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Por qué el boicot de Donald Trump al G7 puede devolver al mundo al siglo XIX

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Un tuit lanzado por Donald Trump desde el Air Force One, el avión de los presidentes de Estados Unidos, hizo tambalear los cimientos de la diplomacia mundial.

Terminada la cumbre del G7, el foro que reúne a los líderes de los siete países más industrializados del planeta, el presidente estadounidense se enojó por los comentarios que hizo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en una rueda de prensa posterior a su salida.

Y por ello, Trump decidió retirar su apoyo al comunicado que había sido arduamente negociado entre las delegaciones participantes en la reunión.

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“Basándome en las declaraciones falsas de Justin durante su rueda de prensa y en el hecho de que Canadá está aplicando aranceles enormes a los granjeros, trabajadores y empresas estadounidenses, he dado instrucciones a nuestros representantes para que no suscriban el comunicado”, dijo Trump.

Se trata de un comportamiento excepcional en las relaciones internacionales y hay expertos en este campo que creen que muestra una tendencia que podría llevar al mundo a revivir épocas mucho más oscuras.

Christopher Meyer, veterano diplomático que fue embajador de Reino Unido en Estados Unidos entre 1997 y 2003, dijo al programa Newshour de la BBC que en sus años de carrera no había visto nada parecido.

“Había vivido que alguien hiciera interpretaciones diferentes de un texto ambiguo, pero esto no tiene precedentes desde 1945”, dijo refiriéndose al imprevisto anuncio de Trump.

Pese a que el presidente estadounidense justificó su rectificación de última hora con las diferencias por la imposición de aranceles que su gobierno mantiene con el canadiense, el embajador Meyer cree que hay otras razones detrás del boicot de Trump.

“La explosión de Trump en el Air Force One no es totalmente inesperada”, sostuvo Meyer.

Ya al comienzo de la cumbre, Trump provocó tensiones con los otros asistentes al reclamar la readmisión de Rusia en un club del que fue expulsada en 2014 por la anexión de la península ucraniana de Crimea.

“Sabemos que odia las reuniones multilaterales y prefiere las negociaciones bilaterales”, indicó el exembajador británico.

Meyer recuerda que, pese a que el orden mundial actual fue establecido al terminar la Segunda Guerra Mundial, sobre todo gracias a la iniciativa estadounidense, el actual inquilino de la Casa Blanca no muestra ningún apego por él.

Por eso, cree, rechaza foros multilaterales como el G7, en el que además de EE.UU. participan Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Japón.

“El gran perturbador mundial”

“Lo que vemos en Trump es al gran perturbador mundial”, señaló Meyer

Se trata de “alguien que está haciendo caer a pedazos la arquitectura del orden internacional” basada en organismos como la ONU o la OTAN.

Meyer cree que si Washington persiste en su política actual “podría ser que toda esa estructura acabe demolida para ser reemplazada por sabe Dios qué”.

Meyer asegura que todavía se está lejos de que suceda, pero sospecha que a Trump le gustaría “algo diferente para reemplazar el G7”.

Pero ¿con qué orden sueña el presidente si no le gusta el actual?

Para responder a la pregunta, el diplomático británico se fijó en la Estrategia de Seguridad Nacional publicada por el gobierno de Trump a finales del año pasado.

“Ahí se identifica a Rusia y a China como los grandes adversarios”.

Para Meyer, la idea del mundo de Trump y su equipo se basa en la antigua visión de “grandes potencias que rivalizan unas con otras, que negocian unas con otras y, a veces, luchan en guerras unas con otras”.

“Me parece que ese es el tipo de pensamiento con el que simpatizarían Trump y su nuevo asesor de Seguridad Nacional, John Bolton”, dijo.

Meyer cree que organizar el concierto mundial bajo esas premisas es lo mismo que han venido persiguiendo Pekín y Moscú.

“Nada les gustaría más a los rusos y los chinos que un gran concierto entre las grandes potencias, China, Rusia y Estados Unidos en un nuevo G3”.

Desde que llegó al poder, Trump se ha venido desmarcando de los socios tradicionales de Estados Unidos, con decisiones como la retirada del Acuerdo sobre el Clima de París o la imposición de aranceles a las mercancías importadas en el mercado estadounidense.

Meyer ve en pasos como estos el deseo de lograr “un retorno al orden de la política de potencias que se dio en el siglo XIX”.

También detecta en la política de Trump la recuperación de “conceptos como el equilibrio de poder o las esferas de influencia, que cayeron en desuso después de la Segunda Guerra Mundial”, cuando se asentaron los mecanismos multilaterales de cooperación, y eran típicos en el sistema internacional decimonónico.

“Ya vimos la miseria que trajeron para la raza humana”, concluye Meyer.

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