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Alarma tasa de veteranos suicidas; más de 7 mil se quitan la vida al año

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Minutos antes de quitarse la vida con un arma de fuego en la sala de su hogar, Juan Manuel Álvarez entró al cuarto de su hija para decirle: “Tu papi de te ama”. Esa noche, Álvarez había reprendido a la menor por no quererse tomar una foto familiar.

Estas palabras serían unas de las últimas que dijera el veterano de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos tras lidiar varios meses con la falta de empleo, depresión y trastornos de estrés postraumático a su regreso de servir en Irak.

Con su suicidio, un 24 de septiembre del 2011, el joven de 31 años de edad ingresó a las filas de los más de siete mil veteranos que anualmente terminan con sus vidas, una estadística preocupante y que debería ser de suma vergüenza para el Departamento de Asuntos de Veteranos (VA) por no dar suficiente apoyo, alegan algunos soldados de guerra.

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“Juan Manuel siempre quiso defender a los más débiles. Estuvo en el Army desde los 17 años de edad porque quería servir a su país. Sobrevivió el conflicto de Irak para suicidarse en su hogar, porque aquí no obtuvo los servicios que necesitaba para lidiar con las experiencias que vivió allá”, dice Juan Álvarez, padre del soldado.

Epidemia devastadora; las cifras

La tasa de suicidio entre los veteranos del ejército estadounidenses incrementó un 32 por ciento desde el 2001 al 2014, según unos de los más recientes estudio del VA dado a conocer en julio.

A nivel nacional, a diario se registran 20 suicidios entre este sector, o sea 7,300 descensos al año.

Los veteranos representan el 18 por ciento del total de muerte por suicidios en Estados Unidos a pesar de formar el nueve por ciento de la población total.

La fuente enfatiza que el riesgo de suicidio para los veteranos es un 21 por ciento más alto en comparación con los adultos civiles.

El hallazgo, que no da a conocer las razones por las cuales ocurren los suicidios, se da a conocer tras examinar más de 55 millones de records de veteranos del 1979 al 2014 de cada estado a través de Estados Unidos.

Un soldado después de la guerra

Álvarez tenía nueve años casado y tres hijos menores de edad.

“Todo iba a la normalidad. Éramos una familia feliz hasta que regresó de Irak”, dice Norma Álvarez, esposa del soldado.

“Sufría de un dolor en una pierna que se había lastimado y había visto a muchos compañeros morir en combate. Una vez aquí, Juan Manuel empezó a padecer de insomnio, se espantaba cuando sonaba el teléfono, se levantaba a media noche para ver si tenía su pistola consigo y experimentaba episodios en los que pensaba que todavía estaba de servicio”, dice Norma.

De acuerdo a la esposa de Álvarez, este estaba distraído todo el tiempo, se veía preocupado, se irritaba fácilmente y sus hijos le empezaban a tener miedo.

Sin percatarse del estrés postraumático que padecía su esposo, Norma le había advertido que se divorciaría de él si no cambiaba su comportamiento errático.

El estudio del VA apunta que alrededor del 70 por ciento de veteranos que terminaron con su vida, no usaban los servicios de salud de esta agencia.

Según Norma, Álvarez sí había usado los servicios. Sin embargo, el veterano pensaba que no había suficiente apoyo que pudiera asistirlo, ya que en un episodio de recurrencia el padre de familia había tenido que esperar hasta tres horas para ver un siquiatra.

La noche de su muerte, Norma y Álvarez volvieron a discutir. Ella se retiró a su habitación y desde ahí lo escuchó llorar para luego escuchar un disparo y enseguida encontrarlo en el suelo con el arma en su mano.

“Las familias no saben reconocer la depresión o el estrés postraumático. No saben tampoco lidiar con un familiar que lo padece. Por su parte, el VA no se acerca para asistirnos. No existe una guía que oriente a los soldados sobre el cambio que enfrentan en nuestra sociedad, no hay grupos de apoyo tampoco”, sostiene Norma.

¿Por qué se están suicidando los veteranos?

Otros veteranos, están de acuerdo con el sentir de norma.

Existen muchos factores que pueden orillar a una persona a quitarse la vida, en el caso de los veteranos del ejército, las experiencias traumáticas puede aumentar este comportamiento, dice Ernesto “V”, un veterano de la guerra de Afganistán que no quiso revelar su identidad.

“Mi pregunta para la gente es, ¿Te podrías comportar igual cuando has estado viendo muertes durante meses y cuando te tienes que cuidar la espalda 24 horas al día siete días a la semana porque no sabes si alguien te va a atacar”… No creo”, dice “V”.

“Aún cuando no veas muertes, si escuchas bombazos todo el día, duermes poco y no vez a tus seres queridos, la depresión llega. Y estando aquí, se nos niegan los empleos, nos es difícil conseguir servicios de salud, terminamos indigentes o presos… Se nos cierran las puertas y el VA debería de avergonzarse de su trabajo”, agrega el soldado.

Para José Luís Martínez, otro veterano de Afganistán, el problema es el estrés postraumático así como los analgésicos y narcóticos que los doctores del VA les dan a los soldados que lidian con heridas físicas y mentales.

“Después de convertirme en adicto a las medicinas que me daban para mis dolores después de perder mis extremidades, me convertí en adicto y quise suicidarme tres veces”, dice Martínez.

“Los doctores le están recetando a los veteranos más analgésicos y narcóticos que al resto de la nación civil en lugar de llegar al problema de la salud mental”, agrega Martínez.

Tan sólo en el 2014, el mismo departamento del VA reveló que se encontraba tratando a unos 650 mil veteranos con opiáceos adictivos.

El VA sin respuesta a los suicidios

A juicio del subsecretario del VA, David Shulkin: “Un solo suicidio de un veterano es mucho”.

Sin embargo, las nuevas cifras “nos permiten hacer decisiones mejor informadas sobre cómo prevenir esta tragedia nacional”, especialmente entre los veteranos de edad avanzada y las mujeres.

“Es difícil comprender por qué sucede esto. Es una de las cosas que pienso se convertirán en la interrogante principal para nosotros”, sostiene Shulkin.

“Nosotros como nación debemos enfocarnos en disminuir esos números hasta que los suicidios entre veteranos lleguen a cero”, indica Shulkin tras el informe que enfatiza que en años recientes el VA ha contratado 5,300 proveedores de salud y personal de apoyo así como ha actualizado la oficina de prevención de suicidas.

Ricardo Guerra, coordinador de programación para Didi Hirsch Mental Health Services, una organización sin fines de lucro que ayuda a las familias con problemas de salud mental y los que sufren de la pérdida de sus seres queridos, asegura que un suicidio daña también a la familia, la comunidad y el núcleo donde se desempeñaba el fallecido.

“Tratar de comprender el punto en el que una persona piensa en quitarse la vida consiste de tiempo, compresión, mucha paciencia y apoyo. En su mayor parte, la persona con el transtorno no pide ayuda”, dice Guerra.

“Queremos dejarle saber a las familias que pasan por estos problemas, que no están solas. Muchas personas no reconocen las enfermedades mentales hasta que es demasiado tarde”, indica Guerra.

Para la familia Álvarez, no importante cuánta asistencia exista, si los veteranos no la pueden acceder con facilidad, las muertes seguirán ocurriendo.

“Si ellos dan la vida por este país, por qué no recibirlos con les servicios que se merecen, agrega Cecilia Álvarez, madre del soldado.

Para llamar a la Línea Nacional de Prevención de Suicidio marcar: 1.800.273.TALK o 1.800.273.8255.

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