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El niño ‘problema’ escondía a un campeón de gimnasia

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En su casa y en el vecindario en donde vivía, Carlos De León era un huracán de energía y fuerza; de una actividad se pasaba a otra sin demostrar cansancio, hasta al punto de que los padres de sus amigos lo veían como un niño “problema”, pero en verdad en su interior se escondía el espíritu de un campeón.

Este niño, de 13 años de edad, mide 1.52 metros y pesa 100 libras. Después de dos años de practicar la gimnasia ha desarrollado un cuerpo atlético y una rigurosa disciplina, que lo ha llevado a cambiar los estereotipos por medallas, las cuales le han llenado de motivación para lograr sueños más grandes.

“Me gusta la gimnasia porque es muy divertida, un deporte único”, manifestó destacando que aquí se expresa con libertad, sin importarle la callosidad en sus manos y la exigencia meticulosa para entrenarse tres veces por semana, que en total completa 12 horas de ejercicios.

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“No mucha gente puede hacerlo, porque requiere mucha fuerza”, subrayó el oriundo de Van Nuys, hijo de madre salvadoreña y padre guatemalteco.

En su corta carrera, que comenzó en septiembre de 2016, De León ha ganado seis medallas, de las cuales dos son de oro, una de plata y tres de bronce, las cuales luce con orgullo porque ha pasado por un camino tortuoso.

Habilidades ocultas

Érica Vivar, madre de este atleta, cuenta que su retoño siempre estaba brincando en la casa. Bajaba los colchones de la cama y de los sillones para saltar. “Siéntate, cálmate, le decía y no hacía caso”, relató.

Cuando salía al vecindario, por lo general se le veía corriendo. Los vecinos, cuenta Vivar, le echaban la culpa a su hijo si algo se quebraba en alguna vivienda, aunque no lo hubiese hecho De León.

“Todos lo querían ver como que era un niño problema, pero en realidad lo que hacía era para desarrollar sus habilidades y manejar su hiperactividad”, agregó la progenitora con un nudo en la garganta.

Vivar asegura que en ese momento ella estaba pasando por un divorcio, y no descarta que eso estuviese afectando a su hijo. Para evitar que De León provocara molestias entre los vecinos, en junio de 2016 se movieron de la ciudad de Van Nuys a Lancaster, decisión que marcó la vida del menor.

“Se obsesionó con el juego”, aseguró la joven madre, explicando que le compró una consola de videojuego Xbox, para mantenerlo ocupado en el hogar.

Pero la solución llegó cuando una amiga le sugirió que lo inscribiera en una actividad deportiva. “¿Por qué no lo pones en gimnasia? Porque tiene mucha energía”, le dijeron.

Esfuerzo arduo

El consejo cayó en tierra fértil. Al principio, iba al Genesis Gymnastics una vez a la semana, solo por hacer ejercicio. Pero al ver el avance, lo subieron de nivel y aumentaron las horas de entrenamiento.

“Carlos es un gran ejemplo del trabajo duro, él viene a cada práctica con la voluntad de ser mejor”, comentó Daniel Fuentes, entrenador del niño en el último año y medio.

Esa preparación y disposición fue evidente en el campeonato estatal, realizado en marzo pasado, en donde De León obtuvo el tercer lugar.

Luego fue seleccionado para representar a California en el torneo regional realizado en abril en la ciudad de Chandler, Arizona.

En medio de gimnastas que representaban a Arizona, Hawaii, Nevada y California, obtuvo el primer lugar en la prueba de barras en su categoría, el nivel 5. En total, sumó seis medallas en ese torneo, además de convencerse que puede ir por más.

“Mi meta en gimnasia es ir a la Universidad de Oklahoma y hacer unos Juegos Olímpicos”, manifestó De León, cuyo paso inicial es ganarse una beca para llegar a donde desea.

El entrenador Fuentes, por su parte, considera que esas medallas “reflejan el trabajo duro, todo el sacrificio”.

Agrega que “es posible que vaya a los Juegos Olímpicos si continúa con el entrenamiento, debe seguir la fórmula: ser mejor, esforzarse más duro de lo que lo hizo en la última práctica”.

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