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El general que desarmó su corazón con la guerrilla

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Durante 40 años el general del ejército Javier Flórez combatió por toda Colombia a sus enemigos históricos: los integrantes de las FARC. Ahora su misión es garantizar que miles de rebeldes lleguen sin problemas a las zonas de desarme antes de volver definitivamente a la vida civil.

“Hay situaciones que uno como soldado no entiende”, dijo el general Flórez sobre su nuevo papel tras la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y la mayor guerrilla del hemisferio.

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De hecho, el militar admitió en una entrevista reciente que tuvo que confrontar lo que él pensaba y lo mejor para el país al asumir la misión.

“Me tocó desarmar mi espíritu, el alma y el corazón y entender que la familia colombiana, la sociedad colombiana, es muy compleja”, añadió el general de 59, casado y padre de tres hijos.

Cuando un par de años atrás el presidente Juan Manuel Santos comisionó a Flórez para integrar la mesa de diálogo del gobierno con la guerrilla en La Habana, el oficial palideció. Le pidió un momento a su comandante en jefe para pensar qué responder; se tomó tres cafés y un cigarrillo... o a lo mejor fueron tres cigarrillos y un café, dijo entre risas.

Aunque era una orden presidencial, Flórez fue también convencido por dos de los generales más respetados de las fuerzas armadas colombianas, el del ejército Jorge Enrique Mora y de la policía Oscar Naranjo, de que era un momento histórico. Ambos militares también formaron parte de la delegación del gobierno.

“Para mi familia ese momento era gravísimo”, recordó Flórez. Sabía “que nos iban a insultar por las redes sociales como sucedió, que nos iban a decir traidores, como sucedió”, añadió el hombre que al llegar a la capital cubana se puso al frente de la subcomisión encargada del cese bilateral y definitivo del fuego y el abandono de las armas por parte de los rebeldes.

Entre las muchas críticas que recibió entonces nunca olvidó la de un general en retiro que lo llamó “traidor” y le recordó que las fuerzas armadas fueron “educadas, entrenadas, capacitadas para la guerra con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)”.

Flórez dijo que tuvo que cambiar su pensamiento casi de forma instantánea antes de viajar a La Habana. “Había que desarmar la mente en 24 horas”, dijo el militar que trabajó en la misma mesa con quienes habían sido sus enemigos.

Una de esas personas era Carlos Antonio Lozada, nombrado por las FARC para la misma comisión de diálogo que Flórez y a quien había combatido años antes en las selvas del sur colombiano.

Después de trabajar con Lozada concluyó que nunca estarán de acuerdo en muchas cosas pero dijo que ahora valora la formación académica e ideológica del rebelde e incluso su forma de ver a Colombia.

Con Lozada, dijo, logramos “ponernos un objetivo común que era sacar adelante un acuerdo del cese al fuego bilateral y definitivo que sirviera para el país y donde ganaran las dos partes”.

El militar aseguró que el acuerdo buscó que “no afectara la dignidad de las FARC, pero tampoco los principios y valores de las fuerzas armadas de Colombia y del pueblo colombiano”.

Ahora, Flórez tiene el encargo de que todo salga bien cuando al menos 6.000 rebeldes se internen en las 28 zonas de concentración destinadas para que se agrupen y desarmen antes de volver definitivamente a la vida civil.

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