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Gil Cedillo reconoce labor pro-inmigrante de líder religioso venezolano

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El domingo oficiaba el servicio religiosos en su iglesia y al día siguiente estaba sumándose a una movilización pro-inmigrante. Sin importar el lugar ni la hora, la agenda cotidiana de Ricardo Moreno incluía protestas, marchas y conferencias, entre otras acciones.

Esa ardua labor comunitaria, que se extendió por 24 años, dará un giro en las próximas semanas, cuando el pastor presbiteriano se traslade de Los Ángeles a Washington D.C., donde asumirá el puesto de ministro consejero en la Embajada de Venezuela.

Gil Cedillo, concejal por el Distrito 1 de L.A., aprovechó de reconocer su trayectoria públicamente, destacando ese compromiso en la causa que ambos coincidieron desde 1991, cuando Moreno recién había llegado a la ciudad.

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“Ricardo es una persona incansable, es un gigante, siempre está con disciplina y determinación en cada marcha, reunión o iniciativa”, dice Cedillo. “En mis horas privadas más difíciles, cuando falleció mi esposa, él estaba allí”.

Después de graduarse de la licenciatura en Ciencias Políticas, de la Universidad de Carabobo, en Venezuela, este líder comunitario se radicó en California con el fin de realizar estudios teológicos.

Moreno, sin embargo, considera que el involucramiento en el mundo pro-inmigrante no fue accidental, porque admite que pasó por experiencias que marcaron su vida, viéndose obligado a laborar en lo que fuera para generar ingresos para su casa.

“Recién llegado trabajé descargando camiones de juguetes y lavando carros en un ‘dealer’ de El Monte, al mismo tiempo que estudiaba inglés y avanzaba en mi carrera académica”, detalla sobre las labores realizadas entre 1993 y 1998.

Al establecerse en California, Moreno trabajó de cerca con la comunidad salvadoreña, por medio de la cual conoció el legado del obispo mártir Óscar Arnulfo Romero, a quien llegó a admirar por la lucha en defensa de los pobres.

“Es una persona muy solidaria, siendo venezolano se entregó a las causas de otros países y nosotros lo adoptamos como salvadoreño”, destaca Carlos Vaquerano, director ejecutivo de Fondo Salvadoreño Americano para el Liderazgo y la Educación (Salef).

En 1995, Moreno se graduó de la licenciatura en Teología del Seminario Bíblico Latinoamericano; en el 2002, obtuvo su maestría en Divinidades del Seminario Teológico de San Francisco.

Con el primero de estos diplomas, se le abrieron las puertas para convertirse en pastor asociado de varias congregaciones, también llegó a ser organizador comunitario de las iglesias presbiterianas, denominación religiosa a la que pertenece.

Además, laboró como organizador regional de la Coalición por los Derechos de Los Inmigrantes en Los Ángeles (Chirla) y para la entidad Pan Para el Mundo.

“Hizo una obra impresionante, porque ha sido portavoz del pueblo”, valora Alberto Juárez, profesor de Ciencias Políticas del Colegio Comunitario de Pasadena. “Como inmigrante siempre tuvo una sensibilidad para dar voz a los que no tienen voz”.

En efecto, el pastor asociado de la Iglesia Presbiteriana de Pasadena, en donde sirvió los últimos dos años, supo tender puentes con grupos religiosos con pensamientos teológicos conservadores.

En los medios de comunicación locales, con frecuencia se le veía analizando la lucha pro-inmigrante, cuestionando la brutalidad policial contra los afroamericanos o defendiendo la Revolución Bolivariana, impulsada por el extinto presidente venezolano Hugo Chávez, entre otros temas.

“En un ambiente que busca uniformar el pensamiento, personas como Ricardo son importantes porque se mueven dentro del ámbito político y religioso”, manifiesta el periodista Rubén Luengas. “Lo aprecio mucho porque siempre me dio puntos de vista bien fundamentados”.

Mientras muchos líderes religiosos se enfocan en su trabajo espiritual dentro de las cuatro paredes de las iglesias, este migrante venezolano originario de la provincia de Valencia, optó por trabajar en la calle y con los grupos menos representados.

“Jesús nos llama a ensuciarnos los pies, porque él siempre tuvo opción preferencial por los pobres”, asegura el ministro.

Al recibir el reconocimiento, en la junta del concilio de Los Ángeles, el pastor le devolvió los halagos al concejal que se lo entregó.

“Significa mucho, especialmente porque viene de Gil Cedillo, a quien yo considero el campeón de los pobres y los inmigrantes”, dijo el reverendo, quien llegó junto a su esposa Sandra y sus hijos Priscila (20 años), Omar David (15) y Heidi (10).

“Es importante que la ciudad reconozca que yo he sido una parte minúscula de esta lucha, pero no se trata de individualidades, sino de un colectivo. El irme significa cerrar el capítulo de una lucha que sigue, porque yo simplemente he sido parte de este movimiento”, concluyó.

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