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Los Ángeles, una región de peligrosos pozos petroleros que afectan la salud de miles de residentes

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Cuando Ashley Hernández se sienta frente a su hogar junto a su perrita Lucy, esta puede oler el petróleo en el aire. No importa si es día o noche el olor siempre está ahí, señala la joven.

A media cuadra de su hogar, justo a lado del parque John Méndez, se encuentra un pozo petrolero que está activo las 24 horas al día, por lo que el olor y el ruido es un problema constante para el vecindario de Wilmington, al sur de Los Ángeles.

Pero este no es el único problema, Hernández y su madre han desarrollado irritación de la vista mientras una hermana sufre de problemas respiratorios que el doctor atribuye a la contaminación.

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El reporte

Hernandez forma parte de Drilling Down, un informe que detalla las experiencias de varios residentes de la región de Los Ángeles, que viven en vecindarios donde se llevan a cabo operaciones petroleras, las cuales emiten gases tóxicos al aire.

El informe de la Fundación Liberty Hill, una coalición que lucha por la justicia ambiental, revela que simplemente en el Condado de Los Ángeles existen unos 5,194 pozos activos.

Pero la ciudad de Los Ángeles no se queda atrás, esta cuenta con unos 1071 pozos. No obstante lo alarmante de las operaciones, señala el informe dado a conocer este miércoles, es que el 70% de estos proyectos se encuentran dentro de una distancia de 1,500 pies de hogares, parques, escuelas e inclusive hospitales.

La región angelina es el hogar del campo petrolero y la región que produce más petróleo en la nación, asevera el reporte. Los residentes que viven cerca de los pozos están expuestos a los químicos y como resultado describen dolencias de salud, incluyendo hemorragias nasales, náuseas, enfermedades respiratorias y mareos.

“Las áreas cercanas a las operaciones de perforación tienen niveles elevados de compuestos orgánicos volátiles, ozono y contaminantes peligrosos del aire”, dijo el doctor Félix Aguilar, miembro de la Junta de Médicos por la Responsabilidad Social en Los Ángeles.

“Para los angelinos que viven cerca de la extracción de petróleo, estas toxinas los ponen en riesgo de no sólo el impactos en la salud a corto plazo, sino de problemas a largo plazo que resultan de la exposición acumulativa; tales como el asma, enfermedades del corazón, enfermedades respiratorias y cáncer”, agregó.

La discriminación

La mayor cantidad de perforaciones ocurre en comunidades que ya sufren de desproporción de servicios, pobreza y acceso inadecuado al doctor, indica el reporte Drilling Down.

Los barrios más afectados incluyen University Park, Jefferson y Murphy, al suroeste de Los Ángeles así como West Adams, Wilmington y Baldwin Hills.

Por si esto no fuera suficiente, los residentes tienen que lidiar con los ruidos perturbadores de los camiones, los olores y la posibilidad de explosiones, derrames y otros incidentes peligrosos, expone el reporte.

“No podemos hacer perforaciones en medio de nuestros vecindarios si esperamos avanzar hacia una futuro saludable y sostenible para Los Ángeles”, dijo el pastor Kelvin Sauls, miembro de STAND-LA, una organización a favor de la justicia ambiental.

“Las perforaciones no pertenecen aquí o cualquier otra comunidad de Los Ángeles, la operación es incompatible con la visión de vitalidad y dignidad por la que todos luchamos”, sostuvo.

Existe una demanda

Este 6 de noviembre, un grupo de jóvenes demandaron a la ciudad de Los Ángeles por permitir que las compañías petroleras perforen cientos de pozos contaminantes cercas de sus hogares sin llevar estudios ambientales a cabo.

Según los jóvenes, apoyados por varias organizaciones comunitarias, los estudios son obligatorios, pero la cuidad no ha en forzado la política en varias regiones de bajos recursos donde la mayoría de habitantes son latinos y afroamericanos.

“Necesitamos crear un futuro seguro para nuestras comunidades”, dijo Ángel Ocegueda, de 15 años de edad, uno de los jóvenes demandantes.

Ocegueda, quien vive a unas cuadras de un pozo en Wilmington, declara que con trabajos puede respirar, se queja de que su casa siempre está cimbrando por las perforaciones mientras sus plantas se están muriendo.

La demanda, presentada en la Corte Superior del Condado en nombre de Youth for Environmental Justice, South Central Youth Leadership Coalition (SCYLC), y Center for Biological Diversity, alega que la ciudad tiene una práctica extensa de permitir a las compañías no obedecer la Ley de Calidad Ambiental de California.

Asimismo la querella hace hincapié en que las perforaciones ocurren en comunidades de bajos recursos como Wilmington y el sur de Los Ángeles.

Un ejemplo de discriminación, aseguran los afectados, es que la ciudad requiere cuando se lleven a cabo perforaciones en el lado oeste de la ciudad, se utilicen aparatos eléctricos para reducir las emisiones de diesel y la contaminación acústica. No obstante, estas medidas de seguridad no son aplicadas en el sur o este de Los Ángeles.

Asimismo, la ciudad requiere máquinas para aminorar el ruido de las perforaciones, sin embargo, esto no ocurre en las zonas marginadas.

“Las practicas de la ciudad no sola violan los mandatos de las leyes sino también ignoran los riegos de salud a los que exponen a los menores”, dijo Gladys Limón, una de las abogadas que lleva el caso.

Según la abogada, cientos de miles de angelinos viven dentro de una milla de un pozo de petróleo. En Wilmington, por ejemplo, el ayuntamiento ha autorizado más de 540 pozos de petróleo.

El gobierno

Respecto al estudio y la demanda, las autoridades tanto del condado y la ciudad se han quedado calladas.

A principios de este año, el Concejo de Ciencia y Tecnología (CCCT) de California dio a conocer un estudio ordenado por el estado, sobre la perforación en Los Ángeles . El estudio encontró que la proximidad a la extracción de petróleo es el mayor contribuyente al riesgo inherente para la salud en las zonas urbanas .

En medio del creciente debate en torno a la idoneidad de la extracción de petróleo en los barrios urbanos densos, Drilling Down resume diversas soluciones políticas que incluyen una suspensión de las técnicas de perforación obsoletas y el mejoramiento de tácticas, zonas de amortiguamiento entre la extracción de petróleo y los barrios y la adición de un requisito de evaluación del impacto sanitario para estas operaciones.

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