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El récord de votantes en California fue insuficiente; ¿será viable reformar el colegio electoral?

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Las expectativas en la participación electoral en California se superaron, el récord establecido en el 2008, cuando Barack Obama llegó al poder, se hicieron añicos; sin embargo, contrario a esos comicios, esta vez el candidato ganador en el Estado Dorado no pudo saborear la victoria nacional.

Fueron en total 14.6 millones de californianos los que emitieron su voto, casi un millón más comparado con los 13.7 millones que obtuvo Obama hace ocho años, hecho que los demócratas enarbolan para pedir un cambio al sistema electoral al ver que no se impuso el voto popular.

“El porcentaje de californianos elegibles que emitieron una boleta fue la segunda cifra más alta en 30 años”, comentó Álex Padilla, secretario de Estado, al certificar los resultados de las pasadas elecciones, enfatizando que también hubo un récord de votantes registrados.

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De hecho, 19.4 millones de electores estaban aptos para emitir el sufragio, cifra que superó la marca establecida en el 2012 cuando se inscribieron al padrón 18.2 millones de personas.

Los votantes del Estado Dorado en esta oportunidad inclinaron la balanza por Hillary Clinton, candidata que obtuvo el 62.6% de los sufragios, eso significa que obtuvo 4.2 millones de votos más que Donald Trump, el mayor margen para un aspirante presidencial desde las elecciones de 1936.

A juicio de Miguel Tinker Salas, profesor de Estudios Latinoamericanos del Colegio de Pomona, estas elecciones han dejado a la vista que Estados Unidos tiene un sistema arcaico, el cual se basa en un colegio electoral y no en los resultados del voto popular.

Solo en California, los 14.6 millones de personas que emitieron su voto es una población cercana a los habitantes de los seis estados en Nueva Inglaterra.

“Esto es exactamente lo que anticipaban los fundadores [de la Unión Americana]: eliminar el voto popular”, planteó Tinker Salas.

“Cuando Estados Unidos se promueve como la democracia a seguir en el mundo nunca menciona que tiene un colegio electoral, porque este es un sistema antidemocrático y antipopular que preserva las prerrogativas y los intereses de un sector de la élite de la nación”, agregó.

Si el ganador de las elecciones lo definiera el voto popular, Clinton se hubiese impuesto a Trump. La candidata demócrata obtuvo a escala nacional 65.8 millones de votos, mientras que el magnate republicano alcanzó 62.9 millones de sufragios.

Esto es lo mismo que sucedió en el 2000 cuando George W. Bush derrotó a Al Gore. El republicano obtuvo 50.4 millones y el demócrata 50.9 millones de sufragios.

Octavio Pescador, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), plantea que difícilmente se podrá modificar este sistema, porque no es la primera vez que se debate sobre la representatividad, además sostiene que la moción debe pasar por el Congreso.

“En un ejercicio de representatividad tendría más peso si fuera el voto directo”, aseguró el analista.

Cambiar el actual sistema electoral significa contar con los votos de los republicanos en las dos cámaras legislativas federales. Además, implica que tres cuartas partes de los estados de la nación voten a favor de la petición.

“No prosperá porque los republicanos tienen el control del Congreso”, agregó Pescador, detallando que el sistema refleja la esencia de Estados Unidos, donde la soberanía de los estados siempre ha tenido mucho peso. “En este sistema a los estados pequeños se les da la misma voz que a los grandes”, concluyó.

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