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Roque Dalton, el poeta guerrillero que todavía buscan en El Salvador

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La noche que murió Roque Dalton era día de la madre en El Salvador.

Era 10 de mayo de 1975 y el poeta, ensayista, escritor, periodista y guerrillero salvadoreño llevaba casi un mes arrestado por sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), uno de los cinco grupos que años después conformarían el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.

Uno de los guardianes de su arresto, Saúl Mendoza, recuerda ese día con claridad. Había salido a saludar a su madre, pero cuando volvió todo había cambiado, según cuenta en el documental “Roque Dalton, fusilemos la noche”, de la cineasta austríaca Tina Leisch.

El otro prisionero de la casa clandestina, Armando Arteaga, había sido asesinado por un alto comandante del ERP. Y Dalton pronto correría la misma suerte.

La de Dalton no fue una muerte cualquiera. No fue una más de la colección en la escalada de violencia política que por esos años sacudía a El Salvador.

La muerte de Dalton fue un punto de quiebre de las divisiones dentro del mismo movimiento guerrillero.

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Pequeñoburgués comunista

Roque Dalton García nació y se crio en el ala más privilegiada de la sociedad salvadoreña. Su padre, un empresario estadounidense, sólo lo reconoció a los 17 años, pero financió su educación en los mejores institutos católicos de San Salvador.

Al terminar su etapa escolar, su padre decidió enviarlo a estudiar Derecho a la Universidad Católica de Chile.

Sin embargo, al llegar a Santiago, en 1953, Dalton prefirió dejar el catolicismo de lado y estudiar en la entonces reformista Universidad de Chile. Allí aprendió, pero más que de Derecho, de marxismo.

“Me puse en contacto con los comunistas, tuve amigos comunistas, y al principio sin saber que lo eran, luego con un poco más de conciencia, por lo menos di un paso de avance en Chile y de católico conservador que era pasé a ser un católico progresista, un social-cristiano; en ese momento, esa corriente de pensamiento en Chile me pareció sumamente atractiva”, aseguró Dalton sobre su viaje a Chile.

Después de Chile volvió a El Salvador y se acercó al Partido Comunista, comenzó a publicar sus primeros trabajos de poesía y ganó sus primeros premios literarios.

Comenzaba entonces a forjarse quien quedaría escrito en la historia como uno de los principales representantes de las letras centroamericanas.

“Roque es para mí el ejemplo muy poco frecuente de un hombre en quien la capacidad literaria, la capacidad poética se dan desde muy joven mezcladas o conjuntamente con un profundo sentimiento de connaturalidad con su propio pueblo, con su historia y su destino”, diría el escritor argentino Julio Cortázaraños después en una clase magistral donde le pidieron hablar de Dalton.

Con El Salvador inmerso en una seguidilla de gobiernos militares y en plena guerra fría, Dalton fue varias veces arrestado por el régimen.

Finalmente partió al exilio en México, visitó la Unión Soviética, Checoslovaquia y otros países del bloque soviético para terminar finalmente radicado en Cuba.

El origen del unicornio azul

Fue precisamente en Cuba, en plenos años ‘60, donde el poeta experimentó su minuto literario más prolífico.

Vivía cerca de la Casa de las Américas, en el barrio El Vedado de La Habana, epicentro de la bohemia cultural cubana postrevolucionaria.

Conocí a Roque, a su esposa y a sus tres hijos a finales de los años 60. A veces visité su apartamento en la calle J, en El Vedado”, recordó en una entrevista el cantautor Silvio Rodríguez, uno de los principales representantes de la Nueva Trova cubana.

Una de las canciones más famosas del cantautor cubano está precisamentededicada a la memoria del artista salvadoreño.

“Todo empezó por un amigo muy querido que tuve, un salvadoreño llamado Roque Dalton, quien además de haber sido un magnífico poeta fue un gran revolucionario, compromiso que le hizo perder la vida cuando era combatiente clandestino”, consignó Rodríguez en la presentación de su disco “Unicornio” en 1982.

“[Juan José Dalton, hijo de Roque] me contó que allá, en las montañas de El Salvador, andando con la aguerrida tropa de los humildes, trotaba un unicornio azul con un cuerno”, remató el cubano.

En Cuba, sin embargo, Dalton no sólo se codeó con artistas, sino también conlíderes revolucionarios, como el propio Fidel Castro, con quien tuvo una empecinada e histriónica discusión sobre el uso de un arma que logró despertar a un Julio Cortázar que dormitaba en La Habana.

