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Le dieron la espalda y así se motivó a crear su propia fábrica de tortillas de sabores

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Las máquinas se mueven a toda velocidad, mientras los empleados colocan masa en el horno con agilidad. Ese proceso, vigilado con ojo quirúrjico por Tony Alcázar, permite elaborar una tortilla diferente, no solo por los ingredientes, sino por la calidad y los variados sabores que producen.

Esas características le dan un gusto adicional al mezclar la masa con chipotle, jalapeño, parmesano, trigo, espinaca y pimiento rojo asado, entre otros de los diez sabores en los que ofrecen sus tortillas.

“Los que antes compraban 10 cajitas, ahora compran 120 a la semana”, indica Alcázar, de 58 años de edad, sobre el impacto que ha tenido su producto entre los restaurantes y distribuidores.

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En 1982, llegó Alcázar de Perú a Los Ángeles. Aunque en su tierra se consume más el arroz y la papa, aquí los sustituyó por la tortilla en su dieta diaria.

Cuando sus hijos Ronald y Anthony, entonces de 8 y 14 años de edad, estaban en la escuela él trabajaba en una fabrica de tortillas como administrador.

Alcázar acostumbraba a llevar tortillas de grano íntegro a la casa y a sus hijos no les gustaba. “Son horribles y saben a cartón”, decía Ronald.

Después de graduarse de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), los vástagos de Alcázar decidieron crear una tortillería y reclutaron a su padre como consejero por su experiencia en la industria, negocio que se estableció a mediados de 2012 en una pequeña bodega.

Anthony, de 33 años, con una licenciatura en Economía y Ronald (27), con un título en Física, le dieron el nombre de Mr. Tortilla al negocio.

“Nosotros vendemos una tortilla más saludable”, manifestó Anthony, asegurando que están proveyendo al consumidor un producto mejorado nutricionalmente porque no contiene químicos y utilizan aceite de canola en su preparación.

“Es una tortilla fresca y libre de preservantes”, agregó Alcázar, al detallar que los clientes consumen el producto como recién salido del horno.

Al principio, y después de probar diferentes recetas con cilantro, cebolla molida y pimienta siguiendo los consejos de su esposa, llevaban su fórmula, bolsas y cajas a las fábricas de tortillas de Los Ángeles, en donde les procesaban el producto, al no contar con la maquinaria para hacerlo por su cuenta.

El avance que tuvo su producto desde el comienzo, hizo que las fábricas les cerraran las puertas en lo que estos empresarios califican de “celos y envidias”.

Y de un día para otro no les quisieron procesar sus tortillas, convirtiéndose en un balde de agua fría, al verse atados de manos para cumplir con las demandas de sus clientes. Sin embargo, el problema los llevó a una reflexión profunda.

“Eso nos abrió una oportunidad para poner nuestra propia fábrica”, contó Anthony, encargado del mercadeo del negocio.

Vienen más sabores

La competencia en el mercado es elevada; así que después de analizar las ofertas y realizar diferentes estudios, decidieron experimentar con una tortilla diferente.

“A los productos que ya tenemos de chipotle, jalapeño y espinaca, entre otros de los sabores, vamos a agregar tortillas de loroco, chocolate y canela con manzana”, indicó Anthony. “La diferencia con otras tortillas es que se sirve como que acaba de salir del horno”, agregó.

Entretanto, Alcázar añade: “La mayoría de las tortillerías usan químicos, nosotros usamos aceite de canola; nuestra tortilla no se pega, no se rompe, no se raja y la gente se come hasta el último pedacito”.

Padre e hijos eran los únicos que movían el negocio en sus inicios; ahora tienen a 15 empleados en cada uno de los turnos, que van de 6 am a 2 pm, y de 2 pm a 10 pm.

En diciembre de 2017 obtuvieron la autorización para operar su propia fábrica y ahora tienen vía libre para implementar las fórmulas y sabores en los que han estado trabajando.

En la actualidad cuentan con el apoyo de pequeños distribuidores locales y de grandes compañías como Cysco Foods y Food Services of America que llevan las tortillas al resto de California, Washington, Nevada, Oregon, Texas y Nueva York, así como a Taiwán y países europeos.

“Este crecimiento no nos lo esperábamos”, admitió Alcázar, pero a su juicio el éxito tiene una sola explicación: “El producto para que sea aceptado tiene que ser bueno desde el comienzo”.

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