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La pesimista visión del futuro del científico de 102 años que no quiere dejar de trabajar

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El científico David Goodall tiene una carrera que se extiende 70 años. Y aunque ya tiene 102 años, la idea de dejar de ir al campus universitario a trabajar le era impensable.

Pero, eventualmente, la posibilidad surgió.

Después de dos décadas de trabajar en la Universidad Edith Cowan, en Australia, las autoridades de ese centro académico le pidieron en agosto pasado que desocupara su oficina, pues el personal y varios estudiantes habían expuesto serias preocupaciones por su seguridad.

Las autoridades universitarias también tomaron en cuenta su viaje diario de 90 minutos para llegar a su oficina, pues Goodall tiene que tomar dos buses y un tren.

Así que le pidió que trabajara desde casa a partir del próximo año para evitar riesgos para su salud.

Pero el botánico, considerado una figura influyente en el desarrollo de métodos numéricos en la ecología, emprendió una batalla legal por discriminación. Y la ganó.

Y en el proceso de hacerlo, recibió mensajes de apoyo de científicos en Europa y de australianos que hasta abrieron una página web para recaudar firmas a favor de la lucha de Goodall por conservar el derecho de ir a su oficina a trabajar.

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Ahora ese centro de estudios le ha ofrecido otra oficina para que continúe trabajando.

Cambio climático

Goodall, quien es actualmente investigador honorario asociado que no recibe ningún pago, ha producido más de 100 investigaciones sobre ecología, tiene tres doctorados y es miembro de la Orden de Australia.

Su trabajo consiste principalmente en revisar investigaciones académicas y de supervisar a los estudiantes de PhD.

Y cuando la revista especializada New Scientist le preguntó si le preocupaba el futuro, su repuesta fue contundente.

“Soy muy pesimista. Es demasiado tarde para emprender una acción efectiva de cara al cambio climático. Igualmente importante es la población mundial, que aumentará a 10 billones de personas al final de este siglo”, declaró.

Y el pesimismo de Goodall es fundado: en octubre se informó sobre el récord de emisiones de CO2 que marcó el inicio de una “nueva era” de cambio climático.

La Organización Meteorológica internacional (OMI) había dicho que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre ya habían superado consistentemente la simbólica marca de 400 partes de CO2 por cada millón de moléculas (ppm).

Todo indicaba, según ese organismo, que se mantendrán así “durante muchas generaciones”.

La simbólica marca -que muchos científicos creen es prueba irrefutable de la responsabilidad humana sobre el cambio climático- ya había sido superada por primera vez en la historia moderna el año pasado.

“Mantenerse activo”

Cuando se le pidió un consejo para jóvenes científicos, dijo: “Manténganse al tanto de la historia de sus campos, la reducción de las bibliotecas nos facilita olvidar”.

La longevidad de Goodall, quien tiene tres hijos, 12 nietos y 16 bisnietos, es de familia.

Algunos miembros de su familia materna vivieron hasta los 90 años.

Pero, aunque admite que la genética ayuda, hay algo de lo que no le cabe duda:

“Yo diría que hay que mantenerse activo”.

Cerca de su casa

La universidad confirmó que una oficina “mejor” le ha sido asignada en un campus cercano a la casa del científico.

“Estoy complacido porque encontramos una solución que asegurará que David pueda continuar trabajando en ECU “, indicó el vicerrector de la universidad Steve Chapman, en conversación con la BBC.

Goodall expresó su gratitud con la universidad por la medida tomada.

“Espero continuar haciendo un trabajo útil en mi campo tanto como mi visión me lo permita”, le dijo a la cadena australiana ABC.

“Pero aún creo que el énfasis en la seguridad es innecesario”, añadió.

Viajes exploratorios

De acuerdo con un reportaje de ABC, la vida de Goodall, quien nació en el Reino Unido, es excepcional.

En mayo, viajó con su hija y un grupo de naturalistas al archipiélago Abrolhos, ubicado a 60 kilómetros de la costa de Australia Occidental.

“El doctor viajó en un pequeño bote para observar las focas y exploró las islas desiertas en busca de vida animal”, indica ABC.

Fue también un viaje por su memoria, pues la primera investigación que publicó sobre los pozos de cangrejos en el área fue en los años 60”.

En 2015, el científico viajó en tren desde Darwin, en el norte de Australia, hasta Adelaide, en el sur del país.

“Fue bueno verlo todo otra vez. Fue un buen viaje, pero hubiese preferido tener compañía, me sentí solo”, dijo.

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