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La habilidad para el futbol la llevó a la selección de El Salvador y las universidades pujan su llegada

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La habitación está rodeada de trofeos y medallas. La camisa azul de la selección de El Salvador, con el dorsal 4, acompaña a una fotografía de Elaily Hernández-Repreza cuando obtuvo su primer campeonato, entonces de seis años, pero en la disciplina de la gimnasia.

En un costado, junto a la pared rosada, ha colocado en un mueble las gorras que dan fe de dos títulos nacionales, los que obtuvo en el 2013 y 2015 jugando futbol para el equipo Legends FC 99, en la US Youth Soccer National League, además de los tres campeonatos regionales y dos estatales.

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“Cuando empecé me ponían de delantera”, contó con timidez la joven de 16 años, quien se declara admiradora del defensor brasileño Danny Alvez y de la delantera estadounidense Abby Wambach. Hasta el 2010, esta angelina practicaba gimnasia, actividad en la que se refugió al huir del futbol.

La práctica de balompié fue una rutina hasta los cinco años. En un juego, relata rodeada de su abuelo y su mamá, “me pegó la pelota en el estómago y me puse a llorar”. Ese golpe la vinculó a un deporte que ahora explota a través del futbol. “Mi flexibilidad tiene mucho que ver”, admitió.

La espigada atleta, de 1.71 metros de estatura, aprendió del deporte la disciplina. Con base a esfuerzo, se abrió campo de nuevo en el futbol. En el 2013 ingresó al club Legends, en la ciudad de Chino, y en el primer torneo, aunque no era titular, luchó para que la tomaran en cuenta.

Como de costumbre, en el partido final, Elaily entró de cambio. Tenía un minuto en el césped y el cronómetro indicaba media hora de juego, cuando recibió un pase de su compañera Alexandra Jáquez; se quitó una marca y con su pierna derecha disparó con potencia para romper el empate a cero.

“No creía que pudiera hacer un gol así”, manifestó con una enorme sonrisa.

Ese partido le cambió la vida. Después de esa anotación logró un puesto titular en su club y en una visita, durante una vacaciones en El Salvador, observaron su habilidad. A la fecha, lleva ocho juegos en la selección femenina Sub-17, escuadra donde la han asignado como la capitana.

“Tiene mucha excelencia y garra; si cae un gol se transforma, cuando ve que está perdiendo un partido toma iniciativa y liderazgo. No la veo que se vaya a quedar aquí, la veo en Europa”, indicó Cesar Del Cano, su entrenador privado, con quien se prepara dos veces por semana.

La joven color canela, en ambos equipos, juega en la defensa moviéndose como pez en el agua, tanto al centro como en las bandas. Cuenta con una barrida limpia, cabeceo y golpeo de balón con técnica. Si bien no es tan rápida, su juego es eficaz para robar la pelota a sus adversarias.

En el próximo año escolar, esta deportista estudiará el 11vo grado. A pesar de que no concluye la preparatoria, al menos tres universidades están en contacto con su club para ofrecerle una beca. La tienen en la mira UC Santa Bárbara, UC Irvine y Washington State University.

“El deporte le ha dado disciplina, compromiso y mucha garra”, valoró Mayri Repreza, su madre, destacando que la joven todavía no se decide en cual universidad estudiar, pero sí ya está clara en seguir una licenciatura en justicia criminal. “No tiene vida social fuera del futbol y la escuela”.

Elaily, a su corta edad, está siguiendo los pasos de su abuelo materno, Javier Repreza, oriundo de El Salvador. En 1972 jugó en el Municipal de Ciudad Arce, en la segunda división. “Estoy realizado [con ella], porque yo no tuve esa oportunidad”, comentó emocionado por los logros de su nieta.

Como si fuera una premonición, la futbolista tiene una maleta de mano lista en su recámara. “Tiene ropa, no mucha”, aclaró mientras mostraba las 19 medallas y 10 trofeos, entre otros reconocimientos que ha logrado por el sacrificio de entrenar bajo el sol y olvidarse muchas veces de vacaciones.

En este momento, su sueño está puesto en el siguiente paso que dará en su carrera, convencida que su meta es “jugar con un equipo bueno en el colegio”, pero no pasa por alto todo lo que ha conseguido. “El futbol me ha enseñado a confiar en la gente, ser parte de un equipo y organizada”.

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