Nunca se pudo separar al poeta del luchador, al novelista del combatiente, y por eso su vida fue una serie continua de persecuciones, prisiones, exilios, fugas en algunos casos espectaculares y un retorno final a su país después de muchos años pasados en otros lugares de exilio para integrarse a la lucha donde habría de perder la vida”, aseguró el autor de Rayuela en su clase magistral.

Y el guerrillero le ganó al poeta: Dalton decidió volver a El Salvador a pelear por la revolución.

La revolución desde adentro

Según su familia, el escritor volvió clandestino a El Salvador en 1973.

Desde La Habana hicieron los contactos para que “Julio Dreyfus”, su pseudónimo, se uniera al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), siete años antes de que estallara oficialmente la guerra civil. Dalton haría de bisagra entre el gobierno cubano y la organización guerrillera.

Sin embargo, el carisma y la interpretación ideológica de Dalton no cayó demasiado bien entre los líderes guerrilleros.

Documentos dados a conocer tras su muerte por el ERP mostraron la lucha entre la tendencia “operativa”, encabezada por el líder del grupo, Alejandro Rivas Mira, que ponía énfasis en la “conducción política y militar”, y el movimiento formado alrededor de Dalton, peyorativamente denominado “burocrático” por su contraparte, compuesto por “pequeños burgueses pensantes”.

Sus compañeros veían a Dalton con sospechas porque no se adhería a la alternativa de tomar las armas, como el pequeño burgués que no sabía mucho de guerras”
Javier Espinoza


“Sus compañeros veían a Dalton con sospechas porque no se adhería a la alternativa de tomar las armas, como el pequeño burgués que no sabía mucho de guerras”, le explica a BBC Mundo Javier Espinoza, periodista salvadoreño y coautor del libro “Quién mató a Roque Dalton”.

“Tenemos que ponernos en el contexto de jóvenes con muchas ganas de resolver el conflicto a la fuerza. Dalton tuvo la mala suerte de meterse con un grupo que no se alineaba a su pensar”, explica Espinoza.

Y el 13 de abril de 1975 sus propios compañeros de armas lo arrestaron.

“Agente de la CIA”

Acusado de incitar la insurgencia, de ser un agente encubierto de la CIA -cosa que la propia guerrilla posteriormente desmintió- y demasiado conservador en su postura revolucionaria, Dalton fue apresado junto a su compañero José Armando Arteaga (alias Pancho).

De ahí en adelante, su destino es difuso. Lo que se sabe se basa en versiones y conjeturas. En lo que todos coinciden es en que, en algún punto de los 27 días de su cautiverio, le comunicaron que su suerte sería decidida por un tribunal.

Su muerte “fue una decisión de la dirección de esa época, de 1975, que son (…) Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval (Lito) y otro compañero de seudónimo Mateo. Y yo”, aseguró Joaquín Villalobos, exintegrante de la cúpula guerrillera, en una entrevista con el periodista Juan José Dalton, hijo de Roque, en 1993.

Villalobos posteriormente asumió el liderazgo del grupo, luego de que Rivas Mira desapareciera con varios millones. Él y Meléndez son los dos principales sospechosos de la ejecución de la sentencia, aunque nunca lo han reconocido.

Villalobos vive desde 1995 en Inglaterra y se desempeña como consultor de gobiernos e instituciones internacionales en manejo de grupos insurgentes y el segundo es asesor del actual gobierno salvadoreño.

Ninguno de ellos -ni nadie- fue nunca formalmente acusado o investigado por la muerte de Dalton.

El día del que nadie quiere hablar

Cuando Saúl Mendoza volvió de visitar a su madre ese 10 de mayo de 1975, se topó con algo que nunca más logró sacarse de la cabeza.

Su compañero de labores, Porfirio Hernández, lo relató en el documental Leisch:

“Jonás (Jorge Meléndez) estaba en la ventana hablando con Roque y entra Joaquín (Villalobos), le tira un cuetazo y no lo agarra y luego se le tira en la cama, ahí le dice Roque “no matés” y en la cama le pegó el cuetazo”.

Esta es la versión que maneja la familia del poeta y guerrillero. “Le damos absoluta credibilidad a ese testimonio”, asegura Juan José Dalton.

La justicia, sin embargo, nunca lo ha comprobado.

Y un informe de la Misión de observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (Onusal) tras el fin de la guerra civil, aseguró que Dalton habría sido ejecutado en El Playón, una zona de restos volcánicos.

Su familia cree, sin embargo, que efectivamente sus restos fueron trasladados y desaparecidos en ese lugar, pero la ejecución se realizó en una casa del barrio Santa Anita.

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