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La vida de los venezolanos transcurre en largas filas

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Como la mayoría de los venezolanos, Madeley Vásquez, de 16 años, tiene que hacer fila a la espera de una oportunidad para comprar alimentos afuera de un supermercado. Mientras está formada, le da pecho a su hijo.

El niño está más concentrado en tratar de caminar con pequeños e inacabados pasos mientras que su madre aguarda por horas para poder comprar dos bolsas de arroz y dos paquetes de papel higiénico.

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La madre de Vásquez, Sorena, renunció a su trabajo limpiando casas para poder pasar más tiempo con su hija y su nieto mientras hacen fila. La familia puede gastar al menos ocho horas para tener la oportunidad de comprar una ración de alimentos.

Las filas más largas en el país sudamericano son para comprar comida. Nueve de diez venezolanos dicen que no pueden abastecerse para comer porque los precios suben, de acuerdo con un estudio de la Universidad Simón Bolívar.

El venezolano promedio gasta al mes unas 35 horas esperando a comprar bienes básicos subsidiados. Eso es tres veces más de lo que se gastaba en 2014, dice la firma encuestadora Datanálisis.

Mientras las filas en Venezuela crecen, también se han vuelto más peligrosas. Más de dos docenas de personas fueron asesinadas mientras hacían fila en los últimos doce meses, incluyendo a una niña de cuatro años que quedó en el fuego cruzado de las pandillas.

En una ocasión, Vásquez tuvo que salir corriendo para evitar quedar atrapada en una pelea a cuchillo, que inició cuando una mujer fue acusada de colarse en la fila.

La espera también puede ser peligrosa de otras maneras.

Una anciana, Irama Carrero, se desmayó una día que estuvo parada haciendo fila todo el día sin haber probado un bocado. Sus compañeros de fila la ayudaron a pararse luego de que se tambaleara, se desmayara y se golpeara en la cabeza contra el suelo.

La amenaza de violencia en las filas nunca desaparece por completo. Sólo que ahora, las filas ahora son parte de la vida cotidiana de Venezuela.

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