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Le encantan los niños y terminó como madre de 100 menores discapacitados

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A pesar de que Noemí Amezcua tenía tres hijos biológicos, su misión de madre no había terminado ahí. Hace 27 años la señora decidió ser madre de crianza para acoger a niños abusados e ignorados del sistema. Pero no solo eso, los menores estan discapacitados o enfermos.

A lado de Amezcua, su hija JC también recuerda hacerse cargo de sus “hermanitos”, y hasta ahora continúa ayudándole a su madre en la labor.

En la actualidad hay más de 400,000 niños pertenecientes al sistema de familias temporales o padres de crianza, lo que significa que uno de cada 184 niños en Estados Unidos está dentro del llamado “foster care system”.

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“Siempre me gustaron los niños y los retos”, empieza Amezcua a narrar sus inicios como madre de crianza. Asimismo, “vi la necesidad tan grande que muchos niños especiales, con discapacidades y enfermos tenían de ser protegidos y amados. Como familia que creen en Dios, mi esposo siempre me ha apoyado”, agrega.

Amezcua llegó de Sonora, México hace 34 años y siete años después empezó su labor que hasta la fecha le ha dado la satisfacción de haber cuidado a más de 100 menores con diabetes, cáncer, fibrosis, asma, autismo, trasplante de riñón y hasta niños con tubos para comer.

“Yo siempre aliento a la gente a realizar la labor de padres de crianza si lo le sienten en el corazón, pues mucho tienen miedo de la responsabilidad de cuidar niños que no son suyos y que quizá puedan tener algún problema, aparte de físico, emocional”, dice Amezcua justamente en mayo, el mes nacional de concientización sobre los hogares de crianza.

“Pero en realidad, no sabemos ni cómo nuestros propios hijos van a resultar. El padre de crianza debe concentrarse en dar, ya que cuando das recibes mucha satisfacción de haber protegido a alguien vulnerable con falta de amor y atención”, agrega.

En el Condado de los Ángeles, hay 28,000 niños dentro del sistema de padres de crianzas, una de las cifras más alta del país. De estos, un 21 por ciento tienen menos de 2 años de edad. Aquellos que no consiguen una familia, están riesgo de convertirse en indigentes, de acabar en la cárcel o incluso de formar parte de organizaciones dedicadas al tráfico de niños.

Con los años, Amezcua también decidió adoptar a tres menores de edad; un niño de tres años y dos niñas de siete y nueve años respectivamente.

“A pesar de que la misión es reunificar a los niños con sus padres, hay ocasiones en que no se puede… En el caso de mis tres hijos adoptivos, ellos decidieron adoptarme, pues quisieron quedarse conmigo, y yo no podía dejarlos desamparados”, dice Amezcua.

La hermana de crianza

A la par de Amezcua, su hija JC recuerda haber visto a sus “hermanitos” de crianza desde que ella tenía unos cinco años de edad. Ahora a los 27 años, aún sigue ayudando a su madre.

“Desde niña siempre me gustó ayudar a niños que necesitaban ayuda. Yo creo que Dios nos puso a estos niños, y nosotros los tenemos que cuidarlos, así que me tomé el rol de la hermana mayor”, dice JC.

Un hecho que Noemí se lleva al alma es todo padre de crianza que trata mal a los niños de crianza.

“Siempre puede haber alguien que resulte inadecuado para los niños, y los traten diferente a sus hijos biológicos no dándoles la misma atención, no vistiéndolos igual o no dándoles de comer igual. Los niños de crianza deben ser vistos como tus propios hijos, y en mi familia eso hacemos todo el tiempo”, añade.

Liliana Álvarez, directora asociada de proyectos y programas de Office of Life, Justice and Peace de la Arquidiócesis de Los Ángeles, y quien es el punto de unión con agencias de cuidado de crianza, sostiene que Amezcua y JC son el ejemplo de familia que se necesita para cuidar de menores desamparados.

“Desde hace dos años nuestra oficina trabaja con las agencias en alianzas para que vayan a nuestras parroquias e inviten e informen a los feligreses sobre esta labor, ya sea para convertirse en padres de crianza, voluntarios o que donen artículos. Como iglesia les damos elemento de la enseñanza a nuestros feligreses, pero también el elemento de la acción es importante”, dice Álvarez.

“Los pilares de la iglesia como la familia, la generosidad, la entrega y el amor de unos a otros hablan justo de misericordia y el ayudar a los más desamparados… así que al convertirse en padre de crianza, una persona está actuando sobre las enseñanzas de la iglesia”, sostiene.

La sugerencia que Amezcua y JC le hacen al público es informarse, ya que existen muchos mitos sobre ser una familia de crianza, y enfatizan que estas familias reciben entrenamiento, grupos de apoyo, flexibilidad en la labor y trabajadores sociales que les ayudan todo el tiempo.

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