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La industria de la costura bajo la sombra de la explotación

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Cada cuatro minutos hay una queja contra los empleadores californianos en diferentes sectores de trabajo, al año son cerca de 40 mil a lo largo y ancho del estado; dichos reportes están relacionados al pago de salarios y al cumplimiento de leyes laborales.

Este alto índice de violaciones impulsó a las autoridades estatales a reforzar en este año la campaña “El Robo de Sueldo es un Crimen”, iniciativa lanzada inicialmente en el 2014, con el fin de proveer herramientas de denuncia a los trabajadores.

La industria de la costura no se escapa a los señalamientos. De acuerdo a la Comisión del Trabajo de California se reporta al menos una denuncia diaria contra las fábricas del Condado de Los Ángeles, cifra que asciende a un promedio de 400 anualmente.

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En los últimos 14 años, Luz Garrido ha sido parte de esas cifras. Al llegar al Sur de California buscó empleo en varias empresas, pero al carecer de un número de seguro social y no tener un permiso de trabajo, se le cerraban las puertas.

En promedio, afirma esta joven mexicana, gana 330 dólares semanales, como resultado de coser cerca de 2 mil piezas durante nueve o diez horas cada día. Eso implica que recibe un ingreso inferior al mínimo establecido por las leyes laborales californianas.

“No tenemos derecho a días de enfermedad pagados, nada de vacaciones. Los días feriados si los trabajas te los pagan regular. Los trabajadores de la costura estamos en la sombras”, señala la migrante, madre soltera de una niña de siete años.

La búsqueda de empleo en otro tipo de trabajo continúa, asegura, pero se topa con la misma piedra. Sin embargo, con la experiencia adquirida, laborando en este rubro desde el 2001, le ha permitido moverse de compañías, pensando en mejorar sus limitados ingresos.

“Gracias a Dios salgo adelante, se hacen milagros con lo que se gana”, asevera.

Así como esta empleada, existen alrededor de 45,000 personas trabajando en fábricas y negocios de costura en la zona metropolitana de Los Ángeles, según los registros de la Oficina de Estadísticas Laborales.

La líder sindical Cristina Vásquez, por su parte, estima que las cifras oficiales podrían triplicarse, al tomar en cuenta a los negocios clandestinos que evaden registrarse ante las agencias gubernamentales.

“Pueden haber hasta 150 mil trabajadores laborando en los talleres de explotación, haciendo ropa para los negocios en los callejones y exportación, donde trabajan 10 horas al día y ganan lo que se produce”, enfatiza la sindicalista.

En estos negocios de costura se elaboran prendas de marcas reconocidas como Diesel, True Religion, Hadson, Tom Ford y Lucky, entre otras.

Las ganancias de este proceso de manufactura, al final, queda en manos de los contratistas, pero en mayor parte, se acumulan en las arcas de las corporaciones que venden la ropa en tiendas de prestigio.

Janna Shadduck-Hernández, profesora de Estudios Laborales de UCLA, sostiene que este es un robo de salario que las empresas cometen al privar a los empleados de los descansos, horas de almuerzo y pago por horas extra establecidos por la ley.

“Esta realmente es una táctica y una práctica de los corporativos para tener mejores ganancias para la compañía. Todos esos 15 ó 30 minutos que no les pagan es un robo que el patrón se queda con ese dinero”, manifiesta la académica.

En efecto, en un estudio publicado en el 2009, auspiciado por UCLA, se entrevistó a 4,387 trabajadores de diferentes sectores, incluyendo a empleados de la costura.

De ellos, el 76% indicó haber laborado más de 40 horas en una semana, pero no les reconocieron en sus cheques esas horas extras devengadas.

“A la semana son 26.1 millones de dólares que se roban a los trabajadores de bajos ingresos en Los Ángeles”, asevera Shadduck-Hernández, enfatizando que antes las condiciones eran peores, porque no existía información.

Ese tipo de vacíos se ha llenado por medio del Centro de Trabajadores de la Costura, establecido en el 2001 en el corazón del Distrito de la Moda. Esta entidad asesora, promueve los derechos y acompaña a los empleados en el reclamo de salarios ante las compañías.

En ese sentido, Marissa Nuncio, directora de la organización, plantea que el robo de salario y las violaciones laborales se deben erradicar cambiando las leyes, imponiendo otro tipo de penalidades.

“Que se declare como un delito menor o se les imponga un embargo en contra de la propiedad, que ayude a revocar las licencias de las compañías que no están pagando lo justo”, manifiesta la activista.

‘QUEREMOS QUE LOS TRABAJADORES VENGAN Y DEMANDEN’

Antes de convertirse en la comisionada del trabajo de California, Julie Su peleó por este sector desde la comunidad. En el 2011, al asumir su puesto en el gobierno estatal, cambió de trinchera, pero no de compromiso.

“Los empleados merecen lo mejor y tenemos que asegurar que las leyes sean reales para ellos”, dice la funcionaria, al referirse a la titánica lucha que emprende y que en el 2014 la llevó a lanzar la campaña “El Robo de Sueldo es un Crimen”.

A través de esta iniciativa, promueve que los trabajadores se acerquen a presentar quejas de violaciones laborales en las 16 oficinas que existen, algunas de ellas están en Long Beach, Los Ángeles, Van Nuys, Santa Ana, Santa Bárbara y San Bernardino.

De acuerdo a la comisionada, la gran mayoría de los casos que llegan a estas oficinas son de empleados que “no ganan ni siquiera el salario mínimo, ese es el problema real”.

Además, sucede con frecuencia que muchos de los trabajadores marcan la salida a cierta hora, pero todavía se quedan laborando una o dos horas más, de esa manera no queda registro del sobretiempo, explica la comisionada.

“Cada empleado debe recibir un talón de cheque, donde diga cuántas horas trabajó. Pero la gran mayoria de trabajadores no reciben ese reporte”, afirma.

Sin embargo, esta oficina puede investigar. En principio, se busca la conciliación con las compañías y que liquiden los daños. Con una denuncia, afirma, pueden indagar incluso todos los manejos anteriores del negocio.

“Podemos obligar que se paguen todos los salarios que se deben y todas las multas por las violaciones”, asegura Su, destacando que las entrevistas las realizan fuera del lugar del trabajo de los demandantes.

¿Puede presentar una queja una persona indocumentada?

“Siempre remarcamos que el estatus migratorio no es importante, porque hay muchos trabajadores indocumentados que tienen miedo [de hablar]. Queremos que los trabajadores vengan y demanden”, enfatiza la funcionaria.

Su insiste en que las denuncias permite que los empleados reciban el pago justo por el trabajo realizado. “No podemos mejorar las condiciones, si los trabajadores no vienen con nosotros, necesitamos las quejas”, concluye.

EL DATO

Centro de Trabajadores de la Costura
Dirección: 1250 S. Los Angeles St., Suite 213, Los Ángeles
Teléfono: 213.748.5866

Comisión del Trabajo de California
Dirección: 320 W. Fourth Street, Suite 450, Los Ángeles
Teléfono: 213.620.6330

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