dijo que el movimiento está orgulloso de confrontar “los abusos de patentes y exclusividad del mercado que permiten a las compañías farmacéuticas establecer precios astronómicamente altos que las familias no pueden pagar”.

Enfatizó que el Congreso creó las leyes que muchas compañías farmacéuticas están abusando, y deben solucionar este problema.

“Para empeorar las cosas, los contribuyentes financian la investigación y desarrollos, básicos, pero a menudo ni podemos acceder o pagar los medicamentos que nuestro dinero ganado con tanto esfuerzo ayudó a crear”, sostuvo.

De acuerdo con los resultados de una encuesta de Kaiser Family Foundation, realizada en febrero de 2019, casi 3 de cada 10 personas en todo el país omiten dosis o renuncian a las recetas por los altos costos.

La crisis de medicamentos recetados pone a las familias en riesgo de resultados de salud deficientes y amenaza su estabilidad financiera, sostiene el informe, que también descubrió que los estadounidenses apoyan acciones serias para reducir los precios de los medicamentos, incluso permitiendo que el gobierno negocie los precios con las compañías farmacéuticas.

Si bien la Coalición para el Precio Justo de los Medicamentos apoya los esfuerzos iniciales que los comités del Congreso han tomado este año, para abordar los precios exorbitantes de los medicamentos recetados, esos esfuerzos no son suficientes, sostiene la entidad.

Las familias y los consumidores de servicios de salud en todo Estados Unidos desean y merecen reformas significativas dirigidas y reducen los precios subyacentes de los medicamentos para que no se vean obligados a elegir entre su salud y seguridad financiera para obtener el medicamento que necesitan, agrega.

“Los precios excesivamente altos de los medicamentos y los aumentos injustificados de los precios no ocurren por casualidad. Son el resultado de decisiones políticas deliberadas tomadas en Washington”, dijo Richard Trumka, presidente de la AFL-CIO.

“Los pacientes en el mostrador de la farmacia, los trabajadores en la mesa de negociaciones y sus planes de salud que negocian con las compañías farmacéuticas se ven obligados a pagar el precio”, añadió Trumka.

Linda Massey, una enfermera jubilada que se basa en recetas caras, sostuvo estar preocupada por su capacidad a largo plazo para pagarlas.

“He estado tomando el mismo medicamento para mi artritis reumatoide desde casi 1998. Desde entonces, el medicamento no ha cambiado, pero la administración del medicamento ha cambiado de una jeringa a una pluma de autoinyección, y con eso ha llegado un constante aumento del precio”, dijo Massey.

Debido a las patentes y los monopolios de las compañías farmacéuticas, es poco probable que el medicamento se libere en una forma genérica y más asequible. El medicamento de Massey ahora cuesta $1,500 por mes, y la única razón por la que puede obtenerlo es porque ella ha encontrado un programa de caridad que le ayuda a costearlo.

“Confiar en un programa de caridad no es una solución sostenible, porque si el programa se suspende, estaré en la línea de los costos de medicamentos que no se pueden pagar”, dijo Massey.

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